Momento esperado
El Mundial llegó para Wright cuando había perdido las esperanzas porque tenía 31 años y no había jugado ningún encuentro de la eliminatoria de la Concacaf.
“No jugué ni un solo partido. Me costó mucho llegar a la selección en ese momento, pero fue decisión del entrenador —Alexandre Guimaraes—. No jugué la Copa América de Colombia ni Copa Oro, ni Uncaf ni eliminatoria, perdí unos 20 partidos; pensé que no llegaría la oportunidad”, recuerda.
En ese momento Wright jugaba en el New England Revolution, de la MLS, pero decidió regresar a su país para buscar una oportunidad, y fichó por el Herediano.
Fue ahí donde lo convocaron para hacer una gira por Asia, cuando faltaba mes y medio para el Mundial.
“Éramos 12 jugadores que estábamos a prueba y me fue bien en esos partidos. El entrenador —Guimaraes— me dijo en el aeropuerto que me había ganado un puesto, pero no le creí —sonríe— porque casi no cruzaba palabras conmigo. Lo creí hasta que vi mi nombre en la lista definitiva”, afirma.
Esa convocatoria final le cambió la vida y terminó el Mundial, con una asistencia, un gol, sin amarillas y sin las trenzas que lo caracterizaron durante su carrera.
“Mi compañero de cuarto, una noche antes del primer partido —3 de junio—, fue Mauricio Solís. Una de las trenzas se me deshizo días atrás y decidí soltármelas todas porque William Sun Sing me dijo que sabía hacerlas, pero resulta que no. Me cansé de hacerme varios peinados y Solís me dijo que me lo iba a cortar y me quitó todo el pelo, y ya nunca me creció”, cuenta a carcajadas.
El gran momento llegó al día siguiente. Un día que Wright jamás imaginó vivir, pues se estrenó en un mundial y con gol, que sirvió para el triunfo de los ticos 2-0 sobre China, en el estadio Gwangju, de Corea.
“Fue un momento muy lindo, con una asistencia de Ronald Gómez —técnico de Halcones— en una jugada doble de tiro de esquina. Llegué al segundo palo en el momento ideal y con la cabeza anoté. Me salí de mis casillas por la alegría de marcar”, recuerda.