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Juan Ignacio Maegli nació para ser campeón

Las caídas del sol y el sonido del viento adornaron en repetidas ocasiones el escenario perfecto en el que Juan Ignacio Maegli se convirtió en uno de los mejores atletas del país.

Juan Ignacio Maegli disfruta de la tranquilidad en Santa Cataria Palopó, Sololá. (Foto Prensa Libre: Eduardo González)<br _mce_bogus="1"/>

Juan Ignacio Maegli disfruta de la tranquilidad en Santa Cataria Palopó, Sololá. (Foto Prensa Libre: Eduardo González)

Sentado en el muelle de su casa, en Santa Catarina Palopó, Sololá, vienen a su mente muchos recuerdos, mientras las olas golpean la vieja madera que ha sido testigo mudo de su crecimiento.

En esa casa se han escrito muchas historias, cuando desde muy pequeño Juani, como se le conoce, observaba a su padre, Juan Estuardo, a bordo de una embarcación, y se desplazaba en las aguas del Lago de Atitlán. Esta fue una gran motivación para que despertara en él su interés y deseo de practicar la navegación a vela, deporte en el que se ha consagrado como uno de los mejores del continente, en la modalidad de Láser.

Los vientos fuertes son el factor principal que le ha acompañado durante su travesía por el agua, las ganas de demostrar que tenía habilidad fueron muchas, y con apenas 5 años Juani se aventuró junto a su padre en la embarcación de Hobie Cat —dos tripulantes—.
Aprendió a mover las velas para aprovechar la dirección del viento y tomar la mejor velocidad para cruzar primero la meta. Era el tripulante perfecto.

En la sangre de Juani corre la pasión por el deporte, y todo gracias a sus progenitores, ya que su padre fue un gran velerista y seleccionado, y su madre —María Isabel Agüero, de ascendencia brasileña— practicó tenis y vela.

Para Juan Ignacio, subirse a una embarcación desde muy pequeño no fue difícil, ya que los consejos de su padre, quien participó en tres justas olímpicas —Montreal 1976, Moscú 1980 y Los Ángeles 1984— sirvieron para que pudiera demostrar su destreza en el agua y trazarse los objetivos que con mucha entrega los alcanzaría. Juan Estuardo siempre dijo que crearía un campeón y no ha descansado en esa faena.

Desde sus inicios. el niño velerista se emocionaba al ver más de 30 embarcaciones de Hobie Cat competir en el país, ya que participaban atletas nacionales y extranjeros. La experiencia de su padre lo llevó a dominar varios campeonatos, lo que despertó más su interés por representar a Guatemala.

(El reportaje completo lo encuentra en la edición impresa)

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