Allí fueron editados en discos de 78 revoluciones arreglos como Pérfida y Tristezas quetzaltecas, en 1927; Aviadores y Sola tú, en 1928; Los trece, en 1929; Chiquilajá y Añoranza, en 1931, y Muñequita de carne y Fiesta nacional, en 1932.
Aún era niño cuando sus padres se mudaron a Quetzaltenango, donde Aguilar cursó el bachillerato, en el Instituto para Varones de Occidente, y recibió clases de música con Manuel Sandoval y Jesús Castillo. En 1919 viajó con un conjunto de marimba a Panamá, donde trabajó como pianista en barcos de pasajeros que cruzaban el Canal. Después se radicó un tiempo en Costa Rica.
En su juventud compartió con algunos de los grandes marimbistas de Guatemala como Domingo Bethancourt, Rocael Hurtado e Higinio Ovalle, quienes hicieron famosas sus piezas originalmente escritas para piano. Luego se trasladó a la capital y trabajó en el Registro de la Propiedad.
Más tarde regresó a Quetzaltenango, donde falleció en 1940.
PROLÍFICO GENIO
Aguilar creó obras en diversos géneros musicales
Muchas fueron compuestas originalmente para piano y luego pasadas a marimba, dada la versatilidad del instrumento.
Entre los títulos más conocidos están Tristezas quetzaltecas; Monja, Utz-pin-pin, Pérfida y Río Dulce.
Incursionó también en el tango y el vals.
Varias de sus composiciones fueron grabadas en discos de vinil de 78 revoluciones, en EE. UU.