Escenario

Maugdo Vásquez hace hablar a los muros

En las llanuras de Moyuta germinó el talento de Maugdo Vásquez, cuyos frutos están a la vista. Con sus experiencias y ejemplo ha inspirado a nuevas generaciones de artistas.

Maugdo Vásquez hace hablar a los muros

La pintura mural es la pasión del Maugdo Vásquez, moyuteco que no pierde la fe en un mejor país. Foto Prensa Libre: Byron García

Bien se puede afirmar que el arte es vital para el maestro Maugdo Vásquez, no solo porque se ha ganado el sustento con él sino porque fue un proyecto de mural sobre lienzo lo que renovó su ánimo y afán de seguir adelante en medio de un padecimiento oncológico que le afectó la columna vertebral y cuyo tratamiento sigue desde hace dos años.

“Me quedé sin caminar un tiempo, pero aquí vamos, con ánimo. No podía subir andamios pero nos las ingeniamos para avanzar en el proyecto del mural sobre lienzo que nos encargaron para conmemorar los 60 años de los Cuerpos de Paz, de Estados Unidos, una obra que ya está colocada en la sede de dicha institución en Guatemala.

A lo largo de su vida artística, han sido los murales la característica más distintiva de Vásquez. Todavía era un estudiante de secundaria cuando pintó emblemáticas obras de grandes dimensiones en la Ciudad Universitaria, zona 12.

Hombre de oriente

Nació el 14 de junio de 1959 en Guatemala, pero desde muy pequeño creció en Moyuta, Jutiapa, la tierra de sus padres: Adolfo Vásquez Ruano, quien fue dragón de caballería en la época de Ubico, posteriormente fue policía pero luego se dedicó a la agricultura. Su mamá, Joséfa López.

“Crecí en un área verde, rodeado de caballos y vacas, tuve una vida campesina, en la aldea El Pino Santa Cruz. Mi papá quería que yo fuera veterinario o agrónomo. Pero a la vez me encantaba dibujar, colorear, en cualquier papel y mi mamá me conseguía, en medio de sus limitaciones, los materiales, como lápices, crayones, acuarelas, cartones”.

En la escuela, por supuesto era el niño al cual la maestra le pedía dibujos en el pizarrón; así también elaboraba carteles para días festivos. “A los 14 años pude entrar en la Escuela de Artes Plásticas. Recibí cursos los sábados. El maestro Max Saravia Gual me hizo una prueba de Geometría, apreciación y composición. Le gustó mi propuesta. Así fue como tuve mis primeros fundamentos académicos”, relata Vásquez, quien continuó los estudios de diversificado en el Instituto Imrich Fischmann, en donde tuvo contacto con grupos de jóvenes que reclamaban mejoras en la educación.

Comenzó a padecer el acoso de la Policía Judicial a finales de la década 1970 y comienzos de la de 1980. Tuvo contacto con organizaciones estudiantiles universitarias. Sus propuestas de arte en gran formato le llevaron a pintar murales como el de Mario López Larrave, académico asesinado, que aún está en la biblioteca de la Usac. A continuación vinieron otras obras en facultades como la de Agronomía y Ciencias Políticas.

A los 22 años, en Moyuta, Maugdo sobrevivió a un atentado. Lo balearon por la espalda. “Yo lo atribuyo a la misma represión política”, relata.

Pero esto no detuvo sus afanes artísticos. Daba clases de pintura y a la vez seguía investigando sobre el muralismo mexicano. “Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco fueron mis modelos”, relata Vásquez, quien aspiraba a plasmar las aspiraciones de mejora nacional, las duras realidades del campo y los anhelos de la juventud.

“Aparte del muralismo me he ganado la vida con retratos y con la docencia de arte”.

Pudo ingresar a comienzos del 2000 en el primer programa de profesionalización de artistas, de la Escuela Superior de Arte de la Usac, en la cual llegó a ser director. Promovió de nuevo el aprendizaje activo y creó nuevos murales para la facultad de Ingeniería y para el Centro Universitario Metropolitano.

“Integramos ideas de los estudiantes, pero a la larga yo elaboré los bocetos finales y los modelos sobre papel a escala. Eran unas grandes sábanas que se tendían sobre los muros de hasta seis pisos”. A la fecha ahí están los murales que hacen hablar a las paredes gracias al arte y a la perseverancia de un artista que sigue adelante a pesar de las barreras.

“A esas lesiones de bala hace 40 años les atribuía yo un dolor de espalda que empecé a padecer en 2019, me costaba caminar y el 17 de junio de hace dos años me dieron el diagnóstico de un tumor en la médula espinal. Precisamente el Día del Padre tuve esa triste noticia. He estado en tratamiento desde entonces. Ha sido duro, pero gracias al apoyo de mi esposa, mis hijos y a la oportunidad de hacer arte, seguimos en el camino de la creación”, finaliza, mientras muestra su más reciente obra mural.

Murales elocuentes

Maugdo Vásquez hace hablar a los muros
Foto Prensa Libre: Byron García

“Aquí se plasmó el sufrimiento de la guerra, las luchas de los campesinos por sobrevivir así como el papel de los intelectuales para construir un mejor país“, explica Vásquez sobre el mural de la Escuela de Ciencias Políticas (arriba). “El aporte de los universitarios de ingeniería en el avance del país y la ciencia” se identifica en el mural de la Facultad de Ingeniería, debajo.

Maugdo Vásquez hace hablar a los muros
Foto Prensa Libre: Byron García

Emblemático homenaje

Mario López Larrave era abogado, catedrático y experto en Derecho Laboral. Apoyó la organización de obreros y a ello se atribuye su asesinato, ocurrido el 8 de junio de 1977.

Maugdo Vásquez hace hablar a los muros
Foto Prensa Libre: Byron García

Este fue uno de los primeros murales creados por Maugdo Vásquez en la Ciudad Universitaria, zona 12. Se encuentra a la entrada de la Biblioteca Central.

Maugdo Vásquez hace hablar a los muros
Foto: Byron García

60 años de los Cuerpos de Paz

El propio artista Maugdo Vásquez explica detalles de su más reciente proyecto, un mural de 3 x 6 metros para conmemorar los 60 años de los Peace Corps o Cuerpos de Paz de Estados Unidos.

“En la parte superior izquierda un amanecer se esboza sobre la Casa Blanca, como analogía del nacimiento del Cuerpo de Paz de Estados Unidos, en 1961; figuran allí el presidente John F. Kennedy, fundador en su período de gobierno, y Robert Sargent Shriver, primer director de esta entidad.

60 años de los cuerpos de paz
Foto Prensa Libre: Byron García

En el mural se aprecian las escenas donde hombres y mujeres estadounidenses capacitados para servir, trabajar y ayudar se proyectan en pro de la colectividad, sin exclusión ni discriminación, siempre prestos a participar en actividades de beneficio en las comunidades más remotas de Guatemala, garantizando su crecimiento personal en las áreas de salud, educación, negocios y agricultura, que incluye tecnología y ambiente.

Esta escena representa el trabajo de arqueología e investigación en Tikal, Petén; la conservación de las áreas protegidas y el cuidado del Biotopo del Quetzal, donde una familia de Santiago Atitlán, Sololá, observa maravillada la grandeza del Lago de Atitlán. Al centro se sitúa el logotipo del cuerpo de paz, donde aparece el año 1962 como apertura en tierras guatemaltecas, custodiado por cuatro jóvenes que representan las etnias agrupadas en nuestro país: maya, garífuna, xinca y ladina.

De ese punto parten las demás escenas de la labor de los voluntarios. Al lado izquierdo aparece una voluntaria enseñando ejercicios físicos a tres niñas de Santa María Nebaj, Quiché. Mientras tanto, un voluntario enseña la fabricación de estufas comunitarias. A la par se ubica una voluntaria dando clases de alfabetización. Abajo, el cultivo de peces en algunas comunidades del país. Además, el desarrollo de la agricultura, a través de hortalizas y siembra de plantas.

Frente al Lago de Atitlán, se representa al actual embajador de EE. UU., William W. Popp, cuando toma el juramento a un grupo de voluntarios. Abajo, una conferencista capacita a madres sobre la nutrición y el cuidado de recién nacidos. A la derecha se detalla la introducción del agua potable en aldeas del país y la implementación de apiarios. Abajo, dos voluntarias del Cuerpo de Paz difunden en la radio las diferentes actividades programadas. Más arriba, la enseñanza culinaria y el disfrute de platillos típicos. Finalmente, el impulso al deporte”.

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