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Contreras: El orgullo de Nimajuyú no se separa de sus raíces

Apenas tenía 4  años cuando sufrió el golpe más  duro en su vida.  José Manuel era  el más pequeño de la familia  Contreras y Contreras y un  día les avisaron que su padre,  José Manuel, había sufrido  un  accidente y perdió la vida.

JOSÉ CONTRERAS domina el balón, durante el entrenamiento de la Sele en el Proyecto Goal.

JOSÉ CONTRERAS domina el balón, durante el entrenamiento de la Sele en el Proyecto Goal.

La tragedia invadió al hogar, que estaba fortalecido,  pero que sufrió la perdida del  pilar: el hombre que cada do mingo le ponía la camisola  blanca al hijo pequeño y se lo  llevaba al estadio a observar al  equipo de sus amores, Comunicaciones.

Así que un día su madre,   Auri, hizo las maletas y se  mudaron a Atescatempa, Jutiapa. Ahí radica toda la fa milia, y lo que más se ne cesitaba era apoyo y cariño.  Los pequeños fueron abriga dos por abuelos y tíos. Sin  embargo, esa aventura solo  duró dos meses y volvieron a  casa, a la pequeña vivienda  de  la colonia Nimajuyú, en la  zona 21, en donde se han es crito las mejores historias de  los tres hermanos: Hugo Leo nel —8 años— y Alba María  —3 años—.

Las circunstancias hicie ron que Auri tomara el rol de  padre y madre.

Así que todos los días de bía quedar listo el almuerzo,  para que el hijo mayor cuidara  a sus hermanos, los pasara a  recoger  a la escuela y les diera  comida. Así fue el diario vivir  de los tres pequeños durante  muchos años.

“Mi  niñez fue muy dura y  me afectó mucho no tener a  mi papá. Fui rebelde y no  aceptaba muchas cosas”, re conoce José Manuel, quien re cuerda que cada fin de año al  salir de estudiar se iban los  tres hermanos desde octubre  hasta diciembre a Atescatem pa, porque Auri debía buscar  otros dos empleos para reunir  el dinero de la reinscripción,  de los útiles y los regalos de  Navidad.

 Esos casi tres meses, Auri  se quedaba sola y sería en  diciembre cuando volvería a  tener juntos de nuevo a sus  hijos, los tres pequeños que le  alegraban la vida.

“Mi mamá siempre nos dio  lo primordial; quizá tuvimos  algunas carencias, pero tenía mos su amor, que era lo pri mordial”, asegura el Moyo.

El primer equipo

Conforme pasó el tiempo,  el menudo jugador se hacía  cada vez más fuerte en los  campos de tierra de la co lonia de la zona 21, y como la  familia era futbolera, no ha bía nada mejor que pegarle a  una pelota y esperar cada  cumpleaños o Navidad para  recibir los esperados zapatos  de futbol.

Un día sus primos Omar y  Nery lo invitaron a que fuera a  los campos del Cejusa en la  zona 11, y así se unió al club  Menedy, con el que aprendió a  afinar esa pierna derecha que  lo hace diferente al resto de  jugadores.

Con 16 años, su primo Wil fredo lo presentó con Mario  Menjívar, quien lo invitó a  entrenarse con Comunicacio nes en la Sub 15 y ahí lo  entrenó José Luis González y  William Olivera. Así comenzó  una carrera que parece que  nunca se romperá.

 La ilusión de mantenerse  en el equipo hacía que no le  pesara el trajín diario, ya  que estudiaba por las ma ñanas y por las tardes via jaba todos los días a Ama titlán para entrenarse, aun que a veces le daba jalón  Milton Medina.

Ya en la categoría especial,  lo entrenaba Iván Franco So pegno. Además, recibía cada  día los consejos e instruccio nes de su gran maestro Luis  Grill Prieto (q. e. p. d.).

 El gran debut

Hace 10 años Contreras su bió de la categoría especial al  equipo mayor, y el técnico, en  ese momento Horacio Cor dero, lo convocó para un par tido en Morales, Izabal frente  a Heredia. “Debés estar pre parado, porque podés entrar”,  le dijo el estratega argentino.

Una de las mejores noti cias fue que compartiría ha bitación con Rigoberto la  Chula Gómez, quien le trans mitió confianza y el gran mo mento llegó. “Contreritas, vas  a entrar”, le dijo  Cordero. Era  el cambio por Diego Latorre,  la estrella del equipo.

“Justo cuando entro, y que  nos anotan. Por momentos su frí, pero rápidamente me aco modé. Al final ganamos”,  cuenta con un brillo especial  en sus ojos. Desde ese mo mento era el cambio fijo y  siempre tenía actividad unos  25 minutos.

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