¿Cómo se inició en el mundo de la locución?
Junto a mis tres hermanos mayores jugábamos a hacer radio. Nos metíamos a una caja de una refrigeradora y uno anunciaba y dos cantábamos. Cuando Everardo, mi hermano mayor, tenía 18 años, empezó a trabajar en la radio Latina, en la zona 5, y los domingos yo lo acompañaba. Tenía 12 o 13 años. Un día le dije que quería aprender a manejar los controles, porque todavía no tenía voz para ser locutor. Al cumplir 15, él trabajaba en La voz de la Telefunken y un días me puso a hacer el corte comercial. Al mediodía llegó el director, Eduardo Mayorga López, para preguntar de quién era la voz que había escuchado. Fue así que conocí a don Eduardo, quien me dijo: Jovencito, las puertas de esta radio están abiertas para usted cuando quiera hacerle turno a su hermano, y él quiera. Tiempo después, Everardo se casó y yo fui a cubrir sus vacaciones.
¿Cómo se fue abriendo camino?
Yo seguí la escuela de los locutores de la vieja guardia, que tenían vozarrones, y de esta manera fui abriéndome camino hasta que mi hermano fue director de la radio Señorial y me dio una carta para que fuera a la TGW, pues me dijo que no me quería ver toda la vida como locutor en cabina, ya que se ganaba muy poco. Me atendió el subdirector, quien me llevó con Roberto Betancourth, y este me presentó con María Luisa Aragón, quien esa misma noche escribió un texto para que yo lo leyera al aire. Mi examen fue en vivo y a todo color.
¿Qué memorias le trae la banda AM?
Mis inicios en la radio y los grandes locutores de ese entonces, que eran voces muy cultivadas y profundas. Recuerdo a uno que le decían Caverna, —Luis Barrientos—, y a mi hermano, que le pusieron Cavernita. Cuando llegué a la radio Reloj no sabían qué apodo darme, por lo que me llamaron igual que a mi hermano.
¿Qué recuerda de las radios donde trabajó en esos primeros años?
Identifique por unos 20 años a la radio 5-60 con el eslogan: “Hablando nuestro idioma, pensando en español, esta es radio 5-60, la primera del cuadrante y la primera en su corazón”, también La voz del hogar, con el lema: “Aquí es su voz del Hogar, la del sonido latinoamericano”. A mi memoria vienen aquellos momentos de cuando tenía 20 años y estaba haciendo cabina en la radio Sensación, y de moda estaba Dyango. Una de sus canciones era El que más te ha querido; también Nydia Caro, con Por si el amor llegara y Ahora solo canto por cantar; Marco Antonio Muñiz y su tema Tú me dejaste solo con las estrellas.
Asimismo, me identifico con la radio Ciros, unida con La voz de las américas. Yo fui jefe de producción más o menos entre 1974 y 1976. En este lugar hacia representaciones con el personaje el Cachirulo, que era un patojo molestón que fastidiaba a los locutores en la cabina. El nombre se lo puso Marco Antonio Díaz Torres, director del radioperiódico El Patriota, del cual fui locutor comercial.
¿Cuándo pasó a ser locutor grabador?
En 1976 pasé una etapa muy difícil y me refugié en un centro de estudios bíblicos, donde oraron mucho por mí. Pero tuve también la oportunidad de ir a Corporación Industrial de Trabajos de Audio (Ccinta), el estudio de Mario el Conejo Hernández, donde me pagaron Q50 por grabar un spot para la Sevillana, un anuncio que solo se escucharía en los supermercados. Pero mi trabajo gustó a los ejecutivos de McCann Erickson y me preguntaron dónde me podían llamar, pero como yo estaba en el centro bíblico no quise dar el teléfono, pues me daba pena que llamaran allí. Entonces les contesté que iba a llegar todas las tardes a Ccinta, para que me pudieran localizar. Principiamos a grabar con el licenciado Estrada de La Hoz y Édgar Archila, el gerente de la agencia Publitecnia y Americana de Publicidad, donde desfilaron grandes publicistas de la década de 1970. Me di cuenta de que ese mercado era bueno porque ese mes cobré como Q100, luego fueron Q300 y más tarde, Q900, y así fue subiendo mi ingreso.
¿Qué voces ha caracterizado?
Interpreto la voz del tigre Tony, el elefante Melvin y el tucán Sam, de Kellogg’s, por lo que mantengo relación con MMS Comunicaciones Guatemala, que está asociada a Leo Burnnett de Chicago, y ellos manejan esta multinacional, por lo que me pagan tarifa y regalías, debido a que estos personajes se van para los países de Centroamérica.
También heredé de Víctor Molina el Rey de Rayovac, que dice: “¿Cuál es la pila? Rayovac”, y los personajes extras del comercial se los puso Rodolfo Gutiérrez Machado. Este siempre lo grabábamos de noche porque él decía que tenía mejor calidad y podía tener a 16 actores en el estudio haciendo vocecitas.
Grabé los primeros anuncios para los multirrestaurantes de Manuel Kairé, que estuvieron en el sótano de Plaza Vivar, zona 1. En ese tiempo no había computadoras, por lo que el anuncio lo grabábamos de principio a fin. Con acento agringado decía: “Las hamburguesas más hamburguesas están en Jimmys”, y con acento mexicano: “Los tacos mexicanos más mexicanos están en Las Salsas”, y luego: “Jajá, el pollo loco más loco está en Pollo Loco”. Esto atrajo muchos clientes.
¿A cuántos personajes les ha dado voz?
Muchos. También hice el de Pollo Rey para la TV, que decía: “Hola, te concedo tres deseos”, y la mujer empezaba a pedir y por último solicitaba otro marido, y yo le decía: “Concedido”, y le aparecía otro marido, pero igual. Recuerdo que les puse voz a los pastelitos Winni. Hice la voz de muchos muñequitos. Recuerdo que me llamaban y me decían: Mirá, necesitamos ponerle voz a este muñeco, y me mostraban el dibujo hecho a mano, debido a que los diseñadores gráficos así hacían todo en esos años. Entonces, yo le inventaba una voz al personaje. También me daban un personaje que hablaba en otro idioma y yo lo interpretaba en español.
De igual manera doblé a modelos italianos en anuncios para Cemaco, pero los personajes más emblemáticos diría que fueron El Rey de Rayovac y los personajes de Kellogg’s.
¿Cómo se define por imitar tantas voces?
Pues como me definió radio TGW cuando desveló mi fotografía este año, en la galería de voces famosas: “locutor actor”, porque una cosa es leer bien y otra es vivir lo que se dice, porque lo sentimos, lo transmitimos como nuestro, y ese es el éxito de un comunicador.