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“Por qué pasé cuatro años sin compartir una foto que mostrara quién soy realmente”

La tarde del martes 11 de febrero, el joven Gustavo Freitas, de 20 años, decidió hacer una publicación que considera extremadamente importante. Por primera vez, compartió una foto suya en silla de ruedas.

Para no aparecer en silla de ruedas en las fotos, el joven aprovechaba para hacer las fotos en los momentos en los que lograba ponerse en pie. ARCHIVO PERSONAL

Para no aparecer en silla de ruedas en las fotos, el joven aprovechaba para hacer las fotos en los momentos en los que lograba ponerse en pie. ARCHIVO PERSONAL

La imagen era la vía que escogió el joven para liberarse de la vergüenza que sentía de hablar abiertamente de que se había convertido en usuario de una silla de ruedas.

“Yo nunca publiqué una foto en la silla. Muchos no saben nada sobre ese pequeño detalle. Después de casi cuatro años, esta será la primera de muchas fotos. Me privé de muchos buenos momentos durante ese tiempo“, escribió en el texto que acompañaba la imagen, en la que aparece sentado en la silla de ruedas junto a una cascada.

La publicación del joven, que vive en Manaus, se hizo viral en las redes sociales y conmovió a muchas personas, que alabaron su actitud. “Eres una inspiración para muchos”, escribió una mujer. “¡Colosal! Él se dio cuenta de que lo importante de la vida es vivirla de verdad”, dijo otra persona.

Esto fue lo que Gustavo le contó sobre su vida a BBC News Brasil:

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BBC

A los 16 años, yo tenía una vida muy activa. Trabajaba como aprendiz, jugaba al fútbol y practicaba jiu-jitsu. Siempre me gustaron los deportes. Mi vida era tranquila, hasta que empecé a sentir dolores de espalda, como si algo me estuviera destrozando.

Estos fuertes dolores empezaron un viernes. Ese fin de semana fueron tolerables. Pero el lunes, se intensificaron mucho y tuve que buscar asistencia médica en un hospital público cercano a mi casa. Los médicos dijeron que era un virus. Me prescribieron una medicina, me fui a mi casa y los dolores siguieron de la misma manera.

Gustavo Freitas
Archivo personal
Esta foto publicada el 11 de febrero de 2020 fue la primera imagen que el joven compartió en la que se le puede ver en silla de ruedas.

Fui al hospital durante los días siguientes y siempre me dijeron que no era nada demasiado grave.

Comencé a sentir fuertes puntadas en el lado izquierdo de mi pecho. Incluso me hice un electrocardiograma, que indicó que no había ningún problema con mi corazón. Al día siguiente, mi cuello se quedó rígido y tuve fiebre. Parecían síntomas de meningitis. Me hice los exámenes y dieron negativo para esa enfermedad.

El viernes, una semana después del inicio de la enfermedad, el dolor era intenso. Me fui a dormir por la tarde, con un hormigueo en mis piernas. Cuando me levanté, en torno a las 5:30 pm, ya no sentía mis piernas. Como yo tenía piernas fuertes porque siempre había jugado fútbol, pensé que tenía calambres.

Mis familiares me llevaron al hospital. Me hicieron pruebas sobre varias enfermedades posibles, pero ninguna pudo ser confirmada.

Los médicos descubrieron que tenía un absceso, como una pelota de pus, en la región torácica de mi columna, cerca de la parte posterior de mi cuello. Me sometieron a una cirugía de emergencia. Luego, recibí tratamiento con antibióticos. Pero, de todas formas, perdí el movimiento de mis piernas.

Gustavo Freitas,
Archivo personal
Gustavo en una imagen compartida en las redes sociales hace varios meses, cuando ocultaba el hecho de que usaba una silla de ruedas.

Hasta hoy, aún no sé qué me dejó en la silla de ruedas. Los médicos fueron incapaces de decirme exactamente qué causó la pelota de pus en la columna.

Creo que si ellos se hubieran dado cuenta de que mi dolor de espalda era más grave, yo hoy no estaría en una silla de ruedas.

Justo después de la cirugía, me volví tetrapléjico, que es cuando una persona solamente puede mover sus brazos, pero con dificultad. Hice terapia física, mi condición mejoró y en la actualidad estoy considerado como parapléjico, que es cuando el paciente puede mover las piernas, pero tiene dificultades para caminar.

No tengo mucha fuerza en mis pies, así que no puedo caminar como antes. En la actualidad, me puedo poner de pie, con algún apoyo, y dar algunos pasos con un bastón. Pero son pasos lentos, así que necesito la silla de ruedas todo el tiempo.

Tan pronto como me dieron el alta del hospital, conseguí una silla de ruedas de una asociación que ayuda a las personas que las necesitan. Mi mamá no tenía los recursos económicos para comprar una, dado que los costos oscilan entre US$450 y US$900. Mi silla no tiene moto, pero puedo moverla solo todo el tiempo.

La vida en una silla de ruedas

En cuanto empecé a usar la silla de ruedas, me pasé casi un año sin salir de mi casa. Era una época en la que estaba molesto con la vida. Solamente fui a dos lugares, debido a la insistencia de amigos cercanos. Estaba muy avergonzado de que la gente viera que no podía caminar. Era muy triste. No era fácil perder tanto de la vida a los 16 años de edad.

Gustavo Freitas
Archivo personal
Gustavo también publicaba imágenes en las que aparecía sentado, pero siempre evitaba que se viera la silla de ruedas.

Nunca tuve el valor de publicar mis fotos en la silla de ruedas. Estaba avergonzado y pensé que los demás podrían verme como un pobre hombre. Los discapacitados no son unos pobres desgraciados. Tenemos la capacidad de hacer cualquier cosa, aunque quizá con un poco de dificultad.

Yo solamente publicaba fotos en las que me veía parado, cuando era capaz de mantenerme en pie, o sentado en otro lugar, como una silla cualquiera. Las personas con las que vivo sabían que yo estaba en silla de ruedas pero no quería que aquellos que no me habían visto desde antes de que tuviera mi problema de salud, o aquellos que solo me conocían a través de internet, conocieran mi condición.

Había mucha gente a la que conocía de antes y que nunca me había visto en silla de ruedas porque mi madre y yo nos mudamos. Vivíamos en el segundo piso de un edificio, lo que complicaba mi movilidad, así que nos fuimos a una casa.

Muchas cosas han cambiado en mi vida desde la silla de ruedas. Apenas el año pasado terminé el bachillerato, que había abandonado para dedicarme intensamente a mis esfuerzos para caminar de nuevo. Ahora quiero seguir con la educación superior, pero dudo si estudiar terapia física, derecho o educación física, que son las carreras que me gustan.

Desde el inicio de mi vida como usuario de una silla de ruedas me esforcé para volverme independiente. Hoy me puedo duchar, comer y realizar muchas actividades sin necesidad de ayuda.

Los prejuicios y la falta de accesibilidad para los usuarios de sillas de ruedas me molestan mucho. Me enfrento a problemas en las calles y en los buses. En ocasiones tengo dificultades para llamar a conductores de aplicación de transporte compartido porque muchos dicen que no me pueden llevar debido a que mi silla no les cabe en el maletero y no pueden trasladarme.

Búsqueda de independencia

Siempre pensé que ser independiente es la mejor forma de enfrentar esta nueva fase de mi vida. Hace cuatro meses, me uní a un equipo de baloncesto para personas que usan sillas de rueda y esto me ha hecho mucho bien, además de que me ha ayudado a aprender más y más para controlar mi propio cuerpo y la silla.

Gustavo Freitas
Archivo personal
Hace cuatro meses, el joven comenzó a a jugar baloncesto con un equipo de personas que usan sillas de rueda.

Junto a estos avances, también estaba la decisión de publicar mi primera foto en silla de rueda en mis perfiles de Facebook e Instagram. Fue un momento muy importante para mí. Yo quería que la gente reflexionara más sobre el tema, para que ellos pensaran sobre la vida y le dieran más valor a las pequeñas situaciones.

La repercusión de mi foto me sorprendió. No pensé que alcanzaría a tanta gente. Fui muy alabado por mi valor. Mucha gente me dijo que se sintió motivada por mi publicación, especialmente otros usuarios de sillas de ruedas.

Después de haberme mantenido encerrado durante tanto tiempo, hoy, a los 20 años, quiero disfrutar el don de estar vivo y no seguirme sintiendo avergonzado de ser quien soy. Sigo soñando con volver a caminar, pero sé que requerirá tiempo.

Estar en una silla de ruedas ha cambiado la forma en la que pienso acerca de todo. Si todo el mundo pasara en una silla de ruedas al menos un mes, indudablemente verían mejor el mundo y apreciarían las pequeñas oportunidades”.


 

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