“La aventura comenzó en México; cuando vivía allá tuve la oportunidad de visitar varias editoriales en aquel país, y me pregunté si algo similar podría replicarse en Guatemala. Cuando volví surgió la editorial Magna Terra”, recuerda Gerardo Guinea Díez, director y fundador de esta casa editorial.
“Nació de una conversación entre la escritora chilena Gladys Valdez y el filósofo argentino Horacio Cerrutti, en uno los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Unam, en México”, agrega. En ese entonces, la primera publicación fue un libro que recopiló el trabajo del escritor español Ignacio Ellacuría.
Desde ese entonces Magna Terra se volvió una nueva opción para la publicación de títulos en la década de 1990, tiempo en el cual el mercado de los libros no estaba muy formado. “Ni siquiera se había firmado la paz y existía miedo; eso se reflejaba en el mundo de los libros. Pocas publicaciones aparecían en ese entonces en las librerías; no había espacio para los nuevos escritores”, agrega Guinea.
En noviembre de 1994 nació Magna Terra Editores. Para ese entonces era una ventana a los nuevos escritores y otros, con trayectoria, entre ellos Víctor Muñoz.
“Sara sonríe de último fue mi primer libro con la editorial. Era 1999 y la vi como una oportunidad para dar a conocer mi trabajo. Esa fue la primera vez que me encontré con Magna Terra, que desde entonces me parece depurado, interesante y muy persistente”, comenta Muñoz, quien desde ese entonces ha publicado dos novelas y tres antologías de cuento con la editorial.
La revista
A principios del año 2000 surgió la revista Magna Terra. Con más de 200 números, fue uno de los referentes obligatorios de análisis cultural y social de aquella época.
“En 2008 cerró temporalmente ese sueño con la revista. Un sitio en el que se publicaron decenas de nuevas voces que ahora llenan los espacios culturales. Era de esperarse, ya que no era del todo una publicación popular, por los temas tan específicos que trataba. Ahora es un documento que retrató la sociedad guatemalteca de ese entonces”, indica Guinea, quien la dirigió.
“Es realmente un reto llevar un proyecto como ese en un país que lee poco, pero principalmente considero que hacen un trabajo responsable y de alta calidad. Conocen sobre el mercado editorial y brindan una excelente forma de publicar”, indica el escritor Gustavo Sánchez, al referirse al trabajo de Magna Terra.
Premio literario
En 2004 la editorial apostó por un nuevo proyecto, El Premio Nacional de Novela Corta Luis de Lión. “Este, en su momento, fue considerado el segundo más importante del país”, recuerda Guinea. Este se otorgó hasta el 2009, con tres ediciones.
Ahora Magna Terra cumple dos décadas de dedicar su tinta para apostar a los nuevos valores literarios en el país, pero principalmente por hacer de su labor un viaje por las ideas.