Las consecuencias han sido considerables: por un lado, los óscar se han desmarcado con nominaciones en las grandes categorías por películas que ni aparecían en la antaño antesala, como Beasts of the Southern Wild, o solo mencionadas en la categoría para cine extranjero, como es el caso de Amour, de Michael Haneke.
La primera opta a cuatro premios de la Academia de Hollywood y la segunda -que ha conseguido esta noche el Globo de Oro al mejor filme extranjero- a cinco. Esa era la primera provocación desde el hermano mayor al hermano pequeño. Pero los Globos no se han quedado atrás.
Mientras en televisión han seguido un camino más o menos esperable -con los triunfos de Homeland en drama y Girls en comedia, además del casi monopolio de Game Change, con Julianne Moore como Sarah Palin, en la categoría de miniserie- en el cine, los 88 votantes de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood han decidido sacar los pies de las alforjas.
Argo, de Ben Affleck, se convertía en la ganadora moral de la noche con los dos premios más importantes: mejor película dramática y mejor director, para un cineasta y actor que en los óscar no ha logrado nominación.
En el improbable caso de que los óscar siguieran la estela de los Globos de Oro, Argo se convertiría en la primera película desde Driving Miss Daisy (1989) en conseguir el máximo premio sin tener a su director nominado, y el propio Affleck subía muy sorprendido al escenario del Beverly Hilton por haberse impuesto a Ang Lee, Quentin Tarantino, Kathryn Bigelow y, sobre todo, Steven Spielberg.
Lincoln, del rey Midas de Hollywood, salvaba su honor con el Globo de Oro para Daniel Day Lewis como mejor actor, la única de sus siete nominaciones que cristalizaban para la también favorita para los Óscar, donde compite por doce premios.
De la misma manera, otra de las grandes contendientes en los Globos, Zero Dark Thirty, se desinflaba en las nominaciones a los Óscar y anoche salía solo con el indiscutible premio para Jessica Chastain.
En el apartado de comedia sucedía tres cuartas partes de lo mismo. Les Misérables se convertía en la ganadora cuantitativa de la noche con tres estatuillas: mejor comedia o musical, mejor actor (para Hugh Jackman) y mejor actriz secundaria (Anne Hathaway) .
Quedaba así relegada a un solo premio (mejor actriz, para Jennifer Lawrence) Silver Lining Playbook, de David O. Russell, que para los votantes de los Óscar es sin duda la comedia del año, ya que la han nominado a 8 premios, 7 de ellos los más importantes: cuatro de interpretación, película, director y guión, algo que no sucedía desde Rojos en 1981.
Y, para colmo, otra de las que en los Óscar han quedado desdibujadas como favoritas, Django Unchained, de Quentin Tarantino, ayer hacía botín con el Globo de Oro al mejor actor secundario, para Christoph Waltz, y el premio al mejor guión.
Lo que está claro que, como espectáculo televisivo, los Globos de Oro tienen todas las de ganar: se evitan los premios técnicos (los menos vistosos para la ceremonia) y, en concreto en la ceremonia de ayer, vivieron dos momentos históricos: la aparición de Bill Clinton para defender la biografía cinematográfica de otro expresidente, Lincoln, y la salida del armario oficial de la ganadora del premio Cecil B. De Mille, Jodie Foster.
Además, algún guionista perverso decidió forzar el encuentro entre Arnold Schwarzenegger y Michael Haneke, músculo y cerebro respectivamente de denominación austríaca, al entregarle el primero un premio al segundo.