HORRORES IDIOMATICOS

Invasión

MARÍA DEL ROSARIO MOLINA

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Los primeros pobladores de la península ibérica —aparte de los vascos, cuyo origen se desconoce, así como también el tronco del que procede su idioma— fueron los celtas. Llamados hombres de los bosques, hablaban un idioma indoeuropeo y poblaron además parte de Irlanda y Escocia, Gales y varias islas británicas, Bretaña (al norte de Francia) y la Galia. Luego llegaron a la península los iberos, cuyo nombre viene de un río y tras varias guerras se mezclaron y fueron los celtíberos. Apenas alguna palabra queda en España del celta: “abedul”, nombre de un árbol.

En la época prerrománica las colonias, o factorías, griegas, fenicias y cartaginesas proliferaron en las costas del Mediterráneo por el intenso comercio marítimo, pero escasa huella dejaron de sus idiomas: Gades y Malaca, términos fenicios, son ahora Cádiz y Málaga. Luego los romanos conquistaron Iberia y la hicieron provincia suya. Su lengua, el latín de la soldadesca que se asentó en esos territorios se impuso y hablado por el pueblo ya no fue el culto y literario. Comenzó a perder las declinaciones y a usar preposiciones para los casos (nominativo, vocativo, dativo, acusativo y ablativo).

En el siglo V d.C., los bárbaros germánicos invadieron Iberia y poco aportaron de sus idiomas, excepto algunos términos bélicos y nombres propios, pues por su constante contacto con los romanos hablaban el latín. Los suevos y alanos ocuparon los territorios que ahora son Portugal y Galicia, los vándalos, Andalucía a la que pronto abandonaron tras arrasarla y los visigodos quedaron en el resto de la península. A partir de entonces comienzan a derivarse del latín varios dialectos entre ellos el aragonés, leonés, asturiano, andalusí (desaparecido) y otros que coexisten con el castellano. Del siglo IX datan las glosas emilianenses y del siglo X las silenses, escritas al margen de los códices latinos traducidos al primitivo idioma castellano.

En el 711, Tarik Ibn Ziyad el moro, invade la península y permanece, primero con el califato, luego con los reinos de taifa, durante ocho largos siglos, hasta que el último rey nazarí, Boabdil, el zogoibí, es expulsado de Granada en enero de 1492. Nunca más entran a España los moros, pero su influjo en la arquitectura, en la agricultura y especialmente en el idioma y la poesía (con las jarchas y las moaxajas) es muy grande. Una gran cantidad de palabras, entre ellas muchas que empiezan con “al” y “guad” enriquecen el idioma.

Luego llegan términos del taíno, el nahua, el quechua y otros idiomas americanos a enriquecer aún más esa lengua que según Carlos V de Alemania y I de España, “se hizo para hablar con Dios”, y ahora sufre una invasión masiva de palabras anglosajonas.

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