Una nueva vida
El 8 de agosto del 2015 el destino de Lucero de Jesús tuvo un giro radical, cuando María José Ordóñez decidió adoptarla. Su primer objetivo fue mejorar su calidad de vida, por lo que encontró la manera de que caminara con facilidad y que no se mantuviera echada y “deprimida”, cuenta Ordóñez.
Así que buscó en internet alternativas para su discapacidad. La mayoría de páginas la remitían a comprar una silla de ruedas, pero el problema era que solo se fabrican en países como México, Argentina, Colombia y Estados Unidos, entre otros.
De pronto encontró en Facebook una con el nombre de Sillas de ruedas para tu mascota, que opera en Guatemala. Buscó el nombre del fabricante y descubrió que era Luis Aldana. De inmediato se puso en contacto con él y juntos buscaron una madrina que proporcionara Q300 para fabricar el aparato.
A los ocho días Lucero de Jesús ya tenía su silla de ruedas, aunque, por supuesto, no se animaba a dar sus primeros pasos, porque le era extraño e incómodo el aparato. María José cuenta que unos 15 días después, la perrita caminó sus primeros metros. Ahora ya anda como “Juan por su casa”, expresa.
Promesa de ayuda
Aldana es un empresario que se dedica a la venta de hamburguesas caseras en la calzada Aguilar Batres, pero desde diciembre del 2014, como labor social, dedica su tiempo libre a fabricar sillas para mascotas. Hasta la fecha ha concretado 135, de las cuales cinco envió a Nicaragua y tres a Honduras.
Con satisfacción relata que unos 25 animales volvieron a caminar después de usar por un tiempo el artefacto. Entre sus beneficiarios están tres gatos y un conejo, el que falleció un mes después de tener su prótesis.
Cuando se le pregunta a Aldana cómo le surgió esta idea, cuenta que en el 2014 la mascota de su madre, un schnauzer llamado King comenzó a mostrar problemas al caminar, “perdía el equilibrio y se caía”, por lo que decidieron llevarlo con el veterinario, quien descubrió que tenía fracturadas las últimas tres vértebras.
Buscaron dónde vendían sillas de ruedas, pero no encontraron. En internet se enteraron de que se fabricaban en Paraguay, Argentina, México, Colombia y EE.UU., por lo que algunos amigos le recomendaron que buscara tutoriales en YouTube y que se atreviera a fabricarla.
Tomó el consejo al pie de la letra y se prometió que si funcionaba ofrecería sus servicios y cobraría únicamente el costo de los materiales, que oscila entre Q350 y Q400, suma con la que compra tubos PVC, codos, uniones, rodos, ejes y cinchos de plástico. “Por eso hago esto como labor social”, reitera Aldana.
Todo por Rocky
A mediados de septiembre del 2013, Joaquín Abac y su esposa Miriam Morán recibieron en su albergue temporal para perros, en Huehuetenango, a Rocky, de unos 45 días de nacido. El cachorro lo había tirado su propietario desde un tercer piso, lo que le provocó fracturas en las cuatro patas, la columna y los dientes.
El interés de Abac por los canes lo motivó a hacer todo lo que estuviera a su alcance para salvar a Rocky, a pesar de que el veterinario le recomendó “dormirlo”. Tomó una valija, la despedazó y dispuso fabricar una especie de “carrito para bebé”, pero no le funcionó, por lo que compró tubos PVC y cinchos de plástico y creó su primera silla de ruedas (ha construido ocho).
Hoy la familia Abac cuida 73 perros, pero desde el 2005 han dado en adopción 400. El interés de esta pareja por los llamados mejores amigos del hombre comenzó en 1995, cuando acogieron a los primeros.