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Yelena Isinbayeva, la zarina de la pértiga

"Yelena, tienes  que dejar la gimnasia. Has crecido demasiado  para este deporte", le dijo a Yelena Isinbayeva un técnico ruso cuyo nombre  no ha pasado a la historia.

Yelena Isinbayeva es una de las estrellas del atletismo para Rusia. (Foto Prensa Libre: AS Color)

Yelena Isinbayeva es una de las estrellas del atletismo para Rusia. (Foto Prensa Libre: AS Color)

Practicó esa disciplina  en tre los 5 y los 15  años, pero  se desarrolló físicamente  más allá de lo que es habitual en ese deporte. Actualmente mide 1.74 me tros.

Y Yelena se hizo atleta,  afortunadamente para el  atletismo y  para el salto con pértiga.

La joven Isinbayeva aca bó convirtiéndose en la Zarina. Ganó todo lo que se  podía ganar: batió 28 ré cords mundiales, elevó su  horizonte vertical a 5.06  metros, sufrió algunas de rrotas y atravesó por  crisis,  y tras haber ganado  en los  recientes mundiales de  Moscú, dijo que dejaba el  atletismo para ser madre.

La pértiga es una de las  pruebas femeninas más re cientes y sus grandes pro tagonistas iniciales prove nían de otros deportes;  Isinbayeva, de la  gimnasia —destacó de peque ña, pero nunca fue internacional—. La checa Daniela Bartová,  que llevó el récord has ta 4.22, también fue gimnasta, pero de élite, y com pitió en los Juegos Olím picos de Barcelona 1992 en  su deporte inicial.

La australiana Emma  George, que elevó la marca  hasta 4.60 metros, tiene  unos orígenes más exóticos: era trapecista en un  grupo llamado Las Frutas  Voladoras. También era  poco ortodoxa la estadou nidense Stacy Dragila, que  empujó la plusmarca hasta  4.81 y que fue la primera  campeona olímpica de la  historia —Sídney 2000—.  Se dedicaba al rodeo, y al  parecer era muy brillante  domando caballos.

La Zarina
La que se ha convertido  en la atleta más mediática  de la historia nació el 3 de  junio de 1982 en Volgogra do, la antigua Stalingrado,  y más antiguamente llama da Tsartsyn —Agua Ama rilla, en tártaro—, aunque  el río que pasa por la ciudad es  el Volga y convierte a la ciu dad en un puerto fluvial im portantísimo.

Es hija de un tabarasán,  grupo étnico de Dagestán, de  sólo 200 mil miembros, y de  una rusa. Su padre era fon tanero, y su madre, asistente.  Su ciudad natal es una urbe de  unos  1.1 millón de personas,  que forma parte de la historia,  entre otras cosas, por haber  sufrido uno de los asedios  más largos y violentos de  siempre: el que sometieron  las tropas alemanas a la ciu dad entre junio de 1942 y fe brero de 1943. Los acecha dores  acabaron asediados y  apresados.

Una curiosidad: Volgogra do —la ciudad del Volga—  cambia seis días al año su  nombre y restablece el de  Stalingrado para conmemorar  la historia.

En esa ciudad nació la Zarina y ahí  comenzó a hacer  gimnasia. Pasó después al  atletismo.

Su primer éxito le  llegó  con 16 años: campeona mun dial juvenil, en Moscú, y solo seis meses después de haber  agarrado por primera vez  una pértiga. El segundo le  iba a llegar un año después:  oro en los mundiales ju niors. “Vas a ser como Bub ka”, le dijo su entrenador.  “¿Quién es esa chica? No la  conozco”, preguntó Yelena  refiriéndose al Zar de la pér tiga. Posteriormente se  aprendió bien el nombre del  que aún es el mejor espe cialista de la historia y po seedor del récord mundial  con 6.14 metros al aire libre y  un centímetro más en pista  cubierta.  

Y a partir de ahí Yelena lo  ganó todo, absolutamente to do, y se convirtió en una de las  pocas atletas de la historia  que ha sido campeona mundial juvenil, junior, europea  Sub 23 —no existe mundial en  esta categoría— y absoluta. Y  se transformó  también en un  ícono del atletismo y del de porte en general.

Batió su primer récord  mundial en el 2003, a los 21  años de edad. Fue campeona  olímpica en Atenas 2004 y Pe kín 2008, mundial en Helsinki  2005, oro europeo en 2006…  coleccionó récords mundiales.  Los llevó desde 4.82 en el 2003,  hasta 5.06 en el 2009.  

Malos momentos
Pero tras ganarlo todo, pa só sus momentos de crisis.  Sergey Bubka, aquel al que no  conocía ni de nombre en sus  momentos tempranos de pertiguista, se hizo amigo de ella  y la convenció de  que cam biara de entrenador: de Yev geny Trofimov a Vitaly Pe trov, el hombre que había encumbrado al Zar.

Yelena cambió de resi dencia, y de Volgogrado se  mudó a ciudades menos aus teras como Montecarlo y  Formia. Quizá ralentizó sus  entrenamientos, quizá se en diosó un poco, aunque ella  suele ser tranquila y profesional…

Batió alguna que otra plus marca, pero luego llegó la crisis. En los mundiales del 2009  falló tres veces y fue elimi nada, aunque se resarció con  el récord mundial de 5.06 en la  Weltklasse de Zúrich. Ese mis mo año recibió el Premio  Príncipe de Asturias. Acudió a  la ceremonia bellísima y resplandeciente. “¡Qué guapa!”,  cuentan que dijo la reina des de el palco, mientras la recibía  el príncipe de Asturias.

En el Mundial en pista cubierta de Doha 2010 acabó  cuarta. Era su segunda de rrota consecutiva en la alta  competición. Demasiado para  una zarina. Entonces decidió  tomarse un respiro, un tiempo  sabático para reflexionar. Y  decidió llamar por teléfono a  su antiguo entrenador, Trofimov, e invitarlo a cenar. Y  allí acordaron que ella iba a  volver a sus orígenes. Las condiciones de Trofimov fueron  claras. Nada de Montecarlo y  Formia, disciplina austera y  mucho trabajo. Y vuelta a su  ciudad natal.

Costó un poco al principio  —bronce en los Juegos Olímpicos de Londres, tras la es tadounidense Jennifer Suhr y  la cubana Yarisley Silva—, pe ro al final Yelena Isinbayeva  ha regresado a la cima: campeona mundial en Moscú  2013, en su país. Nunca ha  festejado un triunfo como lo  hizo allí: con saltos mortales  en la pista, sonriendo. Quizá  recordaba   sus tiempos de  gimnasta…

Ha reiterado que se retira,  que dice adiós, y un poco  presionada por la Prensa ha  dejado la puerta abierta para  volver en el  2016, con ocasión  de los Juegos Olímpicos. La  capitana del ejército ruso  —cargo que ostenta desde  2008— dio su última rueda de  prensa en medio de la polémica: justificó la prohibi ción de la publicidad de la  homosexualidad en Rusia, se gún órdenes de Vladimir Pu tin. “Los chicos con las chi cas”, vino a decir. Cosas de  Zarina.

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