Acompañado de la Reina y de los Príncipes de Asturias, el Monarca sí pudo asistir este año a la comida, tras dos de ausencia debido a los problemas de movilidad ocasionados por las operaciones quirúrgicas a las tuvo que someterse en los últimos años.
En la Saleta Gasparini, el jefe del Estado, apoyado en su bastón, saludó a todos y cada uno de los 120 invitados que acudieron a la cita, encabezados por la autora mexicana, que ha viajado a Madrid junto a sus hijos Emmanuel, Felipe y Paula, y que mientras aguardaba a la Familia Real admitía su alegría por el premio.
Pocos días después del fallecimiento del escritor Gabriel García Márquez, el Rey dedicó el arranque de su brindis a destacar el vínculo entre el premio nobel de Literatura y Miguel de Cervantes, “figura esencialmente congregadora” que como el colombiano logra que “gentes de todos los países y de todos los tiempos” se sientan cercanos a él.
Refiriéndose a “nuestro querido Gabo”, aseguró que su “formidable obra literaria contribuyó a forjar y divulgar la identidad iberoamericana, alimentando igualmente los sueños de millones de lectores de todo el mundo”.
Tras este reconocimiento, recordó que mañana, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), el nombre de Poniatowska se unirá al cuadro de honor del Cervantes, donde figuran otros mexicanos como Octavio Paz, Carlos Fuentes y José Emilio Pachecho, “vivos todos ellos en nuestra memoria”, enfatizó, además de Sergio Pitol.
“Elena Poniatowska ha dicho que durante buena parte de su vida aprendió a contemplar las estrellas”, prosiguió don Juan Carlos al explicar que la también periodista “ha unido ese ejercicio con la atenta observación de la realidad del mundo, cuyas luces y sombras nos hace percibir a través de la lente de su interpretación”.
También señaló que de esta capacidad “brota una literatura rebelde, que a pesar de la aspereza de su realismo, abre siempre un lugar a la esperanza”, y enfatizó: “A ese lugar del compromiso social y humano nos convoca”.
El monarca concluyó su brindis agradecido a la autora por el “regalo impagable de su obra” y expresando su deseo para que “su siembra resulte fecunda en toda la familia de pueblos hispanos” .
Sus palabras fueron escuchadas por una relevante representación del mundo de las letras y con la asistencia del ministro español de Cultura, José Ignacio Wert; del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y de la alcaldesa de la capital, Ana Botella.
El director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, y el vicedirector de la Real Academia, José Antonio Pascual, acudieron igualmente al almuerzo, junto a académicos como Pere Gimferrer, Gregorio Salvador, Luis María Anson, Juan Luis Cebrián, Luis Mateo Díez, o escritores de la talla de Luis Goytisolo, José María Merino o Clara Sánchez.
Como anteriores distinguidos con el Cervantes estuvieron el escritor chileno Jorge Edwars y el poeta Antonio Gamoneda, sin faltar representantes de las instituciones culturales, los libreros y el mundo editorial, como el presidente del grupo Planeta, José Manuel Lara o la directora de Seix Barral, Elena Ramírez.
Para celebrar el último Premio Cervantes, se les sirvió canelón de verduras con compota de tomate, suprema de rodaballo y pastel de chocolate en textura con frutos del bosque.