Este acontecimiento le cambió la manera de pensar, y desde entonces ha desarro llado varios trabajos: laboró en un pinchazo, vendió globos y zapatos, y ayudó a su padre, Abel, en la albañilería.
“Fue muy duro perder a mis hermanos y mi familia aún lo siente, porque nos qui taron algo muy grande. Des pués de esto tuve que trabajar y mi primer oficio fue con don Carlos, quien tenía una venta de globos, luego estuve con unos amigos en un pinchazo, pero no me pagaban, por lo que no le gustó a mi mamá”, cuenta Héctor.
Por sus estudios, y ahora el deporte, no ha podido encon trar un trabajo estable, pero trata de aportar con lo que pueda en su hogar.
“Por ejemplo, con doña Claudia vendo zapatos en al gunas zonas de la capital y me da Q25 diarios. Tomo lo de mis pasajes y el resto va para mi casa”, afirma.
El trabajar desde temprana edad ha hecho que a la fecha no haya podido terminar sus es tudios, pues este año cursa ter cero básico y espera con ansias concluir el ciclo para empezar la carrera de dibujo técnico.
Gran oportunidad
La vida le tenía una recom pensa a Héctor. Hace un año, el Centro de Alcance de Mixco, una iglesia que se dedica a rescatar jóvenes que viven en zonas de alto riesgo, se acercó a la Federación de Tiro, por me dio de Raúl Pineda, para darle la oportunidad a un grupo de muchachos para que practica ran ese deporte.
“Fueron ocho los que ve nimos a hacer la prueba, pero solo dos nos quedamos. Fue algo que no me esperaba”, cuenta Chamalé.
Pineda, junto al entrenador de los tiradores guatemalte cos, el cubano Pedro Zayas, estudiaron el desempeño de los muchachos y decidieron que Héctor, junto a Osman Villavicencio, tuvieran una oportunidad para dedicarse a un deporte poco accesible.
“Nunca imaginé que podía practicar tiro. Quería hacer algún deporte, pero jamás pensé que podía hacer esto. Me dio miedo al principio, al igual que todos, pero logré estar tranquilo y me interesó mucho”, afirma Chamalé.
El tiro, donde una escopeta puede costar hasta US$12 mil y una caja de 25 municiones no baja de Q70 —en promedio son Q1 mil mensuales—, es uno de los obstáculos para practicar este deporte y por eso Héctor decidió aprove char la oportunidad.
“Cuando me dijeron creí que bromeaban conmigo, me pregunté que cómo iba a cos tearme los gastos, porque es muy caro, pero me dieron la oportunidad y la estoy apro vechando”, afirmó Chamalé.
Sus entrenamientos son los lunes y miércoles, muchas veces no tiene para pagar sus pasajes de transporte urbano, pero con la ayuda de su fa milia puede asistir sin falta a las prácticas en el Club de Tiro y Caza, de la zona 2.
Todo ese esfuerzo tiene va rios propósitos, y uno de ellos es servir de ejemplo para la sociedad donde vive.
“Me motiva ser de ahí —El Milagro— y repre sentar a la gente. Quiero dar el ejemplo de que un arma no sirve para hacer daño, sino para hacer de porte”, expresa Héctor.
Promesa a futuro
Según los entrenadores de Chamalé, el atleta es una de las promesas del futuro, pues ha demostrado una gran capaci dad en sus entrenamientos y competencias nacionales.
“En este ciclo olímpico to mará parte en competencias más fuertes y en el siguiente buscará ir a los Juegos Olím picos”, expresa Zayas, el entrenador.
Pineda agrega que tiene un gran futuro. “He observado que tiene mucha capacidad, esperamos que pueda seguir en ese camino”, indica.