Revista D

“Dígame por dónde es y lo llevo”

De la silla de ruedas al volante, así pasan los días del taxita  Ramiro Fajardo.

Después de un largo período sin empleo, aceptó el reto de conducir un taxi. (Foto Prensa Libre: Estuardo Paredes).

Después de un largo período sin empleo, aceptó el reto de conducir un taxi. (Foto Prensa Libre: Estuardo Paredes).

La próxima vez que solicite un taxi en la calle podría conocer a Ramiro Fajardo, a quien ser parapléjico y novato en el oficio no le impiden conducir.

“El 24 de enero cumplí un mes como taxista. Pasé varios años sin encontrar trabajo debido a mi condición. Iba a entrevistas pero casi en todas me dijeron no y, en ocasiones, ni pude entrar al lugar de la reunión porque carecía de acceso para discapacitados. Por eso había comenzado a cortar cabello en mi casa”, cuenta Fajardo, quien en el 2004 fue víctima de un ataque armado a causa de la delincuencia. Una bala le dañó  la médula espinal; necesitó dos años para dejar la cama y volver a movilizarse, esta vez con silla de ruedas.

Direcciones

“Dígame por dónde es y lo llevo”, dice con franqueza Fajardo cuando sus clientes dudan de tomar sus servicios. “Explico que no conozco a totalidad las rutas y la razón de por qué utilizo extensiones en los pedales para manejar, pues uso mis brazos ya que no puedo mover las piernas. Solo un 20 por ciento opta por seguir su camino, pero gracias a Dios la mayoría se sube”.

Cuando un amigo le contó que había una oportunidad en la empresa para la cual trabaja, Fajardo no dudó en llamar. “En Carmax me dieron la oportunidad que otros sitios me  negaron. Aceptaron que hiciera modificaciones al vehículo y así fue como comencé a trabajar. Lo hago de lunes a sábado, y poco a poco he ido conociendo clientes y las direcciones de la capital”.

Actitud

Fajardo solicita apoyo a transeúntes para que del baúl le acerquen la silla de ruedas cuando  necesita utilizar los servicios sanitarios o cambiar una llanta pinchada. Aunque recibe asistencia, hay veces que debe ingeniárselas solo.

Como piloto tiene reflejos acertados y es bastante conversador, su charla llega a ser motivadora, pues no deja que su condición o el cumplimiento de las cuotas diarias que debe entregar, afecten su buen humor.

Tiene 34 años y muchos proyectos de vida ahora que ha vuelto a emplearse, cuenta que además de ayudar a su madre y hermano menor, lo hará también con su novia para que culmine sus estudios universitarios y, una vez graduada, puedan casarse.

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