Este año, según Elías Jiménez, de la Unidad de Cine del Ministerio de Cultura y Deportes, se prevé el estreno otros cinco largometrajes y el primero será Welcome to My World, de Rafael Tres, en los próximos días.
Tráiler de Welcome to my world, tomado de YouTube.
“Esto demuestra que hay un movimiento sostenible”, refirió Jiménez, quien fue parte de esa camada de realizadores que vieron posible el sueño de hacer cine en la Guatemala de la posguerra.
Fue el Silencio de Neto, de Luis Argueta, en 1994, e Ixcán, de Enrique Goldman, 1998, las ficciones que dieron la pauta a esa nueva etapa de la cinematografía, que llegó cinco años después con el estreno de Donde acaban los caminos (Carlos García Agraz), La casa de enfrente (Elías Jiménez) y Lo que soñó Sebastián (Rodrigo Rey Rosa).
Tráiler El Silencio de Neto, tomado de YouTube.
https://www.youtube.com/watch?v=aZKER5v4d7M
Tráiler La casa de enfrente, tomado de YouTube.
Desde ese momento, la producción no ha parado. “Surge un cine independiente, muchas veces con escaso presupuesto. Hay mucha denuncia social, pero los nuevos cineastas también se abren a otros géneros: drama, comedia e incluso terror”, refirió Wálter Figueroa, director de la Cinemateca Enrique Torres, de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Jiménez comenta que hay años que registran un repunte en la cartelera, como el 2010, cuando se estrenaron 13 películas. Aunque, en el 2011 solo se produjo una. “Ha habido picos altos y caídas también, pero en promedio estamos haciendo cinco cintas anuales en el país”, refirió el realizador.
Al igual que crece la propuesta en el celuloide, la gente se acerca cada vez más a las salas de cine.
Origen
Lo que hoy vemos en la gran pantalla nacional es el resultado del largo camino que la cinematografía tuvo que recorrer. Fue a finales de la década de 1890 cuando surgieron las primeras filmaciones, imágenes que no contaban una historia y carecían de sonido.
Entre 1910 y 1915 se hicieron los primeros intentos de producir cine con Agente número 13, de Alberto de la Riva, y El hijo del patrón, de Adolfo Herbruger y Guillermo Palarea, pero quedaron inconclusas.
Durante el gobierno de Jorge Ubico (1931-1944) el cine se uso como medio propagandístico. Fue hasta 1949 que Guillermo Andreu Corzo, junto a los fotógrafos Alberto el Canche Serra y Eduardo Fleischman, produjo el filme sonora El sombrerón, considerada la primera ficción guatemalteca.
“A partir de ahí se dividieron los géneros: el documental, que era el material gubernamental que venía de años antes, y ya se habla directamente de películas de ficción”, dijo Figueroa.
Unos 40 largometrajes nacionales se produjeron desde entonces hasta 1994 por varios realizadores, como Rafael Lanuza, quien se cuenta entre los grandes cineastas que ha tenido el país.
Tiempo de oscuridad
Durante el período del conflicto armado interno (1960 y 1996), la producción cinematográfica nacional escaseó, y la única golondrina que voló en esos años, como refirió Figueroa, fue Tahuanca, gran señor de la selva, de Cesar Beltetón, que se produjo en 1986.
El mundo tenía puestos los ojos en Guatemala y cineasta extranjeros aprovecharon para retratar en el celuloide la crudeza de la guerra, surgieron Norte (1983) de Gregory Nava, y La hija del Puma (1994) de Åsa Faringer y Ulf Hultberg.
https://www.youtube.com/watch?v=KbfvnT40zZU
Llega un nuevo aliento
El fin de 36 años de guerra interna trajo un nuevo aliento al cine y El Silencio de Neto (1994), de Luis Argueta, fue el parteaguas de esa nueva etapa.
“Él se atrevió a realizar una película que reflejara una época muy importante del país, el momento de la contrarrevolución. Eso avivó la llama en quienes más tarde nos aventamos a hacer cine”, dijo Elías Jiménez.
Desde entonces se han producido más 70 películas y actualmente, Guatemala mantiene el liderazgo de la realización de cine en el Istmo.
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