Revista D

Michelle Recinos: Una nueva voz literaria en Centroamérica

La periodista ganó a sus 25 años el premio Monteforte Toledo Cuento 2022, por una historia que dirige la atención al espacio sociopolítico y en la cual propone una nueva forma de contar la actualidad regional tomando como referencia El Salvador.

Entrevista Michelle Recinos

Luego de la entrega del premio Monteforte Toledo en Guatemala, Recinos aseguró que estos certámenes literarios son “un oasis en el desierto y (...) espacios de resistencia, como las editoriales independientes”. (Foto Prensa Libre: Roberto López)

En 1997 se creó en Guatemala el premio centroamericano de novela Mario Monteforte Toledo, con el fin de rastrear historias cuyos autores habitaran y expresaran las diversas capas del contexto regional. Con el paso de los años el certamen comenzó a integrar cuentos, y desde entonces la propuesta narrativa es cada vez más amplia.

Ese año también nació Michelle Recinos, salvadoreña que, con un pie en el periodismo y otro en la literatura, transita un camino por las letras para hablar sobre las complejidades emocionales en territorios flagelados por la violencia estructural.

En octubre del 2022 Recinos se convirtió en la ganadora del referido galardón literario, luego de postular Barberos en huelga, una de las 683 propuestas que recibió el jurado del certamen y que terminó por destacar en el mar de textos recibidos por su planteamiento “original y frontal sobre la amenaza de los regímenes opresivos actuales (…) narrado desde una voz notable, con sentido del humor (…)”.

En esta conversación Michelle refiere su camino por las letras, una creación que fusiona el periodismo y la literatura, además de los desafíos en la representatividad y el impulso aguerrido por contar lo que “pocos quieren saber”.

¿Cuál es la búsqueda que intenta trazar en su obra?

Considero que la literatura puede cumplir funciones de denuncia y de registro de todo lo que está sucediendo en la cultura. Los temas recurrentes en mi obra tienen que ver con las complejidades de las emociones humanas, y la ficción me ha permitido utilizar otras licencias que el periodismo, por el rigor que implica, no lo permitiría.

¿Cuáles fueron los motivos que la llevaron a explorar esa cercanía entre la literatura y el periodismo?

Me di cuenta de que el espectro literario salvadoreño estaba colmado de referentes y autores muy machistas que hablan desde sus masculinidades establecidas, y en donde por su poder no hay mucho espacio para hablar sobre otro tipo de sentimiento y pensares.

Esa fue una de las principales motivaciones para escribir, porque creo que es importante seguir alumbrando sobre otras formas de ver el mundo que quizás no tienen espacio en una agenda tan machista.

Otra razón han sido los temas de coyuntura política y social. Ahora en El Salvador no es necesario inventarse muchas cosas, porque con todo lo que pasa a diario ya se tiene un montón de material para contar.

Si bien es cierto que mediante el periodismo también se puede hacer, el régimen de —el presidente Nayib— Bukele ha sido experto en hacer propaganda y en silenciar a los medios de comunicación y periodistas.

Por eso, a través de la escritura de la ficción veo la oportunidad de documentar los horrores que están sucediendo y que, por la misma censura, no salen tanto a la luz.

Entrevista Michelle Recinos
La joven periodista durante su visita a Guatemala en 2022. (Foto Prensa Libre: Roberto López)

¿Cómo nutre de ese trasfondo sociopolítico el cuento Barberos en huelga por el cual se le concedió el premio Monteforte Toledo 2022?

Diría que he tenido la horrible oportunidad de conversar con familiares de varias personas a las que han capturado injustamente durante los últimos años y que no han regresado. Cuando se cuentan esas historias desde la óptica periodística hay muchas cosas que no caben, debido al espacio o por las líneas editoriales que no permiten ciertos contenidos por el rigor que exige la profesión.

La historia Barberos en huelga no sigue a una víctima, sino a cualquier salvadoreño. Podría ser yo o cualquier persona que va viendo cómo el militarismo, el autoritarismo y el régimen de Bukele se va apropiando de todo un territorio, que en el cuento es una ciudad ficticia pero que claramente es una alegoría de El Salvador.

En el país, por los mismos problemas estructurales de violencia social que hemos tenido, se ha llegado a creer que el militarismo o que nos quiten derechos puede ser una solución. Quería intentar plasmar esa visión mayoritaria en el cuento, y es algo que tiene que ver, con aceptar la bota en el cuello, porque no hay otra alternativa.

Sus reflexiones dejan ver lo que ocurre en el contexto sociopolítico salvadoreño. ¿En esa conciencia influye que viva en El Salvador o hay un estímulo extra relacionado con su labor como periodista?

El periodismo me ha llevado a acercarme a esta realidad que muchos no quieren ver o contar. Sigo siendo una espectadora más, porque son situaciones que no estoy viviendo en carne y hueso, pero siempre busco tener un acercamiento directo, sin filtro, de las realidades que están atendiendo a la sociedad salvadoreña.

Estudié Comunicación social y antes de eso no estaba tan empapada de la realidad afuera de los cuatro muros del colegio. Cuando llegué a la universidad empecé a evolucionar y me di cuenta que la sociedad no era tan buena y que no todo era bonito como en el colegio.

Creo que al momento de entender la sociedad surgió en mí la idea de considerar la escritura porque tenía la habilidad para contar, y si era buena narrando, ¿por qué no iba a poder contar lo que quizá nadie quiere saber de las realidades?

Creo que al momento de entender a la sociedad surgió en mí la idea de considerar la escritura, porque tenía la habilidad para contar, y si era buena narrando, ¿por qué no iba a poder contar lo que quizás nadie quiere saber de las realidades? -Michelle Recinos

A través de la literatura también ha compilado varias de sus historias en antologías. ¿Cómo se fue dando ese pulso por querer crear un registro y materializarlo?

El trabajo de autoaceptación ha estado lleno de altibajos. Hace tiempo tenía un montón de escritos y algunas personas me decían que estaban buenos y por qué no los publicaba compilados. Lo que sucede es que nunca me creía narradora, y caí en la trampa de entenderlo como una especie de pasatiempo.

Luego de reunir varios textos decidí enviar una compilación a los Juegos Florales de El Salvador, pero no ganó. Me pregunté qué haría después y decidí publicarla. La antología se llama Flores que sonríen y se convirtió en una especie de rechazo al certamen de los Juegos Florales.

¿Cuáles son las posibilidades que tienen ahora las voces jóvenes para publicar en El Salvador?

Antes teníamos la DPI (Dirección de Publicaciones Impresas), que era estatal, pero ya no hay posibilidad de publicar con ella. Ahora no hay un espacio en el Estado, entonces suelen ser las pequeñas editoriales las que tienen en sus manos y sacan adelante la producción, divulgación y promoción de las nuevas voces.

¿Cómo ve el contexto de formación literaria en el país?

Hay una perspectiva muy común de que si alguien estudia Letras, de seguro saldrá como profesor de Lenguaje. En la actualidad hay más esfuerzos por llevar a cabo talleres literarios y vienen desde la forma independiente. Sobre todo, desde autoras como Susana Reyes o Jacinta Escudos, quienes están haciendo esfuerzos por promover talleres propios y de fomentar la literatura.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.

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