Así que un día su madre, Auri, hizo las maletas y se mudaron a Atescatempa, Jutiapa. Ahí radica toda la fa milia, y lo que más se ne cesitaba era apoyo y cariño. Los pequeños fueron abriga dos por abuelos y tíos. Sin embargo, esa aventura solo duró dos meses y volvieron a casa, a la pequeña vivienda de la colonia Nimajuyú, en la zona 21, en donde se han es crito las mejores historias de los tres hermanos: Hugo Leo nel —8 años— y Alba María —3 años—.
Las circunstancias hicie ron que Auri tomara el rol de padre y madre.
Así que todos los días de bía quedar listo el almuerzo, para que el hijo mayor cuidara a sus hermanos, los pasara a recoger a la escuela y les diera comida. Así fue el diario vivir de los tres pequeños durante muchos años.
“Mi niñez fue muy dura y me afectó mucho no tener a mi papá. Fui rebelde y no aceptaba muchas cosas”, re conoce José Manuel, quien re cuerda que cada fin de año al salir de estudiar se iban los tres hermanos desde octubre hasta diciembre a Atescatem pa, porque Auri debía buscar otros dos empleos para reunir el dinero de la reinscripción, de los útiles y los regalos de Navidad.
Esos casi tres meses, Auri se quedaba sola y sería en diciembre cuando volvería a tener juntos de nuevo a sus hijos, los tres pequeños que le alegraban la vida.
“Mi mamá siempre nos dio lo primordial; quizá tuvimos algunas carencias, pero tenía mos su amor, que era lo pri mordial”, asegura el Moyo.
El primer equipo
Conforme pasó el tiempo, el menudo jugador se hacía cada vez más fuerte en los campos de tierra de la co lonia de la zona 21, y como la familia era futbolera, no ha bía nada mejor que pegarle a una pelota y esperar cada cumpleaños o Navidad para recibir los esperados zapatos de futbol.
Un día sus primos Omar y Nery lo invitaron a que fuera a los campos del Cejusa en la zona 11, y así se unió al club Menedy, con el que aprendió a afinar esa pierna derecha que lo hace diferente al resto de jugadores.
Con 16 años, su primo Wil fredo lo presentó con Mario Menjívar, quien lo invitó a entrenarse con Comunicacio nes en la Sub 15 y ahí lo entrenó José Luis González y William Olivera. Así comenzó una carrera que parece que nunca se romperá.
La ilusión de mantenerse en el equipo hacía que no le pesara el trajín diario, ya que estudiaba por las ma ñanas y por las tardes via jaba todos los días a Ama titlán para entrenarse, aun que a veces le daba jalón Milton Medina.
Ya en la categoría especial, lo entrenaba Iván Franco So pegno. Además, recibía cada día los consejos e instruccio nes de su gran maestro Luis Grill Prieto (q. e. p. d.).
El gran debut
Hace 10 años Contreras su bió de la categoría especial al equipo mayor, y el técnico, en ese momento Horacio Cor dero, lo convocó para un par tido en Morales, Izabal frente a Heredia. “Debés estar pre parado, porque podés entrar”, le dijo el estratega argentino.
Una de las mejores noti cias fue que compartiría ha bitación con Rigoberto la Chula Gómez, quien le trans mitió confianza y el gran mo mento llegó. “Contreritas, vas a entrar”, le dijo Cordero. Era el cambio por Diego Latorre, la estrella del equipo.
“Justo cuando entro, y que nos anotan. Por momentos su frí, pero rápidamente me aco modé. Al final ganamos”, cuenta con un brillo especial en sus ojos. Desde ese mo mento era el cambio fijo y siempre tenía actividad unos 25 minutos.