Vida

Ah… el tiempo

Siempre, en los fines de año, a muchas personas les gusta filosofar sobre el paso del tiempo. A mí también. Y conforme se recorren más los años, la tendencia es mayor… Y se hace con cierta nostalgia, con interrogantes e incertidumbre. A veces con preguntas y respuestas serias y trascendentales, como nuestra relación con Dios y nuestro compromiso con el hombre, sobre este misterio que es la vida y el universo.

Rina Montalvo

Rina Montalvo

Y nos preocupamos muchas veces porque queremos correr a la misma velocidad del tiempo y sentimos que este siempre nos deja atrás, de ahí que siempre decimos: cómo corre el tiempo y pasa sin sentir. ¡Los años vuelan!

Estamos en Navidad y ya sentimos que nos viene encima la Semana Santa. ¿Será nuestra mente la que va tan de prisa? ¿O es que hay un fenómeno oculto en el planeta que en realidad está cambiando el paso del tiempo? Divagaciones al filo de los años y la transitoriedad del tiempo…

A veces pensamos que el tiempo que hoy vivimos ya no es como el de antes, porque ahora sentimos que los años van más de prisa, al ritmo de los afanes, las tensiones, de la lucha por sobrevivir, de esa ansiedad de querer tenerlo todo y de abarcarlo todo, de competir y anhelar sueños imposibles. Es que se ha perdido la paz y la tranquilidad que disfrutaban nuestros antepasados y que la tecnología de punta lo está cambiando todo, para bien o para mal.

Lo que pasa, tal vez, es que hoy nuestra vida la llevamos muy de prisa, pero el tiempo es el mismo de ayer y de siempre. Quienes por nuestros principios buscamos la lectura de la Biblia —que es la historia de la humanidad—, el salmista nos dice que mil años delante de los ojos de Dios son como el día de ayer que pasó, como un sueño. Así enfoca la Biblia la transitoriedad del tiempo. Entonces, la vida es como una luz que se detiene por instantes… Tenía razón el poeta argentino Jorge Luis Borges cuando decía en sus versos que la vida está hecha de instantes, solo de momentos. Por eso nuestras vidas son como estrellas fugaces que desaparecen en un instante para acabar como un pensamiento.

La realidad de la vida y el paso del tiempo, lo describe así el Salmo 39 de David: “Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá”. Y nada más cierto que estas sabias palabras del salmista, para llevarnos a la reflexión y poner nuestros ojos no solo en las cosas del mundo, sino en la eternidad de Dios, buscando una relación íntima con Él. Quienes así lo hacen no sufrirán nunca el azote del estrés, viviendo tan de prisa y disfrutarán más cada día como lo hicieron las generaciones pasadas que tomaron con calma el paso de los años que Dios les permitió vivir.

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