- El Senado de EE.UU. absuelve a Donald Trump en el impeachment
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Ambas partes pronto tendrán que examinar los efectos de este proceso, solo nueve meses antes de las elecciones presidenciales, en las que también se renovará toda la Cámara y más de un tercio del Senado.
Según encuestas, la disposición política del país es muy similar a la que tenía antes de que comenzara el proceso de impeachment a Trump: EE. UU. está fuertemente dividido.
El índice de aprobación del presidente oscila entorno al 45%, el mismo que el de todo su mandato. Sus posibilidades de reelección son inciertas, pero están lejos de ser escasas.
La decisión del Senado de no llamar a nuevos testigos en el juicio político a Trump —algo que los estadounidenses querían abrumadoramente, según sondeos—, puede olvidarse en poco tiempo.
Después de todo, los demócratas y los republicanos tenían opiniones muy diferentes sobre qué significa “testigos”.
Los demócratas querían oír a funcionarios del gobierno de Trump como John Bolton y Mick Mulvaney, quienes podrían corroborar los cargos contra el presidente.
Los republicanos querían llamar a declarar al hijo de Joe Biden, Hunter, el líder demócrata del impeachment Adam Schiff y al informante cuya denuncia condujo al impeachment, y estarán felices de ver que todo el asunto se termina.
Sin embargo, las encuestas no cuentan toda la historia, y hay otras señales de que los procedimientos de juicio político sí han tenido un impacto.
Una base republicana movilizada
En un mitin en Des Moines, Iowa, el pasado jueves, en un estadio de baloncesto repleto de seguidores, Trump criticó una vez más lo que llamó el “fraude” del impeachment.
El mandatario dijo que los procedimientos de destitución pasados —el de Andrew Johnson en 1863, el de Richard Nixon en 1973 (que no llegó a ser impeachment por la renuncia del mandatario) y el de Bill Clinton en 1999— se dieron en “períodos oscuros” en la historia de EE. UU., pero que su presidencia es “feliz”.
La multitud que aplaudía parecía estar de acuerdo.
“Creo que será reelegido por lo que están haciendo los demócratas”, dijo Tracy Root, de Des Moines, quien asistió al evento con su hijo, Tony. “Iniciaron el impeachment porque no pudieron vencerlo en las urnas”.
Sara Johnson, quien manejó cuatro horas desde Minnesota para asistir al acto, dijo que había seguido el juicio político minuto a minuto y que los esfuerzos demócratas para condenar al presidente eran “de chiste”.
En todo caso, agregó, Trump está en una mejor situación porque los estadounidenses están viendo “cuán corrupto es el sistema”.
La estrategia política de la Casa Blanca en este punto es clara: describir el juicio político como un ejemplo más del establishment de Washington que se la tiene jurada al presidente —y, por conexión, a quienes lo apoyan— desde el principio.
“No van por mí, van por ti”, escribió Trump en un tuit en diciembre. “Yo solo estoy en medio”.
Si el plan de campaña de Trump es reunir a sus bases para que lo apoyen en noviembre —”la campaña de bases más grande en la historia de EE. UU.”, en palabras del jefe de la campaña de Trump, Brad Parscale—, la acusación de los demócratas en la Cámara de Representantes y la posterior exoneración del mandatario en el Senado puede ser música para los oídos republicanos.
Una base demócrata reflexiva
En los meses previos al inicio de la investigación que condujo al impeachment en la Cámara de Representantes, la gran cuestión para los demócratas era si la resistencia continua del liderazgo del partido, incluida la presidenta Nancy Pelosi y el presidente del Comité de Inteligencia, Adam Schiff, a dar el paso podía desanimar a las bases que querían plantarles cara a Trump.
Al final, esos demócratas inquietos obtuvieron el juicio político que querían, y que será una mancha negra de la presidencia de Trump, pero no el resultado que esperaban.
La senadora por Massachusetts Elizabeth Warren fue una de las primeras candidatas presidenciales demócratas en pedir la destitución de Trump, y en un evento organizado para sus partidarios en Des Moines el viernes por la noche, muchos ya tenían la mirada puesta en noviembre.
“Las elecciones van a dividir a nuestra nación nuevamente, pero es de esperar que la búsqueda de la verdad ayude a los demócratas a estar en la cima”, dijo Rachel Smith, una profesora de Urbandale, Iowa.
“A otras personas que son más moderadas y que todavía no han decidido su voto, esto podría llevarlas hacia los demócratas”, señaló.
Su esposo, Justin, dijo que, a pesar del resultado, estaba contento de que la Cámara hubiera decidido iniciar el impeachment, y que valía la pena hacer el esfuerzo por ventilar las presuntas fechorías del presidente.
“Era necesario enviar un mensaje de que se había traspasado una línea”, dijo, y aclaró que no estaba a favor de la destitución hasta que las negociaciones de Trump con Ucrania salieron a la luz pública.
Al menos por ahora, coincidieron, los demócratas tendrían que estar satisfechos con el resultado.
¿Biden dañado?
No hay evidencia que indique que Biden haya tenido algún tipo de mala conducta en Ucrania, pero en política tales tecnicismos no siempre importan.
Cierto o no, si algo hace daño, hace daño.
Y durante las intervenciones de la defensa del presidente, la exfiscal general de Florida Pam Bondi hizo todo lo posible para dañarlo.
En sus comentarios, Bondi presentó lo que consideraba que era el caso contra Hunter Biden y, por ende, contra su padre, el ex vicepresidente Joe Biden.
Bondi dijo que la compañía de energía ucraniana Burisma le dio un puesto en la junta al hijo de Biden para influir en la política estadounidense.
Cuestionó si Joe Biden hizo algo como hombre clave del gobierno de Obama para la política de Ucrania que pudiera haber ayudado a proteger a su hijo de una investigación contra la empresa.
Esa sola sospecha, continuó, debería justificar la decisión del presidente de pedirle al gobierno ucraniano que investigara a los Biden.
“Todo lo que estamos diciendo es que había una base para hablar sobre esto, para plantear este problema, y eso es suficiente”, dijo.
La investigación del juicio político en sí y la vinculación de Joe Biden pueden ser suficientes para afectar negativamente su campaña presidencial, incluso aunque finalmente fracasara el intento de Trump de que Ucrania iniciara una investigación.
Después de la presentación de Bondi, la senadora republicana de Iowa Jodi Ernst sugirió a los periodistas que las ambiciones presidenciales de Biden podrían haber sido golpeadas.
Biden ha tratado de convertir el interés republicano en dañar sus perspectivas políticas en una fortaleza. La semana pasada tuiteó que Ernst y Trump están “muertos de miedo de que yo sea el nominado”.
Sin embargo, una encuesta de octubre mostró que el 40% de los demócratas y la mayoría de los republicanos e independientes piensan que los negocios de Hunter Biden en Ucrania son un tema de campaña válido.
En una carrera por la nominación demócrata ajustada, como lo serán las elecciones generales, incluso una sombra de duda podría inclinar la balanza.
De nunca acabar
El juicio político de Trump en el Senado llegó a su fin, pero el final de un capítulo no cerrará el libro sobre los dolores de cabeza del presidente relacionados con Ucrania.
Aunque no se le pidió al exasesor de seguridad nacional John Bolton que testificara ante el Senado, su versión sobre cómo Trump presionó a Ucrania para investigar a Biden está empezando a salir.
Los demócratas de la Cámara de Representantes pueden incluso tratar de llamarlo como testigo.
La Cámara podría decidir llamar a otros testigos, como el exjefe de gabinete de Trump John Kelly quien recientemente apoyó las afirmaciones de Bolton.
De hecho, según Jonathan Alter, columnista de The Daily Beast, los testigos después del juicio podrían ser más útiles para los demócratas.
“Cuando Bolton testifique en la Cámara”, escribe Alter, “será un evento importante, no uno desbordado por una absolución, como habría sucedido si hubiera testificado en el Senado. El caso de Trump estará en las noticias hasta el Día del Trabajo (septiembre)”.
Si la historia puede servir de guía, no se sabe de dónde ni cuándo podría venir la próxima revelación. Esta incertidumbre puede ser más que suficiente para preocupar a Trump y los republicanos.