Reveló, por ejemplo, que para su papel se inspiró en un maestro que tuvo en la secundaria llamado Wenceslao Rodríguez, a quien todos llamaban cariñosamente Chelayo.
“Fue a él a quien le copié el ‘ta ta ta tá’ que hacía cuando se enojaba el Profesor Jirafales. Era un viejecito que era muy buen maestro, muy buen hombre, pero que cuando lo hacíamos perder la paciencia le salía el ta ta ta tá”.
En su libro Después de usted. Las memorias del profesor más querido de América Latina, Aguirre cuenta que antes de llegar a ser el Profesor Jirafales voló aviones, fue reportero taurino, estudiante de agricultura, ejecutivo de televisión, locutor, escritor, actor de telenovelas y hasta torero. Esa era una actividad que le apasionaba y a la que hubiera querido dedicarse, pero sus 1.95 metros de estatura no se lo permitieron.
Al final, Aguirre, que ahora tiene 80 años, se hizo famoso como una de la figuras de El Chavo del Ocho, uno de los programas de televisión más exitosos en América Latina. Su creador fue el recientemente fallecido Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito, amigo entrañable de Aguirre.
Gracias a su valor para torear, Aguirre conoció a su esposa Consuelo. Fue en una novillada de toros en la ciudad de Torreón, cuando ambos apenas tenían 18 años. La vio en el tendido, sentada junto con sus amigas y le gustó tanto que para impresionarla saltó al ruedo y recibió al toro a porta gayola, es decir, de rodillas. Logró impresionarla y a la fecha siguen juntos y tuvieron siete hijos.
DPA