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La desaparición de esta especie no fue del todo inesperada, pues desde hace algunos años hubo dificultades para encontrar un ejemplar de estos, en su hábitat. En 1978 se advirtió la reducción de la cantidad de pequeños roedores con vida. Luego, en 2009, la especie fue vista por última vez y recientemente, a pesar de esfuerzos por ubicar a alguno de estos animales, no hubo rastro de ellos.
El factor clave responsable de la aniquilación de dicha especie fue la inundación oceánica sobre el cayo en el que habitaban. Esto fue lo que provocó la destrucción del hábitat y de los mamíferos, directamente.
Para las islas bajas como Bramble, los efectos destructivos de los niveles de agua extremos que resultan de los eventos meteorológicos severos se ven agravados por los impactos del clima antropogénico impulsado por el aumento del nivel del mar, según detalla un informe publicado por el gobierno estatal de Australia. Por esa razón, el cambio climático representó la amenaza más grave, inmediata y omnipresente para este roedor.
Lo alarmante del caso es que este podría ser el primero de muchos casos de especies extintas debido a las consecuencias de este fenómeno climático. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), hasta el 50 por ciento de las especies de plantas y animales en las áreas naturales más ricas del mundo, como el Amazonas o las Islas Galápagos, podrían enfrentarse a una extinción local hacia final de siglo debido al cambio climático si las emisiones de carbono continúan creciendo a un ritmo desenfrenado.
Según dicha Organización, estos son los animales que podrían correr con la misma suerte que el Melomys rubicola:
Orangutanes:
Aunque su estilo de vida solitario les da la facilidad de moverse de un lugar a otro para enfrentar la poca disponibilidad de comida (a causa del cambio climático), las hembras están muy apegadas a su territorio. Eso podría impedir su traslado y los pondría en riesgo frente a problemáticas como la reducción de bosques disponibles y la deforestación.
Leopardos de las nieves:
Sus características los definen como animales con poca tolerancia a los cambios y eso los hace extremadamente sensibles a los cambios de temperatura. Con el cambio climático su hábitat se reducirá en un 20% y esto provocará un enfrentamiento entre los leopardos de nieve y los comunes, por la comida y el territorio.
Tigres:
Será inevitable que el aumento del nivel del mar previsto como consecuencia de los cambios en el clima sumergirá el 96% del hábitat de cría y reproducción de los tigres de Sundarbans. Además, es probable que los tigres Amur no resistan hasta el siglo siguiente si el tamaño y la calidad de su hábitat se reduce.
Osos polares:
Esta especie es quizá una de las más sensibles al cambio climático, debido a que su vida depende del hielo. Es así como logran vivir y alimentarse. Desde ya, los osos polares jóvenes se ven afectados por la falta de comida debido al descenso del hielo porque no tienen práctica como cazadores.
Tortugas marinas:
Más que los adultos, las crías de las tortugas marinas son las que deberán padecer las consecuencias del calentamiento global y fenómenos climáticos similares. Las tortugas son una de las especies cuyo sexo viene determinado por la temperatura. Temperaturas más elevadas provocan el nacimiento de más hembras, lo que generaría un peligroso sesgo de género. Sumado a eso, el incremento de las inundaciones puede elevar la mortalidad de los huevos y la arena más cálida puede producir crías más pequeñas y débiles.
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