El cantante americano saltó con comodidad del pop al funky o incluso al blues, aunque donde más lo siguió el público de Rabat fue en las canciones pop, como TKO, Sex Love Sound o What goes around comes around, mientras que en otros temas el público no supo corear los estribillos, como se lo pedía el artista.
Con una orquesta de casi diez músicos más cuatro coristas negras que le dieron un toque “soul” al concierto, más las bailarinas que acompañaban a Timberlake en las distintas coreografías, llegó a haber en el escenario en varios momentos hasta veinte personas.
A pesar de las numerosas adolescentes que le gritaban I love you, Timberlake no mostró el menor interés en explotar su faceta de galán o seductor: vestido de negro con su clásico sombrero y unas cómodas zapatillas deportivas blancas, Timberlake estuvo lejos de la imagen de sex-symbol que alguna vez tuvo.
Lo que sí dejó claro el cantante, como ya ha hecho otras veces, es que quería que la cita de Rabat fuera un pequeño homenaje a Michael Jackson, del que cantó dos canciones: Shake your body -sin duda el momento más funky del recital- y Why Why.
Hacia el final del concierto, Timberlake se hizo con una guitarra acústica con la que cantó una balada y un clásico del blues que terminó sonando a rythm&blues, aunque visiblemente el público no parecía familiarizado con esta faceta del artista.
Timberlake demostró no solo su versatilidad con los estilos y hasta los instrumentos, sino también su simpatía y sus ganas de conectar con un público que hasta hoy desconocía.