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Por qué dejar llorar a tu bebé para que aprenda a dormir puede no ser una buena idea

Para muchos padres, una noche completa de sueño se encuentra muy arriba en la lista de deseos.

Escuchar a tu bebé llorar sin descanso puede ser una experiencia angustiante. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

Escuchar a tu bebé llorar sin descanso puede ser una experiencia angustiante. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

La falta de sueño no es nada divertida y muchos recurren a libros sobre bebés que prometen enseñarte a entrenar a tu niño para que duerma de corrido toda la noche.

Estos libros promueven una serie de ideas. En uno de los extremos está el método conocido en inglés como “cry it out“, que consiste en poner al bebé en la cama e ignorar su llanto (a veces chequeando periódicamente que no esté mal o que no corra peligro).

Una versión modificada de esto, conocida como “llanto controlado”, recomienda a los padres ignorar el llanto del bebé por un tiempo determinado, antes de responder a su llamado brevemente para calmarlo, e ir extendiendo gradualmente el tiempo que pasa hasta responder al llanto.

La idea es que los niños se darán cuenta finalmente que nadie vendrá y se dormirán.

Pero hay dos problemas con ambas variantes de entrenamiento del sueño.

Los bebés pueden angustiarse durante los largos períodos de llanto y eso provoca un aumento de los niveles de la hormona del estrés.

Además, no responder a los llantos del bebé va en contra de todo lo que sabemos sobre la construcción de relaciones de apego positivas.

Los bebés que aprenden que alguien responderá a sus necesidades, de forma apropiada y amorosa, generalmente obtienen mejores resultados sociales, emocionales y educativos.

Estudios

Las investigaciones sobre estos métodos han arrojado resultados mixtos, sobre todo porque muchos padres encuentran que dejar llorar a su bebé es demasiado angustiante.

Esto no sorprende. Los padres están programados para querer responder a los llantos de su bebé.

Otras investigaciones sugieren que estas técnicas pueden funcionar solo temporalmente o solo para algunos bebés.

Un estudio que siguió a madres que implementaron los consejos de entrenamiento para dormir de los libros descubrió que estos solo funcionaron para cerca del 20% de los bebés.

Madre con bebé
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
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Hay padres que recurren a libros de ayuda para aprender métodos para dormir a sus niños, pero no siempre los consejos que leen les resultan efectivos.

La mayoría tuvo problemas para seguir las instrucciones o estas no tuvieron impacto y quedaron sintiéndose frustrados e incluso, como un fracaso.

Una de las razones por las que el entrenamiento para dormir puede no funcionar es porque despertarse por la noche es -desde el punto de vista del desarrollo- normal para la mayoría de los bebés durante el primer año de vida.

Incluso los adultos tienen a veces dificultad para dormir por la noche y muchos se quejan de insomnio.

Pero, a diferencia de los bebés, los adultos pueden resolver sus propias necesidades.

Si nos despertamos, podemos ir a buscar un vaso de algo para tomar, taparnos o racionalizar nuestros pensamientos.

Por otro lado, es posible que algunos padres reciban recomendaciones confusas, ya que los titulares de las investigaciones no suelen pintar el panorama completo.

Un ensayo aleatorizó a un grupo de madres que sentía que su bebé tenía problemas para dormir. Unas emplearon las técnicas para entrenarlo a dormir y otras los “cuidados habituales”.

Aquellas en el grupo de entrenamiento del sueño reportaron mejor salud mental y menos problemas para dormir durante un año.

Pero a esas madres también se les enseñó sobre el sueño normal de un niño y se les dio la oportunidad de conversar con una enfermera sobre sus preocupaciones e ideas para cuidarse a sí mismas.

Al final del ensayo, las madres reportaron que “tener alguien con quien hablar” fue lo más útil.

¿No es esto evidencia de que, en vez de enseñarles a los bebés a dormir, debería en cambio haber más ayuda para las familias nuevas?

¿Qué funciona, entonces?

Si estás leyendo esto porque eres un padre o madre privado de sueño, no te desesperes.

Hay formas menos severas de ayudar a que tu bebé duerma que no implican escucharlo llorar. Y la buena noticia es que pueden ser igual de efectivas y menos estresantes para todos.

Primero, entender las necesidades de sueño y los ritmos circadianos del bebé pueden contribuir en gran medida a optimizar el sueño.

Bebé durmiendo
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
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Si el niño duerme bien, el vínculo con los padres se ve favorecido.

Hay dos mecanismos reguladores del sueño en el cuerpo humano. El primero es el ritmo circadiano o reloj biológico. Este se regula por la exposición a la luz, el ruido y las actividades que ocurren en momentos exactos del día.

Estar afuera durante el día y oscurecer la habitación una o dos horas antes de llevar al bebé a la cama pueden ser de gran ayuda.

Algunos padres creen que les ayuda seguir una rutina predecible que marca que se acerca la hora de dormir, por ejemplo, darle un baño, cambiarlo, contarle una historia o cantarle una canción.

El segundo mecanismo regulador es algo conocido como “presión homeostática del sueño”. El deseo de dormir (cuando tus ojos empiezan a cerrarse) se construye durante las horas de vigilia.

Cuanto más jóvenes somos, podemos estar menos tiempo despiertos. Por eso, entender cómo ayudar a los bebés a dormirsiestas regulares para evitar que se sientan agotados, hace una gran diferencia.

Esto es más fácil de lograr cuando aprendes a reconocer cuando tiene sueño, quiere comer u otras señales. Entender esto ayuda a los padres a notar cuándo su bebé está listo para dormir, antes de que esté cansado y frustrado.

Bebé
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
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La buena noticia es que llegará un momento – a veces más tarde, otras más temprano- en que el niño duerma.

También ayuda a profundizar el vínculo entre padres e hijo.

Entender con precisión que el bebé necesita de más acción, de un tiempo más tranquilo, de comida, abrazos o sueño hace que los padres estén en mayor sintonía con ellos.

Ningún libro les puede enseñar a los padres qué es lo que el bebé necesita en ese momento.

Eso solo se aprende mediante la observación, y el ensayo y error.

Finalmente, bajar el estrés de los padres puede contribuir mucho cuando se trata del sueño. Cuanto más nos preocupamos por el sueño, peor se vuelve.

Cosas pequeñas como asumirlo que es normal, dedicar tiempo a cuidarse uno mismo y aceptar las ofertas de ayuda no solo permite sentirse más descansado y capaz de lidiar con la situación, sino que también es algo que se contagia al bebé.

Los bebés son maestros en responder a estados emocionales, por eso los padres verán que su bebé probablemente pueda calmarse y dormir mejor cuando ellos se ocupan de su propio bienestar emocional.

Y si tu eres uno de esos padres privados de sueño, recuerda: tu bebé no será así para siempre. Llegará el día en que duerma.


*Amy Brown es profesora de salud pública infantil en la Universidad de Swansea, Reino Unido.

Lyndsey Hookway es doctora en salud pública de la Universidad de Swansea, Reino Unido.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Haz clic aquí para leer la versión original en inglés.

 

 

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