Era la segunda estatuilla que recibía Streisand, después de haber sido premiada como mejor actriz en 1967 por Funny Girl, un premio que compartió nada menos que con Katharine Hepburn. Y así parecía forjarse como una de las niñas mimadas de los galardones más mediáticos del mundo del cine.
Sin embargo, en cuanto Streisand, que volvió a estar nominada por Tal como éramos, quiso convertirse en una cineasta de prestigio, sus relaciones se torcieron. Con su primera película, el musical de temática feminista y judía Yentl, ella pensó que 1984 se convertiría en el año en el que, además de como actriz y como cantante, los óscar la abrazarían como directora.
Los Globos de Oro a mejor película musical y a mejor directora parecían avalarle, pero llegado el día de las nominaciones al óscar, la película se desinfló y ni la película, ni ella como actriz ni como directora quedaron finalistas, recibiendo solo menciones técnicas y para Amy Irving como mejor actriz.
“En Hollywood, una mujer puede ser actriz, cantante y bailarina. Pero no le dejan ser mucho más”, dijo sobre su controvertida ausencia en las nominaciones.
Ocho años después realizaba El príncipe de las mareas, drama protagonizado por Nick Nolte que fue todo un éxito de crítica y público y que, en los óscar, fue nominada a mejor guión, mejor actor, mejor película, mejor actriz secundaria… pero ni mejor actriz ni mejor dirección. Para más inri, de sus siete candidaturas ninguna se tradujo en premio.
Entonces, incluso la octogenaria actriz Jessica Tandy, nominada ese año por Tomates verdes fritos, defendió públicamente a Streisand.
Así las cosas, cuando su siguiente y notablemente inferior película El amor tiene dos caras fue nominada a dos óscar -mejor actriz secundaria para Lauren Bacall y mejor canción, Ive finally found someone – Streisand aseguró que no acudiría a la ceremonia.
Teniendo que ser interpretado el tema en directo, Streisand rehusó hacerlo, y por extensión tampoco Bryan Adams, con el que hacía el dueto, asumió su parte. Primero intentaron que la interpretara Natalie Cole, pero finalmente fue Celine Dion la que, con las partituras sobre el escenario y también nominada por la canción de Íntimo y personal, defendió en directo la canción.
Pero la cosa no quedó allí: finalmente, Barbra Streisand sí acudió a la ceremonia, acaparando casi tantas miradas como las que sufrió luego en plena ceremonia Lauren Bacall cuando, pese a ser la favorita, vio como Juliette Binoche era la que se llevaba el óscar por El paciente inglés. La canción tampoco resultó ganadora, en beneficio de Madonna y su You must love me, de Evita.
Así las cosas, las relaciones están más que tensas entre Barbra Streisand y los óscar, aunque en los últimos años, la actriz, directora, cantante y bailarina ha vuelto a las ceremonias a entregar premios, incluso ha entregado el de mejor película.
Sin embargo, este año, y mientras prepara su vuelta a la dirección en 2014 con Skinny and Cat, con Colin Firth y Cate Blanchet, la Academia no ha podido prescindir de ella en el homenaje al cine musical que han preparado.
“En una noche que celebra la alianza artística entre cine y música, cómo podría esta retransmisión televisiva ser completa sin Barbra Streisand?”, han argumentado los productores de la ceremonia Craig Zadan y Neil Meron. El morbo está servido, desde luego. Y sus fans, encantados.