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Fernando Velásquez : “Ahora hasta firmo autógrafos”

En la casa de sus  padres, en San  Rafael La Laguna, zona 18, lugar  donde se guardan todos los recuerdos de su  infancia, comienza la historia  de Luis Fernando  Velásquez,  quien llegó en la búsqueda del  sueño de ser futbolista a Municipal, en 1997, como defensa  central.

Luis Fernando Velásquez, preparador físico guatemalteco que trabaja en el futbol hondureño. (Foto Prensa Libre: Archivo)

Luis Fernando Velásquez, preparador físico guatemalteco que trabaja en el futbol hondureño. (Foto Prensa Libre: Archivo)

Ahora, con 33 años de edad,  aquel niño que salía en bicicleta, que jugaba con una  pelota de plástico en la calle y  que exploraba los barrancos y  los ríos de su zona con los  amigos de la cuadra,  posee  una Licenciatura en Deportes  por la Universidad de San  Carlos  de Guatemala.

Desde junio pasado se convirtió en preparador físico del  Real España de Honduras,   junto al técnico costarricense  Hernán Medford. En una vi sita al país aprovechó para  recordar y contar aspectos de  su vida y carrera.

¿Cómo comenzó la aventura en el futbol?

Quería ser futbolista. Había empezado a entrenarme  con las fuerzas básicas de Municipal cuando no eran tan  formales las categorías Sub 15  y Sub 17, con el profesor Luis  Grill (q. e. p. d.). Por los estudios no podía seguir entrenando, entonces solo jugaba en el Cejusa los domingos. De ahí, el entrenador  Wálter Williams me llevó a  jugar a Futbol Futuro de Villa  Nueva, en la Tercera División.

¿Y cómo fue el cambio de   futbolista a preparador físico?

Regreso a Municipal en el  2001, cuando David Gardiner  toma el mando de las fuerzas  básicas. Por la edad, yo no  entraba en las categorías inferiores, por lo que deseaba  hacerme una prueba con el  equipo mayor que dirigía Horacio Cordero. Al final no se dio, por lo que Gardiner me  dijo que la única forma de que  me quedara en el futbol era  que tomara la Sub 14 para  aprovechar que yo estudiaba  la Licenciatura en Deportes, y  así empezó todo el 14 de junio  del 2001.

¿Entonces fue una década  en Municipal, de trabajo y  aprendizaje?

Cuando se fue Gardiner  del equipo, llegó  Carlos Ruiz  —técnico argentino— con  Rubén González —preparador físico— a trabajar. Ruiz  fue claro y me dijo que yo  nunca podría ser entrenador y  lo entendí, porque no iba a  tener  el respaldo de una carrera como futbolista. Entonces pensé que como preparador físico no se necesitaba  tanto, y empecé como asistente de Rubén González en la  Sub 15 y Sub 17.

¿Cómo llegó a trabajar con  el equipo mayor?

Hubo muchos cambios de  entrenadores en el equipo,  después de Horacio Cordero  —argentino— vino Éver Almeida —paraguayo—; de ahí  Enzo Trossero —argentino—,  y luego el Chino —Jorge—  Benítez. Ahí es cuando empiezo a trabajar con la Sub 20  por las tardes y de  asistente de  González en la mayor.

¿Seguía de  asistente de  González?

Sí, porque cuando Carlos  Ruiz sube al equipo mayor,  luego de la salida de Benítez,  Rubén se va con él, pero yo  quedo encargado de todas las  fuerzas básicas. Gran parte de  todo lo que he aprendido se lo  debo a él y a don Ernesto  Villa, que siempre me apoyó.

¿En qué momento empiezan los problemas en Municipal?

Cuando llega Daniel Berta  se arruinaron las cosas en las  fuerzas básicas. Él tenía la idea  de no hacer sesiones de pesas y  solo trabajar montaña. No com partíamos en muchos criterios,  y después empezó a sacar jugadores que desde mi punto de  vista debían quedarse.

¿Cómo quiénes?

Hubo varios, como Kevin  Arriola o  José Andrade. Kevin  se fue al mes que me fui yo. El  único que lo defendía era Ed dy Espinoza, pero quien mandaba era Berta.

Entonces, ¿ya no estaba en  las  fuerzas básicas?

No, mientras estuvo Berta.  Entonces el técnico Guilherme Farinha pidió que solo  trabajara con el equipo mayor,  siempre de asistente.

¿En qué momento decidió  irse?

Cuando Selvin Ponciano,  ya como gerente, me dice que  las cosas están complicadas y  que debía haber vuelto a la  Sub 20. Le expliqué que con  Berta no podía trabajar, pero  me ordenó que tenía que regresar a fuerzas básicas.

¿Fue un despido indirecto?

Sí, porque también me bajaron el salario y me ofrecieron pagar por hora, que   sería más o menos el 10 por  ciento de lo que ganaba. Como no tenía nada, acepté.

¿Cuándo se da el primer  acercamiento con Xelajú?

Una vez que fuimos a jugar  allá —Quetzaltenango—, Rubén  González me presentó a Carlos  Jurado —exentrenador chivo—,  quien había sido su técnico en  Cienciano de Perú y siempre me  había dicho que estaba a las  órdenes y que si algún día necesitaba algo que lo llamara. Al  salir de hablar con Ponciano lo  llamé, y me dijo que alistara mi  currículo y que cuando estu viera fuera del equipo me comunicara de nuevo.

¿Y así decidió irse?

Para ese entonces ya es taba el técnico Javier Delgado  y yo ayudaba a Rubén  cuando  me llamó Ponciano para des pedirme. Delgado me dijo que  hablaría con el presidente  —Gerardo Villa— porque él  me necesitaba. Al sábado siguiente me llamó Rudy Juárez, de Xelajú, que me quería  como coordinador de ligas  menores, y acepté.

¿Está dolido con  Municipal?

Para nada. La institución  no tiene la culpa de las malas  decisiones que tomó Daniel  Berta en las fuerzas básicas.

¿Cómo fue la experiencia  de llegar a Xela?

El 24 de junio del 2011 me  presenté. Esa fecha la tengo  muy clara porque era el cumpleaños de mi abuela Fermina  Cifuentes, quien era quetzal teca y seguidora del equipo.  Empecé a trabajar con las categorías Sub 13, 15 y 17 en julio  y agosto. Cuando Jurado se  fue a Perú y luego se retiró  Víctor Scheid me pidieron los  directivos que me hiciera cargo del equipo mayor mientras  llegaba el preparador físico de  Hernán Medford, quien ya  ha bía sido contratado.

¿En qué cambió la llegada  de Medford?

Yo entrené al equipo dos  días  con el Zurdo —Javier—  González. Medford llegó y vio  el trabajo. Después me pro puso que me quedara como su  preparador porque él venía  solo, y acepté. Recibí el apoyo  de los directivos, con la sal vedad de que si las cosas no  salían bien ya no podría regresar a las inferiores.

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