Escenario

Así estuvo el concierto Ramajes de una marimba imaginaria de Joaquín Orellana

El concierto Ramajes de una marimba imaginaria, del maestro Joaquín Orellana, en el Teatro Nacional, el miércoles 31 fue un encuentro con la alta creación musical. 

El maestro Joaquín Orellana agradece al público su cariño y aplausos. (Foto Prensa Libre: Cortesía Mehalcar Álvarez)

El maestro Joaquín Orellana agradece al público su cariño y aplausos. (Foto Prensa Libre: Cortesía Mehalcar Álvarez)

El melodioso sonido de la lluvia, que cayó sobre la Ciudad de Guatemala fue un preámbulo perfecto para preparar a los oídos melómanos, ávidos de la música de Orellana.

La sala Efraín Recinos se fue llenando con el paso de los minutos. El concierto estaba preparado para las 20 horas y la gente llenaba la sala; las luces se desvanecían para dar cabida a una fusión de sus instrumentos imaginarios.

“Pareciera que no se llenaría la sala para este concierto, pero es agradable ver familias con niños que vinieron solo para escuchar al maestro Orellana”, era uno de los  comentarios de algunos asistentes en el vestíbulo de teatro, que dejaba entrar una serpiente de personas en las entrañas del centro cultural más importante del país.

En la sala fue poniéndose a oscuras, el maestro Orellana, vestido  con una camisa roja estaba escondido entre los asistentes para poder disfrutar de sus sonidos imaginarios. No es timidez la  del maestro, es simplemente practicidad para deleitarse del concierto.

“Debemos reconocer la labor de Joaquín Orellana en la música de Guatemala. El maestro Orellana se ha mantenido creado en su laboratorio en las entrañas de este mismo teatro. Le había bautizado esos lugares como el laberinto del Minotauro, pero ahora es el laberinto del fauno”, comentó en tono sonriente el director del Teatro Nacional, Álvaro Véliz. Junto a Orellana, Véliz comparte una amistad que ya cuenta décadas. “Es asombroso lo que Orellana ha logrado y este es un reconocimiento”, agregó.

El concierto contó con un coro de 60 voces, 20 maestros percusionistas que interpretaron los Útiles sonoros de Orellana, además de una marimba bajo la dirección del maestro Julio Santos. 

La velada comenzó con la interpretación de Fantoidea. En esta obra el artista mexicano Carlos Amorales retó a que creara una versión musical del Aprendiz de brujo utilizando sus instrumentos. Esta obra se basaó en la idealización de la marimba, aspecto inherente a la utilería sonora de Orellana.

La segunda pieza fue Híbrido a presión. Esta obra tuvo su historia. En 1983, los útiles sonoros de Orellana no pudieron llegar a su concierto y para resolver este problema tomaron parte de un automóvil, un Oldsmobile, para ser precisos. De allí surgió esa obra, a la que Orellana le agregó otros sonidos años después. En la actualidad, la obra integra un poema llamado Iterotzul.


Ramajes de una marimba imaginaria era una de las obras más esperadas. Esta obra nació a partir de la Humafonía, de 1971, cuando el maestro articuló la situación social del país por medio de la llamada música concreta. Integra a la marimba a sus instrumentos para lograr un sonido único y espectacular para aquella y esta época.

Sacravatica es la melodía más angustiante. Esta obra expresó el profundo misticismo de los ceremoniales y oraciones colecticas del mundo maya. Incluye el son de la muerte, los rituales de enterramientos acompañados por el lamento de una marimba. Esta obra incluyó utilería sonora, marimba grande, tres flautas de pico y un coro mixto.

Al final, Orellana subió al escenario, sonriente y satisfecho. El público no dejó de ovacionar la genialidad de Orellana, y mostrarle el agradecimiento por darle otros aires a la música guatemalteca.

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