“Ellos son las mejores partes de mí”, dijo el autor israelí, quien ofreció una disculpa “por no poder ir físicamente” a México y a cambio dejó sus reflexiones en la entrevista que le hizo un canal público mexicano.
Amos Oz (Jerusalén, 1939) señaló que leyendo ficciones “cualquier hombre puede ser una mujer, cualquier mujer, un hombre, un niño puede ser un anciano y un anciano, un jovencito hasta cierto punto” .
Consideró un milagro las ocasiones en que los libros le devuelven la carta de un seguidor que a veces ha entendido sus obras mejor que él mismo.
Indicó que ese proceso de recreación “no es completamente satisfactorio” pero a continuación recalcó que vale la pena experimentarlo “hasta cierto punto” .
También consideró que “leer literatura es el mejor modo de viajar”, y también el más barato, que además te permite, si te sumerges en un texto de Marcel Proust, ser invitado a “los dormitorios, las cocinas” que aparecen en una historia e incluso convertirte “en parte de otro país” .
Amos Oz confesó que de lo que escribe es de lo que más conoce, que en su caso es “al pueblo judío” , del que dijo que ha construido una sociedad que “viene de una película de (Federico) Fellini, no de una de (Ingmar) Bergman” .
Más que otra cosa consideró el pilar de la cultura judía la sucesión de textos que se han escrito durante miles de años, los mismos que se llevaron siempre los judíos cuando fueron perseguidos u oprimidos.
“La línea de los judíos no es de sangre, no tiene que ver con las gentes” sino con “una inmensa colección de textos escritos durante miles de años” y que están interrelacionados.
“Los textos son las pirámides de los judíos, sus catedrales, son lo mismo que la Gran Muralla es para los chinos (…). Somos un pueblo de textos”, abundó.
Tras escuchar las palabras de su padre, Galia Oz confesó que ella misma no es “una admiradora todo el tiempo de la tradición judía basada en textos” porque cree que esa postura exalta cierto tipo de chauvinismo y pretende “mantener la tribu junta, sin que entre otro de afuera” .
Consideró que esa noción entronca con un “enfoque fanático” que aún hoy existe en una pugna entre el liberalismo y “el universalismo” por un lado, y por otro desde “el aspecto teológico nacionalista” .