Recordado
“El futbol se trae en la sangre, no es cuestión de casualidad. En mi tiempo se jugaba por pasión y no por otros intereses”, comentaba siempre a su familia.
Masella fue considerado por muchos aficionados en su tiempo como el Di Stefano guatemalteco, por su rapidez, gran habilidad e inteligencia para encontrarse con el balón y definir las jugadas.
“Siempre fue admirador del Real Madrid, además le decíamos que en sus ojos azules llevaba el color de la bandera de Guatemala”, recuerda Juan Carlos Quan, yerno de Masella.
Se caracterizó por hacer jugadas a balón parado y se encargaba de ejecutar los penaltis, para lo cual se entrenaba con mucha dedicación.
Pese a su estatura, 1.69 metros, se dio a conocer como un hombre habilidoso en el medio campo de mucha lucha, por lo que de ahí ganó el sobrenombre de Pingo.
Con 16 años
Desde joven el sanarateco empezó a destacar en el futbol nacional. El Pingo, se vistió de blanco muy temprano. A los 16 años sus registros empezaron a sonar.
Los albos lo colocan como uno de los jugadores destacados durante la primera época de su historia, junto a Cony Aragón, Chapuda Morales, Tacuazín Ortiz, Eduardo de León y Enrique Rodríguez, entre otros.
En ese período Pingo Masella le permitió actuar en varios duelos amistosos ante grandes rivales internacionales como Boca Juniors y Millonarios de Colombia, Celta de Vigo de España, Atlas y Marte de México, Audaz y Universidad Católica de Chile, Vasco da Gama y Palemeiras de Brasil, y Rampla Juniors de Argentina.
Bajo el mando del entrenador español José Casés, los cremas conquistaron su primer título, plantel que integró con mucha experiencia el Pingo.
El 20 de agosto de 1960, los cremas se enfrentarían al equipo más fuerte de España y del continente europeo, el Real Madrid. El Pingo Masella estuvo en este duelo en el Mateo Flores, que albergó el histórico partido y que, según las crónicas de esas época, consiguió un lleno de casi 60 mil personas.
Todos querían aplaudir a las figuras cremas ante el poderoso rival, que era encabezado también por Alfredo Di Stefano, Ferenc Puskas y Francisco Gento.
El marcador terminó 4-0 en favor de los españoles, con dos goles de Di Stefeno, uno de Ruiz y otro de Gento.
Juego hecho poesía
En 1966, la revista Escenario de Gol publicó una nota en la que decía: “Es uno de los pocos patrulleros de antaño que aún bregan en las canchas de Guatemala”, al referirse al Pingo Masella, quien buscó en varias oportunidades de convertirse en entrenador.
“Pertenece a la patrulla romántica de los que están enamorados del futbol. Sabe que todavía puede hacer algo bueno y allí está, buscando un cuadro que quiera aprovechar su experiencia y su pasión”, describió Escenario de Gol.
“El cerebro es lo de siempre. Una claridad asombrosa en la visión del juego, una extraordinaria picardía, una clase indiscutible”, agrega.
El estratega Carlos Enrique el Ronco Wellmann le permitió ser su asistente técnico en 1967, cuando dirigió a los albos y a la selección.
Masella será recordado por su pasión y entrega en el balompié nacional, principalmente por sus grandes actuaciones en Comunicaciones y la Selección Nacional.