También le puede interesar
Por la pandemia, su participación la hizo llegar a la editorial mexicana vía digital, bajo el seudónimo de La Lluvia.
La obra con la cual ganó el certamen fue Don Quijote y las memorias de Ixmukané. El libro es una deuda con las dos culturas con las que convive: kaqchikel y ladina. Para Coxolcá: “el país se plantea a partir de reconocer las diferencias y articularlas”.
“Debía asumir conciencia de los dos mundos con los que cargo”, dice Giovany Coxolcá.
Después del fallo del 25 de septiembre en México, ahora corresponde esperar el de quienes tendrán en sus manos el libro, expresa el ganador. Solo entonces sabrá si en un verso o una página hay algo digno de ser llamado literatura, afirma el escritor, quien ya tiene dos libros publicados.
El Premio de Poesía Editorial Praxis nació en 2008, con la idea de incentivar la creación por medio de la palabra. El premio único consiste en la publicación del libro ganador, la entrega de una colección completa de libros publicados por Editorial Praxis y una obra de arte, se lee en la página web de la editorial.
Sus referentes
Coxolcá contó a Prensa Libre sobre los referentes que tuvo para escribir el libro ganador, Don Quijote y las memorias de Ixmukané.
Las reflexiones de Mario Roberto Morales en El Síndrome de Maximón o la articulación de las diferencias permiten entender el país (o lo que quedó de él) de finales del siglo pasado hasta nuestros días, afirma el autor. A partir de esa lectura cuenta que le nació la inquietud de escribir un libro para articular esas diferencias.
En un viaje que hizo a San Andrés Semetabaj, junto a César Medina Lara, quien está al frente del Fondo de Cultura Económica para Centroamérica y el Caribe, le dijo que debía hacer algo con el kaqchikel, lengua en la que comenta “aún puede pensar”.
Luego, Valeria Cerezo, en otra conversación, coincidió con Medina Lara, de manera que, aquella inquietud de articular las diferencias en un libro se estaba volviendo una necesidad, cuenta el escritor.
“Aunque el libro avanzaba, no estaba seguro si iba bien, porque articular la lengua del Quijote y la de Ixmukané puede volverse una aventura folclórica, algo a lo que jamás he estado dispuesto”, afirma Coxolcá.
Después de terminarlo, cuenta que pasó mucho tiempo revisando. En esos años contó con el apoyo de José Luis Perdomo Orellana, quien procuró que jamás le faltara un buen libro y con la lectura de Redacción en movimiento, herramientas para el cultivo de la palabra de Carlos López.
En su formación, comenta que estos dos autores son muy importantes, porque, antes de iniciar con un intenso proceso de formación en el cultivo de la palabra, destrozaron sus textos.
Una de las grandes lecciones se la dio Carlos López en México, hace dos años. “Al hacerme una observación que yo no estaba dispuesto a aceptar, me dijo que no debería ver en cada tontería que escribía una obra de arte”.
A partir de ese hecho y pese a los dos libros que tenía publicados y a lo que llevaba avanzado de lo que después sería Don Quijote y las memorias de Ixmukané, volvió a empezar de cero. “Había entendido lo grave que puede ser escribir sin conciencia y compromiso con el lenguaje”, expresa el ganador.
“Si dominar el lenguaje es un desafío para toda la vida, yo a esto debía agregarle otros dos: qué hacer con el kaqchikel y con la ceguera no tan leve en mí”, dice Coxolcá.
Comparte que durante la edición hubo poemas de 25 o 30 versos que redujo a cinco, un poema de cuarenta versos lo resumió en uno, por la cantidad de lugares comunes en él. Otros no sobrevivieron”, cuenta
Quien escribe debe tomar en cuenta lo que han hecho sus antecesores y lo que están haciendo sus contemporáneos, para no incurrir en refritos o plagios inconscientes, aconseja Coxolcá y dice: “Mientras escribía noté que en varios de mis poemas se repetían temas ya cerrados por Leonel Juracán, Isabel de los Ängeles Ruano y otros autores, esos fueron los que no sobrevivieron”.
Al terminar el libro, cuenta que se encontró con un gran problema: el título. Por suerte, una razón personal le permitió “ver a don Quijote frente a las mejorías de Ixmukané”.
No tiene sentido escribir si no hay lectores
Contribuir a la formación de las nuevas generaciones es un acto de rebeldía al que nadie debe renunciar, asegura Coxolcá. “Qué sentido tendría escribir si no hay lectores y, nos guste o no, antes de llegar a autores como William Faulkner, W. Styron, Danilo Kiš o Thomas Mann, primero se debe aprender a deletrear las vocales y consonantes, después, a articular las oraciones, hasta encontrarle un gusto genuino a la lectura”, afirma.
En estas coordenadas están los grandes aportes de Gloria Hernández, ella, aparte de sus actividades académicas y creativas: ensayo, novela y cuento, ha escrito y reflexionado para los más chicos. “Recuerdo a Gloria porque el día que me anunciaron que había ganado el premio de poesía Editorial Praxis 2020, estaba leyendo el discurso que ella escribió para su ingreso a la Academia Guatemalteca de la Lengua”, comparte el escritor.
“Si menciono a varios autores para hablar de mis libros es sencillamente porque, así como Don Quijote y las memorias de Ixmukané es un intento por articular dos visiones del mundo, nuestras ideas se articulan con las de nuestros mayores y las de nuestros contemporáneos”, expresa el guatemalteco.
Su trabajo
Coxolcá cuenta que es colaborador en la organización de la Feria Internacional del libro Universitario que la Usac está organizando, desde la Dirección General de Extensión Universitaria.
También, antes de la pandemia habían planificado inaugurar la filial del Fondo de Cultura Económica en San Andrés Semetabaj, pero los sorprendió el covid-19. Sin embargo, el proyecto sigue en pie y en los próximos meses tendrá que inaugurarse.
Las obras que vienen
Coxolcá nos comparte que tiene en proceso varios libros: uno para niños, una recopilación de poemas en kaqchikel y uno de cuentos. Así como una tesis de la licenciatura en Letras en torno a Jinetes en el cielo de Mario Roberto Morales
Más sobre Giovany Coxolcá: sus libros y sus premios
En el 2015, por haber obtenido el Premio de Poesía «Manuel José Arce», la Editorial Universitaria de la Usac le publicó Las trampas de la metáfora, en el 2017, la misma editorial, publicó su obra Nuestra identidad en los pasillos de la palabra.
Ese mismo año su trabajo titulado Poesía y anonimato, cómo vamos desapareciendo en la era del ciberespacio fue ganador del Certamen Nacional de Ensayo Literario Francisco Albizúrez Palma, organizado por el Instituto de Estudios de la Literatura Nacional —INESLIN— de la facultad de Humanidades, Usac.
En la semblanza que publicó Editorial Praxis se lee que: “fue su padre quien le enseñó a reconocer las primeras letras en recortes de periódicos. Mientras aprendía a trabajar la tierra y a diferenciar la O del 0, escuchaba el ritmo con el que su madre tramaba güipiles. A la par de este aprendizaje están las tardes junto a su abuelo paterno, al que escuchó historias de “antiguos tiempos”, expresión que no olvidaría nunca”.