Al mismo tiempo, aun en una ciudad como la capital de este país, es de apreciar la prolífica actividad de las galerías de arte, que no esperaron a que se despertara el año con la consabida excusa de que “en enero no hay nada”. Hay de todo. Es de visitar pinacotecas como la Erre, Sol del Río, la Galería Guatemala, el Centro Municipal de Arte y Cultura… y, además, hace tres días se estrenó la Compañía de Danza de Centroamérica y el Caribe, en su gira inaugural por la región. Pero, acaso alguno(s) está(n) más interesado(s) en los vestidos que usaron fulana y zutana para la entrega de los premios Grammy, las acotaciones homofóbicas y, claro, el altercado de lo tremendamente cuestionable que deviene la atribución de ese galardón. Muchos de los ilustres asistentes a la premiación ni siquiera pudieron terminar de escuchar la actuación del grupo de cierre, pues estaban más preocupados con la farándula y el chonguengue, que con los méritos de los supuestos laureados.
Como de costumbre, estamos ante este animal de costumbres, el ser humano. Pues, una cosa es que haya de todo. Otra es que estemos en todo. Lo primero es una certeza. Lo segundo, puede que sea una costumbre. O no.
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