La mujer fatal es uno de los grandes arquetipos: una hembra sexual con una mente despiadada. Tiene que ser capaz de manipular a su hombre tanto con su atractivo físico como su intelecto.
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Inteligentes, sensuales, calculadoras y peligrosas: ¿por qué seguimos hechizados por la “mujer fatal”?
Cautivadora, manipuladora, sensual, peligrosa. Son algunas de las características que pueden describir la personalidad de la femme fatale o mujer fatal, que el cine hollywoodense, particularmente en los años 40, pudo representar en toda su complejidad.
La actriz alemana Marlene Dietrich fue una clásica Femme Fatale. Hermosa, misteriosa, independiente y atrevida. GETTY IMAGES
“La mujer fatal, en el sentido clásico sería alguien que utiliza su atractivo para manipular o controlar otro ser humano, generalmente un hombre”, dijo a la BBC la legendaria actriz Kathleen Turner en una entrevista exclusiva donde explicó cómo estas poderosas mujeres siempre tienen las de ganar en el escurridizo juego del gato y el ratón.
Turner interpretó a una femme fatale moderna en la cinta “Body Heat” y conoce el aterciopelado y humeante mundo de estas seductoras damas donde el sexo y el peligro se encuentran.
Femme Fatale en la historia
Fue el escritor y dramaturgo irlandés George Bernard Shaw quien introdujo la frase femme fatale (mujer fatal) en el léxico inglés hace unos 100 años. Pero, en realidad, ha sido una figura recurrente en la historia, desde que Eva sedujo a Adán en el Jardín del Edén.
Hay una larga historia de sensuales, poderosas y potencialmente engañosas mujeres.
La mujer fatal ha inspirado grandes obras de literatura, música, arte y su representación más poderosa en la imaginación pública ha sido en el cine, el llamado “film noir”, un movimiento artístico del cine que empezó en los años 40 pero que es recurrente en diferentes períodos, particularmente en los años 80.
“La Femme Fatale en la pantalla es fascinante, no sólo en términos de historia cinematográfica, sino porque el personaje destaca muy detalladamente las actitudes predominantes hacia las mujeres, su lugar en el mundo, su relación con los hombres”, comentó Kathleen Turner.
Su primera aparición en la pantalla gigante fue en “Body Heat”, estrenada en 1981, escrita y dirigida por Larry Kazdan, un film noir en esa tradición clásica.
Turner interpretó a Matty Walker, una mujer casada con un hombre mayor y adinerado a quien no ama. Conoce a un joven abogado, Ned Racine, en el malecón de una playa en Florida, y empiezan una relación tórrida.
Llegan hasta el punto en el que ella le sugiere, o lo lleva a pensar, que matar a su esposo les resolvería todos sus problemas. Ella heredaría su riqueza y los dos podrían permanecer juntos para siempre.
Él asesina al esposo pero es pillado por la policía, asume toda la culpa y termina en la cárcel. Ella acaba en una lejana playa al lado de un joven buenmozo bebiendo cocteles exóticos.
Clásicos del noir
Con ciertas excepciones, Body Heat sigue la tradición clásica del film noir.
“Cuando vi Body Heat quedé boquiabierto. ¡Por Dios!, pensé, esta mujer es increíblemente sexual, espero que no me pida que mate a su esposo porque tal vez lo haría”, expresó Eddie Muller, un escritor e historiador cinematográfico que creó y preside la Fundación Film Noir.
“Los mejores film noir tienen una gran femme fatale“, aseguró, citando los clásicos como “El cartero siempre llama dos veces” con Lana Turner, “La dama de Shanghái” con Rita Hayworth y, lo que él considera el non plus ultra del noir “Pacto de sangre” (“Double Indemnity”) con Barbara Stanwyck y en la que está basada “Body Heat”.
“En estas películas, las mujeres son perfectamente iguales a los hombres. O sea, tiene las mismas tentaciones, quedan igualmente comprometidas y son igualmente culpables”.
El historiador explica que en estas películas la mujer usa el sexo como un camino seguro y rápido para llegar donde quiere.
“Body Heat” no se recató al abordar abiertamente el sexo en la película, en lo que Kathleen Turner describe como un “nudismo completo coreografiado”.
No fue tanto lo que se mostró, sino lo que estaba implícito. “Se rompieron muchas barreras del cine hollywoodense, particularmente con el deseo de la mujer y el lenguaje que usaba”, revela Turner.
Metáforas sexuales
En los años 80, esos temas eran aceptados entre el público pero en los años 40 y 50 había una estricta censura en cuanto a lo que se podía escenificar y lo que se podía mencionar.
Los cineastas tenían que insinuar mucho a través de símbolos y metáforas y, dentro de un diálogo ingenioso y muy medido, implicar toda esa picardía y atrevimiento de la mujer fatal.
En ese género de cine hombres y mujeres fuman constantemente porque el cigarrillo se utilizaba como un símbolo fálico.
En “Gilda”, con Rita Hayworth y Glen Ford, la protagonista pide que den lumbre para encender un cigarrillo. Su compañero lo hace, pero sostiene su encendedor a la altura de su cintura para que Gilda tenga que agacharse a ese nivel para prender el cigarrillo.
“No hay cómo confundir esa alusión. Me pregunto si el público de la época se dio cuenta”, indica Eddie Muller.
“En 'El gran sueño', con Humphrey Bogart y Lauren Bacall, los dos recurren a las carreras de caballos como una metáfora del sexo”.
Bogart le pregunta qué tipo de jinetes prefiere. Ella le contesta que algunas veces los que toman la delantera y, otras, los que se acercan desde atrás.
Añade que puede sentir al caballo respirando profundamente pero que todo depende de quien esté montado en la silla.
“El inglés se presta tanto para este tipo de diálogo y es en gran parte responsable de que el film noir siga siendo tan popular”, asegura Muller.
Roncas cautivadoras
Lauren Bacall nunca se imaginó como una actriz para papeles de femme fatale, pero los productores estaban encantados con su voz profunda, otro sine qua non del noir.
Cuenta la leyenda que el director la hacía gritar y beber whisky para bajarle aún más el tono a su voz. Esa voz también la posee Kathleen Turner.
“Conocí a Lauren”, recuerda la actriz. “Cada vez que nos veíamos teníamos una competencia vocal al saludarnos para ver quién podía hablar más profundo”.
Hay quienes sostienen que la femme fatale no tiene lugar en la sociedad actual.
El desarrollo de este arquetipo sucedió tras la Segunda Guerra Mundial cuando la imagen de la mujer inocente, de alegre disposición y contenta con su papel secundario que proyectaban actrices como Doris Day.
Durante la guerra, las mujeres asumieron muchos de los trabajos abandonados por los hombres conscriptos. Habían logrado cierta independencia y no iban a regresar a ser las mismas.
Los hombres, también habían pasado por experiencias intensas y habían tenido contacto con mujeres europeas, mucho más abiertas y autosuficientes.
Sin embargo, todo lo que lograba la Femme Fatale era en términos de los hombres, algo que no se ajusta al feminismo actual.
“La Femme Fatale siempre ha estado relegada a las mujeres que, de otra manera, no hubieran tenido acceso a riqueza o lograr su propia libertad bajo sus propios términos. Esa fue la falla fatal de la Femme Fatale, siempre tenían que tener a un hombre para garantizar su futuro”, comenta Kathleen Turner.
Las reglas del film noir
- La trama se desenvuelve en los bajos mundos
- Ambiente lúgubre y pesimista
- Atmósfera sombría
- Fotografía ente luz principal brillante y sobras pronunciadas
- Diálogo ágil, atrevido
- Hombre codicioso, un tanto inocente
- Una mujer hermosa, misteriosa y destructiva
- Sexo
- Muerte o prisión
Pero Eddie Muller las considera mucho más complejas. “Los críticos quieren darle al film noir un rótulo misógino. Pintan a la mujer de la época con esa brocha doble de virgen-prostituta, buena y víbora a la vez. Pero eso es simplista”.
Neo-noir
Muller respalda su argumento con “Body Heat” a la que cataloga como “neo-noir”, donde las mujeres mandan a los hombres.
“Matty Walker es simbólica del poder femenino, de la rebeldía contra el dominio masculino”, resalta.
“En el noir clásico el hombre y la mujer quedan empatados. En el neo-noir la perpetradora se sale con la suya. Matty se escapa al final porque es más inteligente y gana”.
Para Kathleen Turner, una femme fatale nunca podría ser una feminista pues “en su corazón no necesitaría hacer esas cosas”.
No obstante, cree que mientras no haya total igualdad entre los géneros, siempre existirán esos personajes.
“La fascinación por las Femme Fatale continuará, porque los hombres están aterrorizados de las mujeres, básicamente”.