Por lo general, los desajustes y desviaciones sexuales son creados por un ambiente mundano, dando demasiada atención al sexo. ¿Por qué, entonces, no se toma más en serio la educación sexual en los establecimientos educativos y en el hogar desde temprana edad? ¿Por qué no hablarles a los niños, a los adolescentes y a los adultos de las aberraciones sexuales, de los desequilibrios y la violación?
Cuando no se da al niño adecuada educación sexual crece con curiosidad e ideas equivocadas, respecto a la función del sexo. Se le da la impresión de que lo sexual es campo prohibido, que es pecado, que es malo y por eso él tiene que recurrir a su deseo de querer saberlo todo por su cuenta y de ahí vienen las ideas erráticas. Por eso, una educación sexual oportuna y una buena formación espiritual, evita caer a millones de seres humanos en un mundo de desilusiones. Hay que borrar la barrera de la ignorancia y los viejos tabúes sobre la actitud social hacia el sexo.
Es necesario informar y educar a la sociedad y apartarla de la pornografía barata, con el mal uso del internet. Tomar medidas que tiendan a informar y educar sin temer a la verdad, constructivamente y sin contradecir la lógica, con la participación de personas responsables, entre ellas padres de familia, maestros, autoridades y líderes espirituales.
Una sabia educadora, con principios universales, opina así sobre el tema: “La escuela debe reforzar esta área de la conducta humana en los educandos, con programas específicos”. Pero considera que es el hogar en donde debe darse la verdadera educación sexual. Agrega que para guiar a los jóvenes por el camino de lo moral, hay que hacer conciencia en ellos para que su actitud social sobre el tema sea realista.
¿Quién mejor que los padres para educar a los hijos en todos los aspectos de la vida? Es importante crear en los hijos el sentido de la responsabilidad y del respeto, hacerles conciencia sobre el bien y el mal, que es un discernimiento de sabiduría que Dios nos ha dado.
