Poco conocida
“Solamente hubo una edición publicada en España en 1959, por la Editorial Colenda y, con excepción de algunos ejemplares que el autor dejó en Guatemala, no se dio a conocer en el ámbito nacional”, dice Rozotto.
Negrura “sonó bastante en España durante su época por haber sido la obra ganadora del antiguo certamen literario Pedro Antonio de Alarcón (1958), como lo atestiguan los diarios españoles de la época”, agrega.
El académico opina que la novela “tampoco hubiera sido interesante para el público lector guatemalteco que en aquel entonces consumía otro tipo de narrativa de más popularidad, como las novelas del mismo Rodríguez Macal o las de Mario Monteforte Toledo, por ejemplo. Igualmente en los círculos críticos académicos, los comentarios sobre Negrura son mínimos y no se le da ninguna importancia dentro del corpus del escritor”.
Posguerra
El libro Negrura se publicó a los 14 años de terminada la Segunda Guerra Mundial. El concurso literario insistía en que las obras participantes fueran ambientadas en Europa. “Rodríguez Macal osó escribir sobre un tema que no solo era delicado para la época, sino también reivindicaba a ciertos sectores sociales alemanes que no habían estado a favor del nazismo”.
Es necesario, dice Rozotto, hacer hincapié en que la imagen de Alemania todavía estaba afectada a finales de la década de 1950, pues se seguía viendo a los germanos en relación al segundo conflicto global percibido como una reiteración de la Primera Guerra Mundial.
“Rodríguez Macal, con un pensamiento más abierto para comprender que no todo alemán fue partidario del nacionalsocialismo hitleriano, representa en Negrura a una sociedad alemana de posguerra en la que sobresalen los ciudadanos que quieren ver con optimismo hacia el futuro, a pesar de la negrura de pesimismo que se cierne sobre ellos, debido a que fueron ocupados por las fuerzas Aliadas. No contaban con naciones amigas a su derredor y todavía había resabios nazistas entre ellos”.
Protagonista
El principal personaje de Negrura se llama Frederick o Fred. “Es un alemán joven que, como muchos, se vio forzado a luchar en la guerra, por lo que tuvo que dejar familia, novia, amigos y estudios. Fred regresa a una existencia incierta después del conflicto armado, pero trata de ser optimista y busca oportunidades para salir avante”, cuenta el académico.
Otras obras
“Todos los que nos hemos ocupado de la obra de Rodríguez Macal pensamos inicialmente que el escritor empieza a romper con el criollismo a partir de Negrura, pero no es así. Si bien hay otras obras de tema urbano que él escribió, la mayoría de lo que dejó inédito o inconcluso lo atestigua de otra manera”, dice Rozotto.
Por un lado, explica, se encuentran algunos cuentos de temática citadina, pero la mayoría sigue siendo bastante criollistas. Se sabe de Cuatro cuentos diferentes, obra inédita con la que en 1960 obtuvo el primer lugar en el Certamen Nacional Permanente de Ciencias, Letras y Bellas Artes de Guatemala. También dejó un libro inconcluso titulado José Cruz.
“No se sabe el paradero de ninguno de estos dos textos. A todo esto hay que añadir varios cuentos que publicó en revistas y periódicos en Guatemala y otros países (Chile, Argentina, España) y que a la fecha no han sido antologados”.
Triple ganancia
El rescate de la novela Negrura, “representa una triple ganancia”, indica el doctor en Literatura David Rozotto.
“Primeramente nos provee otra faceta literaria del escritor, mediante la cual podemos observar parte de su perspectiva intelectual sobre otras partes, personas e historias del mundo. Sienta las bases para escudriñar a fondo sus otros escritos ensayísticos, literarios y periodísticos”, dice.
En segundo lugar, menciona que su publicación en Guatemala “también viene a enriquecer la literatura nacional, presentando otra visión sobre los alemanes durante un periodo en el que se los denostaba por la entonces reciente Segunda Guerra Mundial, baste leer los diarios y la literatura de aquellos tiempos”. El doctor hace hincapié en que por aquella época en el país había una de las comunidades más grandes de alemanes en Latinoamérica. “La mayoría fueron expulsados del país y sus posesiones nacionalizadas debido a presiones geopolíticas sobre el gobierno guatemalteco; todo esto proveyó los argumentos para otra novela de Rodríguez Macal, Jinayá. Esto también enciende la curiosidad del porqué esa preocupación de este escritor por sus contemporáneos alemanes, tanto dentro como fuera de Guatemala”.
La tercera ganancia que señala es “la contribución que esta obra y su estudio aportan a los estudios transatlánticos; un nuevo campo interdisciplinario que se encarga del estudio de los enlaces culturales, políticos y socioeconómicos a través del Atlántico. En el caso de Negrura, podríamos establecer la conexión cultural entre Guatemala y Alemania desde la perspectiva de un guatemalteco escribiendo sobre alemanes durante su estadía en Europa (España)”.
Fragmento
Es la primera vez que Negrura se publicará en el país, y la segunda ocasión desde 1959. “Escogimos esta obra precisamente por ello. Sabemos que va a interesar mucho a los lectores fieles a Rodríguez Macal, como a un nuevo público”, expresa Irene Piedra Santa, directora de la editorial que publicará la novela.
El 28 de junio se festeja el centenario del nacimiento del autor, ese día será la presentación del libro, la actividad es parte de un programa para rendirle homenaje el resto del año. También se trabajará una edición extraordinaria de La mansión del pájaro serpiente, con ilustraciones de Thor Janson, y la obra Virgilio Rodríguez Macal, el hombre, el escritor y el intelectual, de David Rozotto.
El siguiente, es un fragmento del primer capítulo de Negrura, ilustrada por Juan Carlos Calderón.
Los pasos eran lentos. Eran unos pasos lentos, calculados. Iban de uno a otro extremo de la calle y volvían. Todo estaba destruido. El bombardeo, los cientos de bombardeos habían destruido todo. Solo el alma del que marcaba aquellos pasos aun no lo estaba, aparentemente.
Iba y venía por aquella acera húmeda, lóbrega, y observaba el letrero que anunciaba un renacimiento raquítico. Era una fábrica que intentaba abrirse. Era como el ansia de volver a una normalidad que había sido anormalizada. En medio de los escombros se anunciaba la apertura de una fábrica y él tenía esperanzas. Quizá podría volver a incorporarse a la vida, eso que él había conservado físicamente por un verdadero milagro. Tal vez toda la muerte que vio en los últimos años, la muerte que deambuló incansablemente, como algo dotado de una vida poderosa e insaciable durante los años-siglos de guerra, se había agotado ya y la vida asomaba, medrosa y tímida, atisbando a los seres que se movían entre los escombros de grandes y pequeñas masas de edificios, supervivientes de un cataclismo inenarrable. Todo se renueva en el universo. Y él deseaba renovarse.
Era un hombre común. Ni flaco ni gordo, de estatura mediana, ni buen mozo ni feo. Era corriente. Pero tenía algo que no tuvieron todos los que fueron a la guerra: la integridad física. Estaba entero. Nada le faltaba a su cuerpo. Estaba con sus brazos, sus piernas, su rostro, sanos. No había la huella de la metralla en él. Había salido de la hecatombe entero.
La negrura del mundo lo había dejado blanco exteriormente… Pero en el fondo de su alma sí que había negrura. Era una negrura amarga, oscura como la negrura sólida de las grandes cavernas bajo la tierra. Había salido ileso después de seis años de combatir, seis siglos de no saber si se está de este o del otro lado del Gran Misterio… Es verdad que su cuerpo se había librado, pero… ¿Y el espíritu? Muchas cosas había visto y vivido dentro de la muerte, muchas vidas e historias había visto esfumarse en la negrura. ¡La guerra, la guerra!… ¿Para qué? ¿Quién la hizo, quién la desencadenó, quién la fomentó, quién la ganó?… Pero, ¿la había ganado alguien?… ¡Negrura, negrura!