Escenario

Una mente brillante

Ávido lector, interesado en la música clásica y la historia del arte occidental, el ingeniero bioquímico Carlos Rolz Asturias está convencido de que para ser exitoso es importante tener buen acervo cultural.

Carlos Rolz Asturias.

Carlos Rolz Asturias.

“La lectura y el tratamiento crítico de los textos es la única manera de mantenerse al día ante la explosión de conocimiento que gracias a la tecnología está al alcance de la mano. Quien no lee unas 20 ó 30 revistas al mes relacionadas con su especialidad, en seis meses está obsoleto”, asegura Rolz, quien lamenta que “en su tiempo” no existiera esa facilidad para obtener información.

Ese interés y el entusiasmo por superar límites llevaron a Rolz a preparase en prestigiosas universidades y a efectuar después invaluables aportes mundiales en su campo profesional.

Durante su labor en el Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología Industrial destacó como uno de los pioneros en lo que hoy se conoce como Tecnologías Limpias. También es el inventor de un proceso novel para la producción de etanol a partir de la caña de azúcar, y sus trabajos relacionados con la transformación del bagazo de esta y la obtención de biomasa proveniente de residuos agrícolas han influenciado posteriores investigaciones de grupos latinoamericanos y de otras regiones del mundo.

Por cuatro períodos consecutivos presidió la Organización Internacional de Bioingeniería y Biotecnología, lo que le permitió dirigir proyectos, establecer redes de trabajo con expertos internacionales y entrenar a varios profesionales desde Argentina hasta México, al punto de ser considerado “el padre” de la Ingeniería Bioquímica en Latinoamérica.

¿Según su experiencia como docente universitario, cuál es la mejor estrategia para que los estudiantes descubran y apliquen su potencial?

Tienen que dejar de ser simples receptores de información y aprender a preguntar. Hace falta incentivarlos a cuestionar, a emitir opinión y a recibir críticas. En la investigación es esencial vencer esos temores. Uno tiene que atreverse a exponer sus ideas, y aceptar que “le van dar palo”, porque no todas nuestras ideas son tan grandiosas como creemos. Esto se aprende poco a poco, y en mi caso, he aprendido mucho más de las palizas, cuando nos señalan nuestros errores.

¿En qué consiste la termodinámica del equilibrio entre fases?

Es la responsable de ofrecer las bases para la industria de los productos derivados del petróleo y del diseño de los equipos que efectuarán los procesos. En una refinería de petróleo es donde puede verse el trabajo de ingenieros químicos especializados en la materia.

¿Por qué decidió cambiar esta especialidad por la ingeniería bioquímica?

Me atrajeron mucho los microorganismos y todo lo que puede hacerse con ellos en beneficio de la industria, la farmacéutica, la agricultura, etcétera. El profesor Arthur Humphrey, de la Universidad de Pennsylvania, donde estuve un año como docente invitado, y Daniel Wang, del Instituto Tecnológico de Massachusetts vieron mi potencial en esta área y me invitaron a adentrarme en ella.

¿En este campo, cuáles son las metas del Centro de Ingeniería Bioquímica que dirige en la Universidad del Valle (UVG)?

Trabajamos en tres áreas. La primera es de biocombustibles: cómo mezclar etanol con gasolina, producción de biodiésel y uso del metano para tratar residuos orgánicos.

La segunda se relaciona con el sector agrícola, y junto con el doctor Rolando Cifuentes nos enfocamos en desarrollar inoculantes o microorganismos útiles para las plantas, que las ayuden a crecer mejor y destruir los insectos y hongos que puedan atacarlas, sin necesidad de emplear compuestos químicos.

La tercera es el tratamiento de residuos. Les enseñamos a los estudiantes de ingeniería a ver los desechos como materia prima y no como un problema. También me han pedido que coordine el comité científico de la UVG, que participa en el caso de la cianobacteria que hay en el Lago de Atitlán. Los ingenieros podemos aportar soluciones para paliar el problema, pero mientras se sigan ensuciando, jamás se erradicará.

¿Cómo va su línea de investigación de inoculantes?

Vamos bien, ya pescamos algunos microorganismos guatemaltecos y los estamos domesticando para que funcionen. Los llevaremos al campo para probarlos y esperamos aumentar la productividad del frijol en el país. Mucha gente habla de seguridad alimentaria y varios de los aspectos fundamentales de esta se encuentran, como dice el doctor Ricardo Bressani, en tener el gusto de comer lo que a uno le agrada y que sea nutritivo. Y qué mejor que generar frijoles, porque no tienen que enseñarnos a comerlos. Incluso comeríamos más si hubiera mayor cantidad y si fueran más baratos, porque cuando escasean, el precio se va a las nubes.

Leí que usted es considerado precursor de las Tecnologías Limpias en Guatemala

Así dicen (comenta riendo). Esto viene de mi trabajo con las organizaciones internacionales. El término de Tecnologías Limpias se puso de moda por la década de 1990, cuando se comprendió que es mejor corregir que limpiar, y tratar los residuos no al final de la cañería, sino antes de que lleguen a ella. La organización del medioambiente de las Naciones Unidas invitó a un grupo de personas, en el que fui incluido, para establecer las bases sobre cómo socializar la idea de esta práctica y cómo ellos podrían estructurar su acción para impactar en los países. Las acciones estuvieron coordinadas por un grupo holandés y me pidieron que diera a conocer el tema en Latinoamérica. Puede decirse que motivé en la mayoría de los países que integran la región a establecer una oficina de tecnologías limpias, asociadas a las industrias que ensucian. La gente ha comprendido que mejorar sus procesos es una inversión que impacta positivamente en su imagen empresarial y en el medioambiente.

¿Qué me dice de su trabajo acerca de la producción de etanol a partir de la caña de azúcar?

Esto es lo que me ha hecho un poquito de “bulla” allá afuera, pero no ha prosperado mucho. Cuando hice mi trabajo despertó interés porque era la primera crisis del petróleo, pero luego el precio se vino abajo y ya nadie pensó en invertir. Otro aspecto que influyó es el debate acerca de que la producción de biocombustibles no debe interferir con el cultivo de alimentos. Creo que es un buen punto y hay opciones. En la UVG estamos investigando el maicillo o sorgo dulce, que se cultiva en las regiones orientales del país. Esta planta además de producir un grano, contiene azúcar en su tallo, como la caña de azúcar. Qué mejor que sembrarlo porque se pueden obtener del terreno dos productos: alimento y biocombustible. Ahora, el doctor Rolando Cifuentes analiza su productividad; el doctor Ricardo Bressani, cómo aprovechar el grano; y yo, cómo producir alcohol.

¿Cómo considera la labor de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senacyt) para impulsar el avance científico en el país?

En la década de 1980 mi jefe en el ICAITI, el licenciado Francisco Aguirre, tuvo el chispazo de convocar a varios colegas e instituciones, y al entonces vicepresidente de la república Roberto Carpio, para que en la Constitución se incluyera un capítulo de ciencia y tecnología. En mi grupo estaban el secretario de la Academia de Ciencias de Guatemala y varios integrantes más. Carpio aceptó la propuesta de inmediato, y así surgió la Senacyt, que como toda institución tiene sus fortalezas y debilidades, y tiene que ir evolucionando.

¿Qué les diría a quienes por no tener experiencia administrativa como usted les resulta difícil comprender lo engorroso que puede ser un trámite en la Senacyt?

Para uno es un gusto quejarse, y en todos lados ocurre lo mismo. La queja como tal molesta y peor si solo en eso queda. Pero será constructiva si la Senacyt las recoge y efectúa acciones correctivas. Por eso debieran ser más frecuentes las reuniones con los colegas. Deberían priorizar los fondos que otorgan para la investigación y darles continuidad a quienes han demostrado resultados. También valdría la pena que aprovechen la experiencia de quienes integramos el Consejo de Notables, porque muy pocas veces nos han tomado en cuenta para darles asesoría.

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