Su primeros dos libros, “Las perras de Teofilito” y “Cuénteme otra (perra), Teofilito”, fueron editados a finales del siglo pasado por la Editorial Guaymuras, cuya directora, la periodista Isolda Arita, dijo a Acan-Efe que su muerte es una pérdida para el país por lo que Trejo representaba en la tradicional oral con sus exquisitas “perras” (chascarrillos).
Después, el escritor, que nació el 5 de marzo de 1941 en un campo bananero cercano al municipio de La Lima, editó por su cuenta otros pequeños libros con sus ocurrentes “perras”, los que vendía de casa en casa para agenciarse algún ingreso económico, en un país donde ser escritor no da para vivir aunque su obra sea excelente.
Trejo decía que hay una gran diferencia entre sus “perras” y la mentira, porque él, con sus cortos cuentos agudos creaba conciencia social y hacía reír a la gente, mientras que la mentira es una práctica de los políticos para mantener en la ignorancia o el engaño a un pueblo.
El escritor, que solamente cursó su educación primaria, comenzó a cultivar el arte de la expresión oral en los campos bananeros, donde sus compañeros de escuela le hacían rueda para escuchar sus sabrosos y exagerados cuentos, que eran verdaderas “perras”.
Sus anécdotas ligeras, que fue escribiendo en cuadernos a partir de los años 70 del siglo pasado, en parte fueron rescatadas por la Editorial Guaymuras, que le propuso que sus “perras” fueran impresas para que las conocieran los hondureños que nunca lo habían escuchado.
Trejo, nació con el don para el cuento agudo corto, a través del cual se dio a conocer y le permitió llegar a ser un reconocido líder campesino y predicador de la iglesia católica.
Fue fundador de la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC), de la que fue su primer secretario general.
Miriam Trejo, una de sus hijos, recordó hoy a su padre como un ser “muy amoroso y respetuoso”.
“Además, nos aconsejaba como padre y nos pedía que siempre estuviéramos unidos”, añadió.
Trejo, quien había perdido su capacidad de ver con un ojo, falleció en el Hospital Mario Catarino Rivas, de San Pedro Sula, ciudad cercana a Choloma, al que cita en una de sus “perras”, en las que relata que había llegado como paciente y que con sus anécdotas imaginarias todos los enfermos se habían curado.
Su experiencia en los campos bananeros también le permitió impulsar movimientos sociales a favor de una reforma agraria que desde hace más de 50 años se viene impulsando en Honduras, sin que hasta ahora se haya logrado el objetivo de que todos los campesinos del país tengan tierras para cultivar.
En sus luchas reivindicativas también conoció la cárcel, pero siempre se mantuvo firme en la defensa de sus ideas a favor de la gente del campo.
De niño soñó con escribir un libro de poesía, pero terminó dejando impresa su expresión oral a través de la se comenzó a dar a conocer en espacios libres y a través de la radio.
Teófilo Trejo soñaba con cambiar a Honduras con sus “perras”, entre las que figuran “El Sueño de Teofilito”, “Las perras más Perras de Teofilito”, “Qué perrero es Teofilito”, “Son puras perras Teofilito”, “Seguís perreando Teofilito” y “Mundo libre o muerte”.