Soy un hombre de palabra y debo aceptar que recordar lo que he enseñado y ser obligado a vivirlo, no ha sido fácil para mí. Fui con la esposa de este desdichado agresor, a quien le hice una petición con tanta preocupación y un profundo respeto, reconociendo también que ella era víctima al convivir con un asesino de sueños y destructor de inocencia. La vi muy asustada y preocupada.
La vida en Cristo la inicié hace 20 años y soy un estudioso serio de la Biblia, lo cual cada día me hace responsable de ser hacedor de su contenido sagrado. Pues bien, la señora me denunció ante el ineficiente MP, por agresiones verbales y amenaza de muerte, lo cual nunca sucedió. Ahora mi sobrino y yo somos víctimas de la misma pareja. La economía de mi hogar ha sido afectada seriamente, pero allí estamos y estaremos con la mirada puesta en el cielo de donde vendrá mi socorro algún día. Dios me ha premiado dándome una paciencia preciosa y cordura para que mi fe nunca esté en la arena, sino en la roca inconmovible que es Cristo.
Amigo: Este testimonio, además de constituirse en una denuncia pública tan justificable, es una oportunidad de desahogo que tanta falta hace en situaciones como esta, que conlleva, en sí misma un verdadero drama humano. Este mundo está amenazado, ciertamente, por huestes espirituales de maldad y los conocedores de la Biblia saben que para resistir el día malo hay que tomar toda la armadura de Dios. Y usted, amigo creyente, sabe cuál es. Luego, entonces, hay que confiar, que si dependemos de Dios, la justicia tarde o temprano tiene que llegar.
La ley divina no puede ser detenida por la ley de los hombres, porque es infalible y en este caso de violencia infantil que se ha denunciado al MP, tiene que caer sobre el hechor todo el peso de la ley. No hay derecho de que se sigan cometiendo estos actos deleznables y se queden impunes. Son tan solo niños inocentes que no saben defenderse y que necesitan de la ayuda de personas responsables, honestas y valientes, para que no se les siga haciendo más daño. Y tampoco se justifica que un delincuente violador utilice como defensa, amenazar al ofendido y acusador. Esta es una estrategia que ya debe conocer el Ministerio Público y que en ningún caso debe funcionar.
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