Una mesa sin puntas favorece la comunicación entre todos los comensales, pero no permite distinguir entre la precedencia —preeminencia— de los asistentes y el resto de invitados.
Las mesas cuadradas son perfectas para reuniones pequeñas e informales, pues se tiene la ventaja de que todos los invitados podrán verse y mantener una conversación uniforme y cercana. No se aconsejan en cenas de gala y resultan poco cómodas para más de cuatro comensales, sin importar su tamaño.
Las mesas rectangulares permiten establecer cualquier tipo de precedencia y son habituales en cualquier hogar. No dificultan la conversación pero sí generan diferentes focos. Como ventaja añadida, hay que señalar la posibilidad de añadirles otra mesa auxiliar con facilidad.