Cantantes y actores musicalizaron y recitaron los escritos del laureado. El momento más emotivo de la velada fue cuando la voz del poeta se escuchó en el recinto, gracias a un audio en el que declamaba los versos de Soledad (1996) y Schubertiana (1978).
Cuando Tranströmer entró en silla de ruedas, los asistentes permanecieron de pie y en absoluto silencio.
La actriz gijonesa Antolina Gutiérrez del Castro, establecida en Estocolmo, efectúo una emotiva lectura de la primera parte de Soledad.
La intérprete explicó que el poema la había emocionado, ya que el literato es capaz de transmitir, “a través de su lenguaje, sencillo pero con muchas capas, sensaciones fuertes”.
Durante el acto, Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca, resaltó la importancia del legado de Tranströmer, quien ha sido merecedor del Premio Nobel de Literatura porque “a través de sus imágenes translúcidas y condensadas da ingreso a una nueva realidad”.
“La buena poesía es algo poderoso. Puede cambiar nuestra visión del mundo, hacerla más clara, más concisa, más comprensible”, afirmó.
La ceremonia, en la que permaneció un reverencial silenció, finalizó con una prolongada ovación en honor del escritor sueco, quien recibirá mañana, fecha en la que falleció Alfred Nobel, el reconocimiento junto a los otros galardonados en distintas disciplinas.