El necroturismo se divide en tres categorías. La primera es el necrotour, el cual consiste en recorrer las tumbas en busca del arte escultórico y arquitectónico, así como recordar las obras de los personajes que ahí descansan. El ghost tour es una visita que se enfoca en las historias fantasmales de la tradición lugareña e incluso el avistamiento de personajes como El Sombrerón o La Llorona. El fototour es para personas interesadas en aplicar las técnicas fotográficas nocturnas al tener como objeto la belleza arquitectónica del lugar.
Los cementerios en Guatemala que tienen potencial para desarrollar esta actividad son el de Antigua Guatemala, el Cementerio General de la capital y el de Quetzaltenango.
Es usual que el necrotour se combine con la visita a lugares cercanos, como volcanes o lagunas, ya que aún es necesario cultivar el interés cultural entre los guatemaltecos. Cabe resaltar que en Europa esta actividad tiene muchos adeptos, debido a que su costo es bastante bajo en comparación con el de aventura.
El turismo en cementerios se clasifica como urbano y fue implementado hace casi dos años en la ciudad de Quetzatenango, cuando se realizaban recorridos diurnos, pero desde el 2012 se han popularizado más los nocturnos.
El Instituto Guatemalteco de Turismo y el Instituto Técnico de Capacitación y Productividad instruyen a guías interesados en implementar esta actividad en Quetzaltenango. Sin embargo, quien desee disfrutar de este paseo debe elegir con cuidado, ya que la calidad de la experiencia reside en que el guía tenga amplios conocimientos de la historia local y nacional.
El Cementerio General de Quetzaltenango es uno de los más antiguos del país. Aunque empezó como un camposanto cantonal fue creciendo con los años; la fecha de su fundación data de 1840, que se ratifica en la tumba Félix López Monzón, alcalde segundo de la ciudad, fallecido el 2 de abril del mismo año.
Aspecto cultural
El cementerio de Xela está compuesto por tres áreas, una pública y gratuita, otra de tumbas monumentales y la última de nichos. En la primera, llamada La Loma, se refleja la cultura quiché que muestra un sincretismo entre las creencias católicas y mayas. También cuenta con una galera en la cual los dolientes de escasos recursos pueden velar a sus difuntos.
La segunda empezó a crecer durante el período liberal, desde 1840 a 1920, y cuenta con tumbas monumentales. “Los mausoleos eran ordenados por catálogo y traídos desde Italia, luego eran armados por arquitectos de la misma nacionalidad, entre ellos Alberto Porta”, afirma Augusto Ajcá, guía autorizado.
Este sector es rico en tumbas de distintas tendencias artísticas, como neoclásicas, neogóticas, románticas e incluso con clara influencia masónica.
También pueden observarse los panteones de grupos familiares de abolengo en Quetzaltenango, como los Sánchez, los Mendoza, así como de destacados hijos de aquel departamento como Manuel Estrada Cabrera, Manuel Lisandro Barillas, así como Domingo Betancourt, Andrés Galeotti Torres y Eusebio Ibarra, don Chevo.
Las concepciones religiosas y culturales de vecinos de otras nacionalidades también enriquecen el camposanto, por ejemplo, el panteón alemán, donde las tumbas no se cubren por encima ni ven hacia el oriente. El español también tiene sus características, como la que cualquier ciudadano de ese país que muera debe pasar seis años en el panteón y luego sus restos son trasladados al osario. Una corriente ideológica muy característica es la masónica que muestra tumbas con pisos en forma de ajedrez, bóvedas subterráneas, simbología egipcia y griega mezcladas.
Autorización
Esta actividad, que está debidamente autorizada por la Municipalidad y es supervisada por la Policía de Turismo y contribuye a que se conserve en mínima parte el cementerio, ya que cada día es depredado por quienes destruyen las tumbas con tal de robar cadenas, barras, rejas y todo objeto de arte o metal.
Debido a la falta de muro perimetral y de guardias permanentes, este histórico cementerio pierde cada día sus valiosas piezas de casi dos siglos de antigüedad.