La meticulosa e inmensa selección de colores que aviva los días dentro de la sala principal de la galería de La Nueva Fábrica moldea un lenguaje que Ascoli utiliza para hablar sobre su distancia con Guatemala viviendo desde Estados Unidos, así como del inseparable vínculo que mantenemos con el peligro y la muerte en este país.
Estas ideas generales dan forma a Cien tierras: exposición en la cual Hellen ha reunido instalaciones de madera con textiles, esculturas cinéticas de pared, tejidos acompañados de textos y códigos, así como vídeos, fotografías y piezas sonoras exhibidas en muebles diseñados a su medida y elaborados por su esposo Karl Williamson.
Dichos formatos cobran vida a partir de una serie de propuestas que se esparcen en el gran salón de La Nueva Fábrica, y que llegan incluso a abrazar el espacio.
La instalación ‘Aquí dimos forma a dioses suaves’ ejemplifica el abrazo al tomar forma de un muro perforado que fue elaborado a partir de reconstrucciones de moldes de madera hechos para fundir ladrillos.
“Cuando uno piensa una exposición, piensa en distintos registros. Se juega con los materiales. Hay algo que la mano percibe y genera un contraste a tu obra. A la larga, la forma llega a ser parte del contenido”, explica Ascoli.
Bajo una de las secciones del techo puede verse cómo ondea una colcha intervenida con distintas “X” bordadas por la artista, en alusión a la forma que toma la urdimbre y el montaje del tejido.
Justo detrás del muro que separa ese cuadrante, una instalación con soportes de madera de cinco por cinco metros extiende varios telares con preguntas tejidas que refieren al estado emocional y , en sentido figurativo, al corazón.
Sentir y recordar podrían entenderse como los conceptos detonantes en esta exposición de piezas elaboradas por Hellen Ascoli entre 2016 y 2022; periodo el cual asegura, le ha llevado a momentos determinantes para su historia actual.
El asesinato de su hermano, ocurrido en 2016, o la experiencia tanto individual como universal de la pandemia en 2020 –la cual Hellen vivió lejos de Guatemala– toman un lugar importante en la exhibición.
“La muerte está atada a la vida, y nos lleva a pensar cómo la metabolizamos día a día. Hay temas que requieren tiempo. Las maneras en que usamos la tecnología y la comunicación predisponen cierto tipo de respuestas”, comparte la artista.
En Cien Tierras, la memoria de la violencia puede verse resignificada en formas como la de una colcha intervenida (aludiendo a delitos por actos violentos que han ocurrido sobre colchones o incluso, remitiendo a detonantes de casos como el Hogar Seguro Virgen de la Asunción en 2017), frases acompañadas sobre textiles o pequeños registros fotográficos que muestran partes de un cementerio.
En palabras de la estadounidense Amara Antilla –curadora de Cien tierras–, en esta exposición Ascoli demuestra un interés por “reflexionar sobre experiencias traumáticas, personales y colectivas, y sobre el potencial de cambio que encarnan los actos cotidianos”.
El dolor no se pretende acá como fetiche galerista. A partir de la transformación de este, se permiten nuevas maneras de diálogo. Antilla también resalta que muchas de las obras exhibidas “investigan la traducción, literal y metafórica como punto de entrada para desestabilizar los modos occidentales de entender y comunicarnos”.
Para la obra ‘Achike’ rub’anon ak’u’x (¿Cómo está tu corazón?) (¿How is your Heart?)’ la artista bordó estas preguntas y varias de sus derivas en español, inglés y kaqchikel, luego de reflexionar sobre el fondo de distintas pláticas que tuvo durante las cuarentenas de 2020 junto a la poeta comalapense, maya-kaqchikel, Negma Coy.
Es así que cómo la transformación del lenguaje lleva a Ascoli a profundizar en la materia. De esa cuenta podría entenderse su enunciación alrededor del tejido: forma de creación que inició cerca de tres décadas atrás cuando aprendió de este arte a los 9 años mientras estudiaba en una escuela la capital guatemalteca.
Su conocimiento en tejido, más allá de asomar una extracción identitaria o cultural de comunidades indígenas –comentado por la artista como un asunto que ha aparecido en ciertas entrevistas– funciona dentro de su obra como herramienta para explorar un lazo corporal con la imaginación.
“La urdimbre es del ancho de mis caderas, su longitud refleja mi estatura, sus diseños están espaciados por los hilos que puedo sostener en la mano…Transmite memoria a través del tacto, con un sentido de cercanía”, ha manifestado Ascoli para su exposición individual en La Nueva Fábrica.
Por otro lado, Cien tierras ve la dislocación territorial de la artista quien vive y trabaja entre Estados Unidos y Guatemala. El juego de palabras ‘En Cielo Entierro Des Tierro Sin Tierra Cien Tierras’, bordado sobre una manta con tonalidades azules, amarillas, rojas naranjas y blanco, alude al cuerpo desplazado, así como por la insistencia de entender y recordar los lugares que nos habitan, infiere Hellen.
La exhibición, además, pone en diálogo la obra de otros artistas con quien Ascoli ha generado diálogos a lo largo de la construcción de sus ‘cien tierras’. Mediante formatos como el bordado, la literatura, el sonido, la pintura y el diseño, incluye obras de artistas locales como Negma Coy, Luisa González-Reiche, Gabriel Rodríguez, Jorge de León; y los estadounidenses Karl Williamson y Sofia Jade Tanki.
“No existo sola en un cubo blanco. Trabajo con otras personas porque la creatividad no es un genio solitario, sino que surge de los encuentros. Pienso que es un espacio generoso para prestar y compartir conocimientos”, explica Hellen Ascoli.
Estas son dos de las actividades que se realizarán en el marco de la exposición:
- 23 de marzo – Taller ‘Tejiendo una huella’: Los participantes aprenderán a bordar a partir de una foto. Se debe llevar una foto, hilo, marco y tela. La entrada es gratis. Se debe reservar espacio en este enlace.
- 30 de marzo – Recorrido por la exposición: Visita organizada por equipo de La Nueva Fábrica. Se realizará a las 15:00 horas.