A continuación un extracto de la entrevista que el escritor ofreció a Prensa Libre acerca de su nuevo libro, que se puede adquirir en Artemis Edinter.
¿Por qué escribir una segunda parte de una novela?
Estuve explorando esa particularidad que ya varios autores han experimentado, algunas veces con éxito y otras no tanto. En mi caso fue seguir con el relato, y algunas cosas que Inés —la protagonista— no había terminado de decir.
El tema del narcotráfico es contemporáneo…
Es una realidad que se vive constantemente y la presencia del narcotráfico en localidades guatemaltecas nos afecta a todos.
¿Para usted, como para muchos escritores, es angustiante escribir?
No me angustia escribir, esencialmente soy periodista y la escritura es algo constante en mi vida. Disfruto escribiendo, principalmente al hacer esta novela, a la que le dediqué un año para redactarla. Escribir es mi pasión.
¿Influye más su voz periodística o literaria?
Influye más el periodismo al momento de crear, esto me acerca a la realidad del país. Entonces el escritor solo recrea lo que ve, con personajes, situaciones y literatura. Poco a poco describo lo que veo en la realidad local.
¿La realidad supera a la ficción?
Definitivamente. Es dura la existencia del guatemalteco, pareciera ficción decir que al subirse a una camioneta no se sabe si se puede morir. Pensar en padres que se despiden de sus familias en las mañanas y dedican sus vidas a asaltar. La realidad y la ficción se mantienen separados por una línea tenue, muy fácil de pasar.
¿Juega con esa realidad en sus historias?
Tanto así que el lector ve las historias como hechos verídicos.
¿Es una narrativa que golpea?
Impacta. Las personas se asombran de que en la literatura se puede decir cosas que en otros ambientes no se podría ni mencionar.
En el caso de las historias de violencia y narcotráfico que narra ¿teme predecir el futuro?
Esperamos que no sea así, que no lleguemos a los límites de lamentar muertes de periodistas o cierres de medios de comunicación como sucede en México. Pero siempre existen las alertas que no debemos ignorar.
El tema de la muerte es algo que se toca constantemente en la novela. ¿El ser humano teme morir?
Existe un temor natural hacia la muerte. En el caso de Vendo mi caja, me quiero morir surge de una experiencia de una amiga que tenía 107 años y que quería morirse, y se lo expresaba a su hijo. Ella tenía su ataúd en su casa, y una vecina le dijo que si no vendía su caja, nunca fallecería.
¿Entonces, la vida cansa?
Se llega a una edad donde la gente se cansa cuando la vida se reduce a vivir y respirar. Es un tema complicado cuando en Guatemala los ancianos son olvidados y muchos de ellos solo quieren descansar. En la juventud es diferente, nunca se piensa en morir, a pesar de vivir en una sociedad violenta.
Hablemos de otra cosa. La autoentrevista —en Guatevisión— que hizo por su libro ¿fue intencional?
En otros países es muy común este tipo de entrevistas. Con la publicación del libro vi la oportunidad para hacer algo que no se había hecho en la televisión nacional. Realmente fue un reto profesional y técnico para mí. Aunque no pensé que fuera a causar tanta polémica, ni tampoco fue esa mi intención.
¿Le molestó la sátira en redes sociales?
(Sonríe) Para nada, fue una oportunidad para que quienes no conocían mi obra escucharan sobre el tema. Las personas que me conocen saben quién soy y cómo soy, una persona genuina.