Un día, el rojo de un semáforo detuvo su marcha: la mirada triste y cansada de un niño que vendía flores le golpeó el alma.
Corzantes pensó qué podía hacer para cambiar esa realidad. Decidió reunir raciones de comida y juguetes para repartirlas durante 21 días en los semáforos por donde circulara.
Empezó en Bosques de San Nicolás y ha recorrido las zonas 1, 4, 5 y 9. Su meta es regalar a diario una bolsa a cinco niños y compartir un poco de agua con los adultos.
Dar y recibir
“A veces no es tanto la comida o lo material que uno puede compartir, es cambiar el estado de ánimo de esas personas”, explica Corzantes.
El objetivo de Corzantes se ha cumplido. Ha hecho de sus trayectos un hilo de alegría y termina sus días con menos pesadumbre.
“He logrado hacer menos pesada la vida de los demás. Dar es un doble beneficio: anima la vida de quien da y de quien recibe”, añade Corzantes.
* Con información de Imer Lucero