REFLEXIONES

Organismos y soberanía

En el mundo de hoy podríamos decir que existe una crisis en los organismos internacionales multilaterales que en cierto modo se debe a la gran variedad de opiniones que tienen los diferentes Estados que los integran sobre el espacio de decisión que tengan y cómo se relaciona eso con la soberanía inherente a cada Estado. Este es un balance difícil, pues muchas veces queremos privilegiar temas de interés universal y que afectan al planeta pero al mismo tiempo queremos fortalecer la legislación interna de cada Estado, los mecanismos de justicia y sus políticas públicas.

Es imposible hablar de cambio climático, de la protección de medio ambiente, del manejo de desechos tóxicos o del uso de energía nuclear sin un debate nacional, regional e internacional. El clima, sus cambios como el alza de la temperatura, el incremento de los huracanes, los tsunamis y las inundaciones, nos afecta a todos en cualquier parte del mundo. Es por esa crisis que se vienen dando reuniones mundiales sobre la discusión del ambiente y calentamiento global que tuvieron su más reciente expresión en la Declaración de París 2015.

Estos temas no se han convertido en un régimen obligatorio de convenciones, pero la lógica nos lleva a pensar que todos los Estados tienen claro por qué la convivencia del mundo debe llevar al cumplimiento de estos principios y declaraciones.

Lo mismo sucede con otros temas que arrebatan la paz del mundo como la preservación de sitios históricos que constituyen patrimonio de la humanidad y que deben ser protegidos aún en la guerra y en los conflictos armados internos, como el escándalo provocado por ISIS con la destrucción del templo romano en Palmira, Siria.

Esto nos lleva a entender que el tema más importante y fundamental de todos los organismos internacionales debe ser la protección del ser humano, de sus derechos y su dignidad. Es por ello que la gran mayoría de organismos internacionales surgen después de la segunda guerra mundial para prevenir que horrores semejantes volvieran a suceder.

El objetivo de Naciones Unidas, de Unesco, y de otros organismos internacionales es la preservación de la paz en el mundo a partir de la protección de los derechos fundamentales de las personas y de generar los espacios de comunicación de entendimiento y de convivencia que permitan la comprensión entre los pueblos para facilitar su convivencia pacífica.

Sin embargo, podemos decir con dolor que la humanidad no ha sido eficiente en la tarea de prevención, continúan las guerras, las violaciones de derechos humanos y los delitos de lesa humanidad.

Preocuparse por la defensa de los Derechos Humanos es una obligación de todos y de los Estados, sin importar de qué región del mundo sea. Y denunciar graves violaciones de derechos humanos también es una obligación de toda persona que crea en la prioridad de proteger la vida humana, los derechos y la dignidad de todo ser humano por igual.

Claro está que lo más importante es que la Constitución de cada país y su marco legal establezcan la protección de los Derechos Humanos, a través de sus mecanismos internos, sean estos sociales, administrativos o judiciales. Pero eso no libera nuestra responsabilidad como ciudadanos del mundo de levantar nuestra voz por cualquier persona que esté sufriendo vejámenes en cualquier país del mundo, este es un principio básico de ser parte de la humanidad y ante este argumento no se puede esgrimir el de soberanía; los derechos humanos, al igual que los ambientales, son reconocidos como universales y contenidos en convenios, doctrina y jurisprudencia internacional que los hace exigibles en cualquier parte del mundo.

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