Escenario

De compras con Berta

Desde que vengo a mi casa me "desguajo" —me dijo mi amiga Berta cuando llegamos a su dulce hogar—, no hay nada más incómodo que seguir con la misma ropa con que andabas por la calle. Procedió a quitarse el traje sastre que llevaba y a ponerse unas pijamas "guangas" o "huangas", localismo mesoamericano por "holgadas", que supuse que eran de su marido. Se quitó, además, los zapatos de tacón, con plataformas inmensas que la hacían parecer "gato en zancos", y se calzó unas pantuflas. Son más cómodas, me aseguró.

María del Rosario Molina (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

María del Rosario Molina (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

Quería mi amiga comprar vestidos para asistir a la boda religiosa, a la civil y a las despedidas de soltera de una amiga nuestra, reincidente, que se casaba por tercera vez, y no sé por qué peregrina idea se me había ocurrido aceptar acompañarla. Se probó todos los vestidos y zapatos que encontró en no sé cuántos almacenes, y dejó a las empleadas ocupadas por el resto del día, colgando todo lo que no había comprado. Yo me limité a adquirir un blusa que imitaba piel de tigre, pues quizás por la compañía de mis gatos, me gusta todo lo que parezca felino.

Pues bien, ya cómoda ella y yo rendida de cansancio, nos acomodamos en su living room —así llama a su sala familiar, como si estuviéramos en Gringolandia—, sirvió sendas copas de vino y comenzamos a platicar, lo que no habíamos podido hacer, pues a nada que no fueran tallas y precios de lo que compraba prestaba atención.

Lo primero que se me ocurrió preguntarle fue de dónde había sacado la palabra “desguajarse”, y no tuvo respuesta, pues tal término no aparece en el DRAE, en el Diccionario de americanismos “desguajar” figura como guatemaltequismo para referirse a desmontar un auto, generalmente robado, y en el de don Sergio Morales Pellecer es robarle la ropa a alguien o sustraerle piezas a un auto.

Y luego recordé (no “me recordé”, pues el verbo no es pronominal) que cuando íbamos a nadar con las compañeras exclamábamos: “A ver quién ‘se desguaja’ primero, se pone la calzoneta y se tira al agua antes”. Así pues, “desguajarse” como pronominal tiene un uso que quizás no está registrado en los diccionarios, pero que se usa, se usa.

Después de unos cuantos vinos, los pocos como para manejar de acuerdo con los que el alcoholímetro permite, me despedí de ella y me largué a mi casa, no sin jurar que jamás la acompañaría a hacer compras. Luego me llamó, pidiéndome que la acompañara al Black Friday, es decir, al “viernes negro” cuando todo está en oferta. Por cierto se llama “viernes negro”, pues los libros de cuentas de los almacenes pasan del rojo con que se anotan las pérdidas al negro de las ganancias. Tuve el buen criterio de decirle que no, gracias, y que comprara pijamas decentes aprovechando el día, para no usar las de su complaciente marido, que es un ángel de Dios. Solo él puede soportarla y mimarla: “De todo hay en la viña del Señor”.

selene1955@yahoo.com

ESCRITO POR: