El polifacético artista deja una amplia obra, no solo de pinturas y esculturas, sino también de escenografías, libros, poesías, composiciones musicales, obras arquitectónicas y diseños de objetos.
Como uno de los más destacados exponentes del realismo fantástico, sus cuadros y sus teorías influyeron en artistas más jóvenes y han sido relacionadas con el “surrealismo visionario”.
Nacido en Viena en 1930 de padre y abuelo judíos, su infancia estuvo marcada por el régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler, pues su padre tuvo que huir a Shangai y no volvió a verle hasta 1948; su abuelo emigró a Estados Unidos; y varios miembros de la familia perecieron en el Holocausto.
A los doce años, el joven talento se convirtió al catolicismo y el tema religioso fue uno de los hilos conductores de sus creaciones.
Ya con quince años fue admitido en la Academia de Artes Plásticas de Viena, donde tuvo por compañeros a los entonces futuros artistas como Wolfgang Hutter, Anton Lehmden y Arik Brauer, con quienes en 1946 fundó la Escuela de Viena del Realismo Fantástico.
Influido por las obras de los grandes maestros históricos de la pintura, así como por el “Jugendstil” y el surrealismo de principios del siglo XX, creó imágenes imbuidas de misticismo, con paisajes oníricos dominados por motivos bíblicos y mitológicos.
Lo erótico y lo místico se entremezclan y se funden en casi toda la obra de Fuchs, quien tuvo 16 hijos con siete mujeres.
Durante una estancia de doce años en París, Fuchs trabó amistad con Salvador Dalí, Jean Cocteau y algunos personajes en torno al escritor Jean-Paul Sartre.
“La belleza de lo terrible” o la belleza que vence a la muerte es uno de sus mayores tópicos, pero también los sueños han inspirado numerosas de sus obras.
En 1966 publicó el libro Architectura Caelestis, en el que arremete contra el racionalismo y el constructivismo, al tiempo que aboga por “todo ese maravilloso kitsch que los puritanos de las máquinas han prohibido”.
En 1972 compró una mansión en un barrio residencial de Viena que había sido diseñada por Otto Wagner en 1888, que restauró y modificó para convertirla en un museo privado. Hoy es sede de la Fundación Privada Ernst Fuchs.