Las participantes del estudio, 200 mujeres, completaron todos los tratamientos contra el cáncer de mama antes del inicio del estudio y solo se reclutó a novatas de yoga para este ensayo clínico aleatorio y controlado. Las participantes practicaron yoga en pequeños grupos dos veces por semana durante 12 semanas.
Las mujeres del grupo de control estaban en lista de espera para recibir las mismas sesiones de yoga una vez que el análisis terminó y durante el estudio, se les instruyó para seguir con sus rutinas normales y no a hacer yoga.
“Esto demostró que la práctica modesta de yoga durante un periodo de varios meses puede tener importantes beneficios para las sobrevivientes de cáncer de mama”, resalta Janice Kiecolt -Glaser, profesora de Psiquiatría y Psicología en la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos, y autora principal del estudio.
“También creemos que los resultados podrían generalizarse fácilmente a otros grupos de personas que tienen problemas con la fatiga y la inflamación“, agrega Kiecolt-Glaser, también investigadora en el Centro Integral del Cáncer del Estado de Ohio y el Instituto de Investigación de Medicina del Comportamiento, también en Estados Unidos, explica el sitio abc.es
Aunque muchos estudios han sugerido que el yoga tiene numerosos beneficios, este es el ensayo controlado aleatorio más grande conocido, que incluye medidas biológicas, apunta Kiecolt-Glaser.
El equipo de investigación se centró en las sobrevivientes de cáncer de mama debido a que los rigores del tratamiento pueden ser agotadores para los pacientes.”Uno de los problemas a los se que enfrentan es una reducción real de la capacidad cardiorrespiratoria. El tratamiento es muy debilitante y están muy cansadas. Es una espiral descendente”, lamenta Kielcot-Glase.
“Esa es una razón por la que pensamos que hay altos niveles de inflamación en los sobrevivientes de cáncer, lo que significa que una intervención que potencialmente reduzca la inflamación podría ser muy beneficiosa“, añade.
Los riesgos de la inflamación crónica
La inflamación crónica está ligada a numerosos problemas de salud, incluyendo la enfermedad coronaria del corazón, la diabetes tipo 2, la artritis y la enfermedad de Alzheimer, así como la fragilidad y la disminución funcional que puede acompañar el envejecimiento.
Todas las mujeres en el estudio completaron una serie de encuestas para evaluar su fatiga, nivel de energía, síntomas depresivos, calidad del sueño, actividad física y consumo de alimentos. También dieron muestras de sangre de referencia que los investigadores utilizan para medir los niveles de varias proteínas relacionadas con la inflamación.
Cada grupo de yoga estaba formado por entre cuatro y 20 mujeres que practicaron las mismas posturas durante sesiones de 90 minutos dos veces por semana y los investigadores alentaron a las mujeres a practicar en casa. Inmediatamente después de la fase activa del ensayo, las mujeres en el grupo de yoga notaron, en promedio, una caída del 41 por ciento en la fatiga y una vitalidad un 12 por ciento más alta en comparación con el grupo que no practicó yoga.
Mejora del sueño
Un análisis secundario mostró que la práctica de yoga más frecuente produjo grandes cambios en la fatiga, la vitalidad y los síntomas depresivos así como entre una reducción media del 4 al 6 por ciento en dos de las tres citoquinas proinflamatorias. El grupo de yoga informó también de mejoras significativas en el sueño en comparación con el grupo control.
“El yoga tiene muchas cosas para ello: meditación, respiración, estiramiento y fortalecimiento. Creemos que los componentes de respiración y meditación fueron muy importantes en relación a algunos de los cambios que vimos”, subraya Kiecolt-Glaser.