Es la primera vez que Pionyang se pronuncia tras la muerte de Warmbier, de 22 años.
El texto considera además que las acusaciones de que torturó o maltrató al estudiante “carecen de base”.
“El hecho de que Warmbier murió repentinamente menos de una semana después de su regreso a EE.UU. en un estado de salud con indicadores normales también resulta un misterio para nosotros”, añade.
“Aunque no teníamos razón alguna para mostrar misericordia por semejante criminal de un estado enemigo, le brindamos cuidados y tratamiento médico con total honestidad y bajo un fundamento humanitario hasta su regreso a EE.UU.”.
“Para dejarlo claro; nosotros somos la principal víctima de este incidente y no hay conclusión más absurda que establecer que no sabemos cómo calcular lo que podemos ganar y perder (con un episodio de esta índole)”, subraya el texto.
Warmbier, que pasó 17 meses detenido en Corea del Norte supuestamente por tratar de robar un cartel de propaganda durante un viaje turístico, fue devuelto a su país en estado de coma el pasado 13 de junio y falleció seis días después.
El estudiante llevaba más de un año en coma, en el que aparentemente entró poco después de su última aparición en público, durante su juicio en Pionyang en marzo del 2016.
El régimen norcoreano sostiene que Warmbier sufrió un brote de botulismo, que se le administró una pastilla para dormir y que no volvió a despertarse, una versión que sus allegados han refutado y de la que dudan las autoridades estadounidenses, que han condenado duramente el trato brindado por Corea del Norte.
En los últimos años, el régimen ha detenido a varios estadounidenses que se encontraban en su territorio a los que luego ha utilizado como moneda de cambio para obtener concesiones de Washington, con quien técnicamente se mantiene en guerra desde 1950.
En la actualidad, Pionyang mantiene encarcelados a otros tres estadounidenses además de a seis surcoreanos y un canadiense, todos acusados de cometer delitos contra el Estado norcoreano.