Escenario

Entre el “fuego y la luz”, la polémica herencia de Napoleón en Egipto

El 5 de mayo se cumple el bicentenario de la muerte de Napoleón. Por una parte el militarismo y el imperialismo, y por otra, el progreso y la ciencia, dice escritor.

Bicentenario Napoleón Bonaparte

Sello conmemorativo del emperador francés Napoleón I en la imprenta nacional de sellos de correos en Boulazac, suroeste de Francia. - Foto Prensa Libre: Philippe LOPEZ / AFP

La campaña que emprendió Napoleón Bonaparte en Egipto y Levante marcó la región y anunció los horrores del periodo colonial moderno, una herencia controvertida pese a los aportes innegables de los sabios de la expedición.

Entre “el fuego y la luz”: por una parte el militarismo y el imperialismo, y por otra, el progreso y la ciencia, como resume el escritor egipcio Mohamed Salmawy lo que fue la expedición de Egipto, cuando se cumple el bicentenario de la muerte de Napoleón el 5 de mayo.

“Evidentemente, fue una campaña militar y hubo resistencia egipcia contra las fuerzas francesas (…) pero también fue el inicio de una era de avances intelectuales y de la luz”, explica a la AFP.

En una obra enciclopédica, “La descripción de Egipto”, los sabios inventariaron la sociedad, la historia natural y humana del país. Y el hallazgo de la piedra Roseta por soldados franceses, permitió descifrar jeroglifos y alumbrar la egiptología.

Posteriormente, Mohamed Ali, padre de la monarquía egipcia moderna, fue el “ejecutor testamentario” de Napoleón en Egipto, dice por su parte el periodista y escritor francés de origen egipcio Robert Solé, ya que utilizó las aportaciones científicas de la expedición para crear un estado moderno.

“En la época de la monarquía en Egipto (1804-1952), se insistía en las aportaciones científicas, políticas de la expedición” en la línea de la filosofía de las Luces y de la Revolución Francesa, asegura.

 

Bicentenario Napoleón Bonaparte
Cuadro “La consagración del emperador Napoleón y la coronación de la emperatriz Josefina en la catedral de Notre-Dame el 2 de diciembre de 1804”, del pintor francés Jacques Louis David, en el Museo del Louvre de París. Foto Prensa Libre: Martin BUREAU / AFP

“Agresión imperialista”

Pero a partir de la revolución de Nasser de 1952, el nacionalismo se impuso y la campaña de Egipto se convirtió en un “paréntesis más de la historia de Egipto”.

Según Solé, el dirigente nacionalista egipcio Gamal Abdel Nasser se limitó a reconocer de esta expedición “el hecho de haber alimentado el sentimiento nacional al oponerse a la misma”.

Y es que la campaña de Egipto fue “la primera agresión imperialista de la época moderna contra el Oriente musulmán”, dice el escritor.

Poco después del desembarco de los franceses en julio de 1798 cerca de Alejandría, Napoleón hizo colocar en los muros de la ciudad una proclamación conciliadora: “Egipcios, les dirán que vengo a destruir su religión. ¡Es mentira, no se lo crean!”

El general Bonaparte aseguró después que respetaba al “profeta Mahoma y al glorioso Corán”. Pero advirtió que habrá “desgracia para aquellos que (…) combatan contra nosotros. ¡No habrá esperanza para ellos: perecerán!”

En la práctica, la tolerancia religiosa cedería a favor de la represión.

La revuelta de El Cairo de octubre de 1798 fue reprimida sin contemplaciones, con miles de insurgentes muertos en los combates o ejecutados. Las tropas francesas bombardearon y asaltaron la célebre mezquita de Al Azhar.

En un mensaje enviado a la AFP, Al Hussein Hassan Hammad, profesor de historia de la Universidad Al Azhar, recuerda que los “imanes de Al Azhar dirigieron la resistencia de la nación a esta campaña durante tres años”.

Aunque considera que la presencia francesa aportó “aspectos positivos” como la introducción de la imprenta, Hammad agrega que el aspecto científico “tenía como fin servir a la presencia francesa en Egipto y a la gestión del país y aprovecharse de su riquezas”.

 

“¿Desmistificar a Bonaparte?”

Por su parte, la cineasta Marianne Khoury, productora ejecutiva de la película “Adieu Bonaparte” (Adiós Bonaparte) de Youssef Chahine (1985), la campaña de Egipto confirma que el asunto “sigue siendo excesivamente polémico”.

La película opone la noción de progreso representada por el general Cafarelli (Michel Piccoli) y el militarismo encarnado por el personaje de Bonaparte (Patrice Chéreau).

Según Khoury, algunos destacan en Egipto las aportaciones científicas. “Pero al mismo tiempo está el lado colonizador que sigue siendo delicado y que muchos egipcios no aceptan”, agrega.

En resumidas cuentas, dice, el “filme fue mal recibido en todas partes” en Egipto, y también en Francia.

“Hubo franceses que lo tomaron mal: ¿cómo Chahine en tanto que director árabe osa hablar de Bonaparte y desmistificarlo? Para ellos era inaceptable”, dice.

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