Revista D

Una vida tras los libros

Lleva 46 años entre estanterías,  ha organizado casi una docena de  bibliotecas.

Jorge Arturo Estrada tiene puesta una camisa de manga larga, un chaleco de lana y una corbata con un nudo perfecto. Se sienta con la espalda recta apoyada en la silla. Es meticuloso hasta para tomar la taza de café. Da la impresión de ser uno de esos ceremoniosos archiveros que detrás del escritorio siempre tienen una respuesta puntual. En realidad eso es, un bibliotecario con casi medio siglo de experiencia.

Ha sido catedrático y expositor internacional y organizado casi una docena de bibliotecas. Está convencido de que el sistema para clasificar libros es útil para ordenar cualquier cosa, incluso si se trata de encontrar en segundos un plano entre mil 500.

Más de la mitad de su vida la ha pasado entre estanterías. Trabaja en una oficina de arquitectos donde tiene el reto de ordenar mil 500 planos y mapas.

¿A qué edad comenzó con este trabajo?

La parte práctica, en 1979, y la profesional después de graduarme de licenciado en Bibliotecología, por la Universidad de San Carlos (Usac), en 1988.

¿Cuánto tiempo tiene en esta profesión?

46 años.

Prácticamente toda su vida ha estado relacionada con los libros.

Mi hermano era bibliotecario de la facultad de Humanidades de la Usac y decidió viajar a Estados Unidos. En ese entonces yo tenía 17 años. Me preguntó si estaba interesado en quedarme con esa plaza. La idea de tener un trabajo formal me entusiasmó y acepté. Ahí comencé a tomarle amor a los libros.

La biblioteca de la facultad estaba ubicaba donde hoy se encuentra el Bufete Popular de la Usac, en la zona uno.

En cuanto a la facultad, era una pequeña pero muy estudiosa. Tuve la oportunidad de tratar con muchas eminencias como Salvador Aguado, José Mata Gavidia y Carlos González Orellana. Mi maestro fue el doctor Aguado, ya que conocía la biblioteca como la palma de su mano. Él me indujo a leer, afortunadamente no había llegado la tecnología.

¿Qué le recomendó leer?

Me sugirió hacerlo de manera gradual, que comenzara con la literatura guatemalteca de José Batres Montúfar y José Milla y Vidaurre y continuara con los españoles y los italianos. Me motivó a conocer otras disciplinas que todo bibliotecario debe saber. En la práctica no se sabe el tipo de usuario que va a requerir los servicios.

¿Cuántas bibliotecas ha organizado?

En la biblioteca del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) tuve mi primer trabajo como bibliotecario independiente, es decir, sin guía. Después laboré en Costa Rica, Honduras, El Salvador y Panamá, donde fue mi primer contacto con la tecnología. También organicé las bibliotecas de Arte de la facultad de Humanidades, la Policía Nacional Civil, Cementos Progreso, ingenio Pantaleón, Instituto Centroamericano de Estudios Políticos, Liceo Javier, Ministerio de Educación, Universidad Rafael Landívar (URL) y el Instituto Guatemalteco Americano (IGA).

¿Cuál es el primer reto con el que se encuentra un bibliotecario?

Son varios. El primero es pararse frente al lector y estar preparado para responder sus solicitudes. Segundo, adaptar las bibliotecas a la infraestructura que existe; son muy contadas las instituciones que cuentan con un presupuesto amplio. En Guatemala solo hay una que fue diseñada para ese fin, la de la Usac.

¿Qué características debe tener una buena biblioteca?

El sol debe darle de manera indirecta, porque los libros se deterioran; el papel se pone amarillento cuando les da en forma directa. Es fundamental que esté aislada de la humedad. También es importante el lugar donde se colocan las luces indirectas. En la biblioteca del IGA, por ejemplo, la altura de las lámparas es acorde con la posición de las mesas. Además, de los libros se debe contar con colecciones para la hemeroteca, mapoteca, videoteca y pinacoteca.

¿Podría contar algunos secretos para conservar los libros?

Evitar las fotocopias, tener soportes adecuados para los ejemplares, puede ser un atril, por ejemplo; no pasar los dedos con saliva en las páginas para no ensuciarlos; abrir las páginas para que reciban aire de vez en cuando. La madera de las estanterías debe estar curada. No usar un trapo mojado para limpiar el polvo de los lomos, emplear un plumero.

¿Cuáles son los libros más curioso que ha encontrado?

En España funciona la editorial Aguilar, que antiguamente trabajaba mucho con papel cebolla y portadas de cuero., esta editó las obras de Miguel Ángel Asturias. Lamentablemente se perdieron muchos de esos ejemplares cuando fueron trasladados de la biblioteca de Humanidades a la biblioteca Central de la Usac. ¡Era una colección bellísima! En mis manos tuve la tesis de Asturias y las primeras versiones de don Quijote de la Mancha, que calculo datan de finales de XIX.

En el quinto piso de la biblioteca Central de la Usac está el Departamento de Depósito Legal. Ahí está todo lo que han escrito los autores guatemaltecos y los extranjeros sobre Guatemala. Creo que es importante para cualquiera que lleve a cabo una investigación y se le dificulte hallar libros en otras bibliotecas, saber que en ese lugar puede encontrarlos.

¿En qué trabaja actualmente?

En un archivo de mapas y planos de una firma de arquitectos.

Organizar el archivo de una compañía de arquitectos, puede ser curioso.

Todo lo que genera información es un documento y uno lo que aplica son técnicas especializadas. Calculo que son unos mil 500 planos y el objetivo es dejarles una guía.

¿Cuál es el futuro de su profesión?

Trabajamos en un proyecto en la iniciativa de Ley de Unidades de Información Documental con la Asociación Bibliotecológica de Guatemala, que tiene unos 150 asociados. Nuestra intención es lograr el reconocimiento público de las bibliotecas, lo cual obligaría a crearlas en todo el país y que se reconozca la profesión de bibliotecario en la Ley de Servicio Civil. Esperamos que el proyecto esté preparado antes de fin de año para que sea revisado por el departamento jurídico de la Usac y presentarlo ante el Congreso.

En un momento de la entrevista usted dijo: “Afortunadamente no había llegado la tecnología”.

No es que exista un divorcio entre las versiones digitales y las impresas, se trata de dos situaciones distintas. Muchas bibliotecas en el interior se nutren de las de papel. Todo ha ido cambiando.

Se sigue considerando un defensor de las colecciones de papel.

Ayudé en el programa de digitalización de las tesis en la URL, por ejemplo, por lo que no podría estar en contra de la digitalización. Creo que nuestra tarea como bibliotecarios es facilitarles las cosas a los usuarios y que tengan la oportunidad de consultar ambas opciones, tanto las versiones digitales como las de papel.

¿Qué se puede aprender en una biblioteca, además de leer?

A socializar, a trabajar en equipo, a seguir normas en las salas de estudio y adquirir una correcta postura al sentarnos. Aprendemos sobre la vida.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: