Un cuarto de siglo después de su muerte, la imagen de “Lady Di” sigue muy presente en esta ciudad estrechamente vinculada a la monarquía británica: en tazas y cajas de té, dedales, campanas, postales, cucharas de plata o tartanes escoceses, la primera esposa del príncipe Carlos está en todas las tiendas de recuerdos.
En las calles adoquinadas cerca del castillo, donde vive la reina Isabel II desde la pandemia, nadie olvida ese 31 de agosto de 1997, cuando la princesa de Gales murió a los 36 años en un accidente de tránsito en París.
“Estaba en un centro comercial en Australia y anunciaron su muerte por los altavoces. No lo podía creer. Me da escalofríos solo de recordarlo”, explica Tori McCumiskey.
Para esta australiana de 52 años, que se define como una “ferviente monárquica”, Diana inspiraba a la gente.
“La veíamos como una realeza menos cerrada de espíritu, fácilmente abordable”, asegura la mujer, orgullosa de haberse encontrado en persona con la princesa durante un torneo de polo en Melbourne en los 1980.
El accidente
Divorciada desde hacía un año del heredero al trono príncipe Carlos, Diana y su adinerado nuevo amante, el empresario egipcio Dodi Fayed, sufren el acoso de la prensa durante sus vacaciones de verano en el Mediterráneo.
Llegan a París en la tarde del 30 de agosto y cenan esa noche en el hotel Ritz, propiedad de Mohamed al Fayed, padre del amante de Lady Di. Intentan salir discretamente en un Mercedes por una puerta trasera poco después de medianoche.
Perseguido por paparazis en moto, el coche choca a gran velocidad contra una columna en un paso subterráneo cerca del puente del Alma, en la orilla norte del río Sena, opuesto a la torre Eiffel.
EN ESTE MOMENTO
Fayed y su chófer, que presentaba un alto nivel de alcohol en la sangre, mueren al instante. Su guardaespaldas queda gravemente herido.
Los socorristas consiguen sacar a Diana con vida de la deformada carrocería del Mercedes.
Siete fotógrafos son detenidos. Las imágenes del accidente se ofrecen por fortunas a los periódicos.
Diana es trasladada al hospital Pitie-Salpetriere donde, después de dos horas de operaciones quirúrgicas, muere a las 04H00 debido a las graves heridas en el pecho.
La familia real es informada oficialmente.
La reina Isabel II, su marido el príncipe Felipe, el príncipe Carlos y sus dos hijos Guillermo (15 años) y Enrique (12), están veraneando en Balmoral, la residencia de vacaciones de la monarca en Escocia.
“Todavía es muy popular”
“Era bella, trabajó para tantas obras caritativas y tenía los pies en la tierra”, dice Muthucumara Samy Kesavan, gerente de la tienda de recuerdos “House of Gifts”.
En su local a los pies del castillo todavía ofrece numerosos objetos con la efigie de la princesa de Gales, desde imanes a réplicas de cartón de la invitación a la boda en 1981 de Carlos y Diana, quien entonces tenía 20 años y llevaba su apellido de soltera, Spencer.
Las ventas “son estables”, explica. “La gente me pide específicamente por Diana, todavía es muy popular”, afirma Kesavan.
Recuerda con emoción la noche de la muerte de “Lady Di”, perseguida por paparazis en moto por París un año después de su divorcio. Entonces, el comerciante trabajaba en una estación de servicio en el centro de Londres.
“Normalmente cerrábamos por la noche, pero entonces seguimos abiertos porque la gente venía a comprar flores. Es algo que no puedo olvidar”, dice.
Aaron Perks estaba en una concentración de motoristas ese día. “Me desperté y por todo el camping decían que estaba muerta, estaba en todos los diarios, en todas las gasolineras en el camino de vuelta”, explica este inglés de 55 años que visita Windsor con sus sobrinos y sobrinas.
“Lloré delante del televisor”, admite de su parte Anna Szymnaczak, una polaca de 48 años. “Era una persona normal, amaba a la gente”.
El fenómeno Diana
A 40 kilómetros de Windsor, en los jardines del palacio londinense de Kensington, Amelia Irving fotografía a sus niños ante una estatua de bronce de la princesa de Gales, inaugurada el año pasado por sus hijos Guillermo y Enrique en una extraña aparición conjunta de los hermanos, ahora distanciados.
“Quería venir a Londres para el Jubileo pero atrapé el covid”, lamenta esta estadounidense de 47 años, hablando de la celebración en junio de los 70 años de reinado de Isabel II.
“Quería venir a ver la nueva estatua. Es bueno que esté aquí”, opina.
El fenómeno Diana, promovido nuevamente por la serie The Crown, perdurará todavía largo tiempo, estima de su parte Heike Schuler, una turista alemana de 73 años que visita Londres por primera vez.
“Aportó algo nuevo a la monarquía que no hemos encontrado después”, asegura. “La veíamos como alguien como nosotros. Era guapa, estaba maltratada por la familia real, su muerte fue trágica… ¡Por menos de eso te conviertes en un icono!”, exclama.